¡Una ratonera en Wall Street!
"Wall Street se ha convertido en una ratonera queridos, no ávida de ignorantes"
«Los elementos del buen Trading son: Primero, cortar las pérdidas, segundo, cortar las pérdidas, y tercero, cortar las pérdidas. Si puede seguir estas tres reglas, entonces tendrás una oportunidad», Ed Seykota.
El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento, detrás del victimismo suele esconderse una gran dosis de inseguridad y de falta de coraje a la hora de proponerse objetivos razonables por los que luchar. La comodidad ciertamente es simple, pero a la vez banal e intrascendente. El riesgo, sin embargo, es astuto y adictivo. Por este motivo, las personas soñadoras que tenemos claras nuestras metas solemos tener una escasa vida social y una de las mayores virtudes que aprendemos con el tiempo y muchísimo esfuerzo es a decir NO. En especial NO a las personas que requieren de nuestro tiempo, atención y energía sin aportar nada productivo.
Aprender a decir que NO con el pretexto de proteger nuestros recursos y así canalizarlos hacia nuestros propios objetivos positivos es fundamental. Tras cada NO, siempre existe un SÍ más profundo, un sí que nos lleva a la profundidad de lo que realmente deseamos con ferviente ardor. Por esta razón es importante preguntarse; ¿cómo puedes decir que no para proteger lo que quieres si ni siquiera sabes qué quieres? Tal vez el principal problema en el que se encuentran muchas personas es que no saben decir que NO puesto que en el fondo probablemente no han encontrado todavía ningún SÍ que merezca la pena proteger. La correcta ambición entonces no nace tanto de la voluntad de anhelar lo ajeno, sino de explotar tu talento en pro de un incentivo que te motive lo suficiente como para poder superar cualquier adversidad que se presente desde el liderazgo y no desde el victimismo.
Cierto es que como sociedad podemos contribuir con nuestra propia voluntad de superación, comprendiendo que las principales trabas que tenemos para poder motivarnos en pro de nuestros objetivos, parten normalmente de la excesiva regulación e intervencionismo de papá Estado. Así, frustrados en tierra de Mordor nos sentimos los libertarios, viendo atónitos cómo la propaganda política vuelve a apoderarse de la opinión pública sin que se vea ni un atisbo de lucidez en el horizonte. Tratar de acomodar a una sociedad con base en el subsidio nunca fue adecuado ni sinónimo del progreso que algunos defienden, y aquí en esta ecuación es donde debemos incorporar los argumentos que rearman la codicia en Wall Street.
Los Estados vienen concatenando dramáticas decisiones económicas desde que el mundo entrara en quiebra tras la crisis financiera de las hipotecas ‘subprime’. La ampliación sin límite del balance de los bancos centrales ha creado pobreza y un mega gap social, como consecuencia de una ineficiente redistribución de la riqueza mediante potenciar de manera artificial los mercados especulativos, en vez de la economía productiva. A eso le llaman políticas monetarias no convencionales o ‘quantitative easing’. Tras el Covid, las políticas fiscales de los Estados no han hecho más que quebrar la economía de los Estados desarrollados y cuando digo quebrar, me refiero a una deuda sobre el PIB por encima del 100% en todas las economías desarrolladas, ¡ojito al dato!
Esta pasada semana conocíamos los datos del IPC en la zona euro, lo que nos ha permitido comprobar que el fuerte dato del crecimiento del PIB en Estados Unidos contrasta con una economía europea bajo mínimos, con el drama alemán al amparo de una inflación que si bien parece dar tregua, no debería volver a los niveles pre-covid, principalmente por las fuerzas sindicalistas que parecen reclamar una mayor dosis de salario (no lo critico, lo expongo). Y es que la mala redistribución de la riqueza es una realidad que debemos combatir desde el diálogo social entre empresas, trabajadores, pero también ¡ESTADO! Estonia y Andorra son dos ejemplos de cómo la renta per cápita puede acelerarse con el simple hecho de moderar la carga impositiva. Al César lo que es del César, y la propiedad privada del trabajador no se toca. Más salario neto para el empleado, es más consumo, menos paro, más trabajo de calidad y de rebote, un Estado con finanzas más sólidas.
«Wall Street se ha convertido en una ratonera queridos, no ávida de ignorantes»
El modelo económico que funciona y prevalece a largo plazo es el crecimiento en manos del sector privado. Pero, ¿qué podemos esperar de un gobierno que ha destinado los fondos de recuperación europeos al sector público? 60 de las 100 primeras empresas en percibir los fondos públicos son públicas, ¡dantesco! Escandaloso es que el Adif se haya erigido como el principal receptor de fondos con 2.550 millones de euros, y la primera empresa privada de la lista se haya hecho con 97.
En esta torna de acicates, el oro nos advierte de que cierta confusión se apodera de las bolsas, estanflación le llamamos los economistas. Con subidas de la renta variable al albur de la inflación y la destrucción masiva de deuda y el ahorro, con la nula capacidad de los bancos centrales de crear tipos reales positivos y la perversa ecuación que permita a los Estados sanear sus cuentas, ¡inflación! Sin duda, el oro tras el mejor cierre mensual de toda su historia, se ha quedado a un suspiro de dar arranque a una tendencia secular alcista, que podría llevar sus precios a cotizar en torno a los 3.000 USD por onza, un claro aviso a navegantes de que algo huele a podrido en las economías señoras y señores.
Wall Street se ha convertido en una ratonera queridos, no ávida de ignorantes. La caza del cordero ha dado comienzo y ya no hay nada que lo pueda frenar. Es la era de pensar que es lo que realmente queremos y simplificarlo. Saber decir que NO como defensa de aquello que realmente queremos será virtud en el mercado. El arte de la prudencia me obliga a recordaros las tres reglas que no debemos olvidar jamás: primera, cortar las pérdidas; segunda, cortar las pérdidas y tercera, cortar las pérdidas. Si podemos seguir con disciplina férrea estas tres reglas, tal vez entonces tengamos una oportunidad.