¿Por qué pagamos más por la gasolina y el diésel pese a la caída del petróleo?
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Los precios de los combustibles continúan en zona de máximos históricos. La gasolina y el diésel superaron por quinta y tercera vez en la historia, respectivamente, los dos euros el litro. En cambio, el precio del barril de petróleo está a la baja y los expertos creen que puede caer hasta los 100 dólares. Por tanto, si baja el valor del crudo, ¿por qué no se reduce el precio de la gasolina y el diésel?
El histórico muestra que las bajadas del petróleo no se reflejan en una caída proporcionada en el precio del combustible. El principal responsable es el conocido como el efecto cohete y que supone un incremento de forma inmediata de los precios del combustible para los consumidores a la velocidad de un cohete. En cambio, cuando caen las materias primas se produce el efecto pluma: en el momento de bajar los precios por la caída del petróleo, el descenso es tan lento como la caída de una pluma hasta que toca el suelo, ya que las materias primas cotizan en el mercado con precios a futuro.
La definición de los dos efectos es simple, pero detrás se esconden una serie de variables que explican el daño que sufre el bolsillo del consumidor en la primera operación salida del verano donde costará entre 41 euros y 47 euros más llenar el combustible respecto al año pasado, según datos de la Unión Europea.
De inicio, los impuestos. El consumidor llega a pagar hasta un 60% en impuestos cuando llena el depósito de su coche con gasolina o diésel. Este es el gran motivo por el que el combustible nunca bajará tan rápido como el petróleo. Al tener que soportar siempre la misma presión fiscal, de poco ayuda la caída del crudo en el corto plazo.
El trabajo de las petroleras suma y el margen de las refinerías está al alza, lo que termina por repercutir en el precio a causa de la transformación, transporte y comercialización del producto. Unos precios altos en estas parcelas pueden suponer que el precio del petróleo no llegue a representar ni el 40% del coste del combustible.
El aprovisionamiento de las petroleras juega su papel. Las compañías tienen sus previsiones del precio del petróleo y conforme a ellas. Además, el petróleo se paga principalmente en dólares y actualmente se ha convertido en un activo refugio para los inversores dañando al euro.
Los expertos de Bankinter explican que una bajada en el precio del petróleo “debería repercutirse en los precios que pagan los consumidores por el combustible, pero matemáticamente no pueden ir en paralelo porque, entre impuestos y costes fijos, aunque el petróleo estuviese a 0 euros un litro de gasolina nunca se vendería a 0 euros”. Esta situación ya se vivió en los momentos más crudos del coronavirus cuando el barril de tipo West Texas, referencia en Estados Unidos, llegó a caer hasta los -40 dólares.
Además, aunque suban los precios, la demanda no cae en la misma proporción por las necesidades de la población. Por otro lado, los coches que usan combustibles que no sea la gasolina o el diésel no son representativos, la competencia en el mercado no es elevada pese a las gasolineras low cost y la intervención del Gobierno es reducida.