La inversión responsable, el único camino
A los inversores les preocupa dónde y cómo invierten su dinero. La inversión será sostenible, en sintonía con los valores sostenibles, sociales y de buena gobernanza que rigen la sociedad moderna o, sencillamente, no será. La relación entre las finanzas y el medio ambiente o el bienestar social poseen cada día una conexión mayor, tanto desde el punto de vista de las oportunidades como de los riesgos.
Es por esta razón, entre otras, que desde hace unos años el Dow Jones Sustainability Index (DJSI) ha tomado un prestigio sin parangón. Este índice, que cumple este 2019 dos décadas de vida, analiza los parámetros económicos, ambientales y sociales de las 2.500 empresas que más capitalización poseen del mundo, para medir su nivel de compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad social.
De alguna forma, este análisis, hecho desde el corazón de Wall Street hacia el mundo, es uno de los termómetros que observan los inversores para elegir los proyectos más comprometidos con la sociedad de su tiempo y, a su vez, con los inversores. Además, hay que tener en cuenta que los jóvenes de hoy serán los inversores del futuro y, según los estudios, en este momento están comprometidos más con los proyectos conscientes que les genere un beneficio económico a medio y largo plazo.
Desde Bruselas, además, la Comisión Europea (CE) presentó en 2018 el conocido como “Plan de Acción en Finanzas Sostenibles», un informe elaborado a partir de las recomendaciones de un grupo de experto independientes, con el fin de integrar totalmente las finanzas sostenibles en el núcleo del sistema financiero de la Unión Europea (UE).
Este plan de acción, que cuenta con varios ejes fundamentales que van en línea con los objetivos recogidos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, busca abordar los compromisos climáticos, reorientar los flujos de capital hacia una economía más sostenible y crear un nuevo marco normativo –modificará el MiFID II– para los productos financieros, así como para involucrar más a la ciudadanía e inversores individuales para lograr un sistema financiero sostenible.
Éste último dato, además, no es baladí, ya que según un informe de la Global Sustainable Investment Alliance, actualmente los inversores particulares representan el 26% del total de las inversiones a nivel global. Los datos que maneja la Comisión Europea (CE) van en la misma línea e indican que este tipo de inversor tiene en cuenta, cada vez más, las consideraciones climáticas, ambientales y sociales.
Con respecto a los inversores institucionales y gestores de activos, Bruselas exigirá una mayor transparencia con respecto a la sostenibilidad y, además, medirá la integración de la misma en los ratings crediticios y los estudios de mercado para caminar hacia una inversión económica baja en carbono y centrada en el desarrollo sostenible.
Con todo esto en el horizonte, con la llamada de SOS del planeta y la alerta climática confirmada por la ONU, la banca privada está llamada a ser una de las mayores aliadas de las sociedades desarrolladas sobre economías sostenibles y responsables. Por esta razón, varias firmas bancarias están lanzando servicios de gestión integral de carteras sostenibles y responsables. Abanca Privada, por ejemplo, ha lanzado ‘Alpha Responsable’, un servicio de gestión personalizada de carteras conformadas de manera exclusiva por fondos de inversión socialmente responsables.
A través de este servicio, que permite el seguimiento diario y activo de su evolución a través del Centro de Inversiones de Abanca, garantiza a sus clientes que su cartera se conforma exclusivamente con una selección de fondos de inversión de las mejores gestoras internacionales. Pero, además, garantiza que el proceso de inversión atiende a criterios de sostenibilidad medioambiental, compromiso social y ética en la gobernanza, los tres pilares de la conocida como inversión ESG (Environmental, Social, Governance).
Desde Abanca explican que “los estudios revelan que las compañías con mejores rating ESG demuestran una mayor rentabilidad a largo plazo”. Por lo tanto, prosiguen, “invertir de manera socialmente responsable no supone renunciar a rentabilidad, sino que, además de conseguir la misma rentabilidad, la volatilidad es menor y con menores caídas en momentos de shock del mercado”. En este momento, el servicio de Abanca está disponible para los clientes de los segmentos de banca privada y banca personal, aunque el objetivo de la entidad es extender, durante este 2019, la oferta de carteras socialmente responsables a cualquier ahorrador.
Andbank España, por su parte, tiene el fondo SIGMA Global Sustainable Impact (GSI) con el fin de obtener rentabilidades consistentes y, al mismo tiempo, generar un impacto positivo y directo con sus inversiones. Al igual que Abanca, la gestión de riesgos se hace a través de los parámetros de inversión ESG. En España, gran parte de las entidades financieras están alineadas con el retorno social de la inversión. Abanca, por ejemplo, en el marco de su estrategia de RSC, destina un 3% de sus beneficios a garantizar la actividad de Afundación.; Andbank destina el 1,6% del patrimonio invertido en la organización CRIS contra el cáncer.
Tressis, tras la demanda de los inversores, también ofrece carteras gestionadas de inversión socialmente responsables que fusionen rentabilidad y principios. Para la selección de sus inversiones, según detallan, se tienen en cuenta empresas que luchen contra la pobreza, el hambre, el cambio climático y velen por los derechos humanos.
BBVA cuenta con el fondo ético de renta variable, BBVA Desarrollo Sostenible. Un vehículo inversor que a apuesta por empresas capaces de minimizar los riesgos ambientales. Por su parte, Banco Santander cuenta con Gama Santander Sostenible con varios fondos dedicados a la inversión socialmente responsable con diferentes grados de exposición.
Interesante es también mencionar Nordea 1 Global Gender Diversity. Este fondo de inversión que toma en consideración la perspectiva de género y lanza productos ad hoc de invertir en compañías con una representación diversa en términos de género y respeten los derechos humanos.
En definitiva, el vínculo de las finanzas y la sostenibilidad es cada día más indisoluble.