La inflación subyacente sigue disparada y amenaza la temporada turística por los precios hoteleros
La subida de los precios generales se moderó al 3,2% en mayo frente al 4,1% de abril. El Gobierno se ha apresurado a sacar pecho de este dato, pero la realidad es que los precios de todo lo que no es energía y alimentos frescos -la inflación subyacente- siguen subiendo al 6,1%. Algo que puede significar grandes subidas de los precios de los hoteles y restaurantes en vísperas del inicio de la temporada turística veraniega.
Esta subida de los precios de la hostelería fue ya notable en Semana Santa, cuando el precio medio por noche de hotel subió un 22%, unos 30 euros, respecto al año anterior. Dicho coste se situó en 155 euros. Con la resistencia a la baja de la inflación subyacente, esa cantidad será superior con toda seguridad en las próximas vacaciones de verano.
En abril, último mes con datos desglosados por el INE, la rúbrica «restaurantes y hoteles» registró una subida del 7,6%, muy por encima del 4,1% de la inflación general y del 6,6% de la subyacente del mes pasado.
La mayoría de los expertos espera que el IPC, tanto general como subyacente, siga moderándose en los próximos meses, lo cual no significa que los precios vayan a bajar, sino que subirán a un ritmo más lento. Además, hay que tener en cuenta el «efecto base», es decir, que los datos de estos meses se comparan con los datos desmadrados de hace un año.
El IPC «se apoyó en el efecto comparación con el mes en el que empezó la guerra, cuando se dispararon los precios energéticos. Por ello, es previsible que el IPC tenga una mayor desaceleración de junio a agosto», según un análisis de Ibercaja. Asimismo, hay que añadir la rebaja de los costes energéticos, que también se traduce en una menor presión sobre los bienes y servicios finales.
La demanda resiste
En todo caso, la temporada turística va a ser considerablemente más cara que la del año pasado. A pesar de ello, se espera un nivel de ocupación muy alto, en línea con los datos acumulados hasta abril, tanto por parte del turismo nacional como extranjero.
Una fuerte demanda que también empieza a estar amenazada por la desaceleración económica generalizada en Europa, en especial en Alemania, que ha entrado en recesión con dos trimestres de crecimiento negativo. El efecto de las subidas de tipos del BCE y la erosión que provoca la propia inflación en el consumo están detrás de esta crisis.
Por último, desde el lado de los precios aparece una nueva amenaza en el horizonte: la sequía, que muy probablemente encarecerá de nuevo los alimentos y las materias primas agrícolas, lo cual tendrá un impacto muy relevante en la restauración.