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El increíble culebrón de Prisa en México: sus socios asaltan su radio y nadie sabe quién la controla

Detrás de la batalla accionarial está el intento de López Obrador de acallar a sus críticos

Los nuevos socios de Prisa en México asaltan las instalaciones para tomar el control editorial de la radio

López Obrador sacyr acciona
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Prisa, propietaria de El País, As o la Cadena SER y el peor de la bolsa española este año (pierde más del 70%), ha sufrido esta semana una peripecia digna de un culebrón en México. Sus socios en la principal emisora de radio del país asaltado sus instalaciones para quitarle el control… y nadie sabe si lo han conseguido o no. Una desventura que tiene detrás el intento del presidente López Obrador de acallar a sus críticos y que ahonda en la crisis del antaño principal grupo de comunicación español.

Prisa poseía a medias con su tradicional socio mexicano, Televisa, la compañía Sistemas Radiópolis, propietaria de la principal emisora de México, W Radio. Pero hace un año Televisa vendió su 50% al Grupo Coral, propiedad de varios empresarios afines a AMLO (Andrés Manuel López Obrador), capitaneados por Miguel Alemán Magnani -nieto de un histórico presidente mexicano- y Carlos Cabal Peniche.

Ahí comenzó una guerra entre los dos accionistas por el control editorial de los contenidos de la emisora, hasta ahora muy crítica con el actual presidente. En especial, su locutor estrella, Carlos Loret de Mola, una especie de Carlos Herrera mexicano que, por ejemplo, sacó en otro medio un video del hermano de AMLO recibiendo paquetes de dinero para financiar el partido.

La batalla culminó el martes cuando este grupo convocó una junta de accionistas que aprobó la toma de control de Radiópolis con el nombramiento del propio Alemán como presidente. Acto seguido, ejecutaron ese cambio entrando en sus instalaciones.

Nadie sabe quién controla W Radio

A partir de aquí, nadie sabe a ciencia cierta qué ha ocurrido. Prisa asegura que esta entrada fue un asalto violento e ilegal, y que fue repelido, por lo que la actividad y la línea editorial de W Radio continúan sin cambios. Asimismo, asegura que no fue convocada a la junta de accionistas y que, por lo tanto, es nula. Y ha anunciado acciones legales contra sus socios por «graves incumplimientos de las obligaciones societarias y contractuales».

Los ‘rebeldes’, en cambio, sostienen que «no hubo ninguna toma violenta de las instalaciones, como irresponsablemente se difundió en algunos medios y en redes sociales. Nada más alejado de la realidad, todo el proceso de integración del nuevo Consejo de Administración se realizó de manera responsable y, sobre todo, conforme a derecho». Coral asegura además que no se va a cambiar la línea editorial ni ha despedir a ningún profesional, para desmentir las acusaciones de perseguir fines políticos.

La batalla se dirimirá en los tribunales, pero de momento nadie tiene claro quién manda en W Radio. El propio Loret de Mola parece desconocerlo y se ha limitado a decir que los dos bandos le han garantizado su continuidad y la de su programa. Los oyentes no han percibido tampoco cambios en su línea crítica con el Ejecutivo.

Curiosamente, Prisa es percibida en México como opositora al izquierdista López Obrador, justo al contrario que en España. Esto se debe a las buenas relaciones en el pasado de la empresa española y de Felipe González con el PRI.

Por el contrario, Alemán forma parte de un consejo asesor de empresarios del presidente. Además, es propietario de la aerolínea Interjet, que está pasándolo igual de mal que todas las compañías aéreas por culpa del Covid. La sospecha en círculos del país azteca es que el movimiento de W Radio se ha realizado a cambio del rescate público de Interjet.

La imparable cuesta abajo de Prisa

Prisa fue fundado en los años 70 por Jesús Polanco y durante muchos años fue el grupo de comunicación líder en España. Pero, tras el fallecimiento de su fundador, estuvo al borde de la quiebra por la inasumible deuda en que incurrió para lanzar una opa sobre Sogecable, su filial de TV, en 2008. En 2010 apareció como salvador el fondo Amber Capital de la mano del entonces presidente de Telefónica, César Alierta, pero no fue suficiente.

Los principales acreedores del grupo, Santander, CaixaBank y HSBC, rescataron el grupo en 2012 con la conversión de sus deudas en capital, y  la propia Telefónica también entró en el accionariado. Desde entonces, Prisa ha ido encadenando refinanciaciones y ampliaciones de capital, lo que le costó el puesto en 2017 al delfín de Polanco, Juan Luis Cebrián, sustituido por el actual presidente, Javier Monzón (expresidente de Indra).

Prisa también ha intentado sin éxito en varias ocasiones la venta de las ‘joyas de la corona’: la editorial de libros de texto Santillana y el conglomerado mediático portugués Media Capital. Incluso se ha visto salpicado por la imputación de Monzón en el ‘caso Púnica’, aunque finalmente la Audiencia lo archivó en enero.

Pero todas estas operaciones han dejado heridas incurables entre los accionistas, en especial entre Amber (que tiene el 29,8% del capital) y el Santander, principal acreedor y titular del 4% de las acciones. Este mes, fondo aceptó mantener a Monzón en su puesto como pedía el banco a cambio de dividir la compañía en dos: medios de comunicación y educación (Santillana). Mientras tanto, las pérdidas de todos los accionistas no dejan de aumentar y la compañía apenas capitaliza 288 millones. Y ahora, encima, un culebrón mexicano.

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