Fast fashion

Francia declara la guerra a Shein y Temu

Francia declara la guerra a Shein y Temu
Edificio de Shein.

Europa tiene un problema con la producción textil y es que, mientras muchas de las compañías locales del sector están cerrando, los productos llegados de China y otros países de Asia a precios irrisorios les impiden recuperarse. Varios países han expresado su preocupación al respecto, pero parece que es Francia la que declara la guerra a Shein y Temu, para acabar con las fast fashion.

La Cámara Baja del Parlamento francés aprobó la semana pasada un proyecto de ley que busca imponer sanciones a esos artículos. ¿Cuáles? Todos los que se encuadren en esta idea de moda ultrarrápida o fast fashion, una tendencia que ha crecido muchísimo últimamente, de la mano de empresas como Shein.

La proliferación de los nuevos modelos de negocio supone un problema importante para la UE. Sus fabricantes no pueden competir con los chinos en precio. Y también está la cuestión medioambiental.

Francia declara la guerra a Shein y Temu: ¿cuáles son las sanciones que prevé imponer Francia?

Para desalentar la compra de estos productos, el gobierno de Emmanuel Macron establecerá sanciones de hasta 10 euros por cada prenda individual que se venda de aquí al año 2030. Por otro lado, serán eliminadas las publicidades de este tipo de ropa barata.

Aunque el proyecto de ley debe discutirse aún en la Cámara Alta, se da por descontado que se aprobará por unanimidad.

¿Qué es la fast fashion y por qué crea tanta polémica?

La popularidad de los minoristas de moda Shein y Temu se debe a que hay demanda de un público que desea comprar nuevos artículos pero muchas veces se ve impedido de hacerlo por el elevado precio de los productos fabricados en Europa -o importados por europeos-.

Esa necesidad de comprar, incluso sin disponer de mucho dinero, ha llevado a que los consumidores se fijen en estas empresas.

Los cambios en la preferencia de los clientes han perturbado al sector minorista, que ve amenazados sus márgenes de ganancias. Mientras que, quienes se dedican a la industria textil en Europa afirman que, si no se toman medidas, esto comporta riesgo el trabajo. Miles de empleados serán despedidos por la baja demanda de productos de moda fabricados o importados por Zara o H&M.

Los defensores del proyecto de ley aseguran que «esta evolución del sector de la confección hacia una moda efímera, que combina mayores volúmenes y precios bajos, está influyendo en los hábitos de compra de los consumidores al crear impulsos de compra y una necesidad constante de renovación, lo que no deja de tener consecuencias medioambientales, sociales y económicas».

Es decir, las compañías continentales consideran que los consumidores acaban gastando las mismas cantidades en prendas. Sostienen esto a partir de la presunta mala calidad de los artículos que vienen de China, que no duran tanto como los europeos.

¿Qué dicen las compañías chinas?

En un comunicado enviado a la agencia Reuters, fuentes de Shein advierten que la ropa que producen «satisface una demanda existente, lo que permite que su tasa de prendas no vendidas se mantenga constantemente en un dígito bajo, mientras que las compañías tradicionales pueden tener hasta un 40% de desperdicio».

Añaden que la consecuencia será «empeorar el poder adquisitivo de los consumidores, en un momento en el que ya están notando el impacto de la crisis del coste de vida».

Como respuesta a ello, el ministro de Medio Ambiente de Francia, Christophe Béchu, realizó una serie de publicaciones en Twitter describiendo el proyecto de ley como «un gran paso adelante para reducir la huella ambiental del sector textil». Al titular de este ministerio le preocupa especialmente la exportación de ropa usada, por lo que hará lo posible porque se prohíba la práctica.

Otras medidas tomadas por Francia contra la guerra a Shein

Hace algunos meses, el gobierno de Macron lanzó un plan de reparación para alentar a la gente a recuperar prendas y calzados. Con ayudas de más de 150 millones de euros a la iniciativa, que reembolsa a los compradores con hasta 25 euros por ropa o zapatos que se lleven a reparar, tratan de concienciar a los consumidores sobre la importancia de reducir los desperdicios.

Refashion, una organización sin fines de lucro que fue la encargada de gestionar el programa, informó que sólo durante el año 2022 llegaron al mercado francés 3.300 millones de prendas de vestir, ropa de casa y calzado.

Por los bajos precios que suelen tener los artículos que vienen de China, los franceses tiraron a la basura unas 700.000 toneladas de ropa.

Todo esto, en un contexto en el que la industria de la moda, y sobre todo de la fast fashion, está siendo señalada como responsable directa de hasta el 5% de las emisiones globales de CO2.

Diversos estudios han determinado que casi la mitad de todas las fibras producidas por la industria son formas de poliéster a base de aceite, cuya producción le causa un grave daño al medio ambiente.

Hasta ahora, nadie en España se ha manifestado acerca de estas medidas ni en torno a la posibilidad de replicarlas. Y no se ha empezado ha declarar que se va a hacer la guerra a Shein.

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