Análisis

¡Esfuerzo fiscal vs presión fiscal!

bancos centrales
Los mercados esperan más claridad de los bancos centrales sobre los estímulos

«Cuanta más pasión pone la gente por el trabajo que hace, más probabilidades hay de demostrar energía positiva y éxito en la vida», Terry Funk Graham.

¿Alguien ha dicho excesos? Buena resaca nos están dejando los principales bancos centrales del mundo… Les adelanto, señores, que en las mesas de negociación mundiales sólo se habla de ¡inflación y reflación!, dos palabras bonitas en la teoría, y muy arduas en la práctica.

Hoy el miedo al despilfarro provocado por los bancos centrales se solapa con la incipiente euforia proveniente de las reformas estructurales acometidas por el mundo económico desarrollado, en las que el paso al incremento del gasto público tras el presunto éxito de la vacunación global incide en un impulso cíclico que debería alargar un par de años lo que se está convirtiendo en la mayor fiesta bursátil de al menos los últimos 70 años, únicamente comparable con la mega tendencia alcista secular de la década de los 90, ¡qué maravilla!

Este suceso obviamente está apuntalando la especulación sobre los diferentes mercados y nos lleva a observar cómo el mercado especulativo empieza a cebarse con las materias primas, algo con lo que por descontado no cuentan nuestros queridos bancos centrales. Y es que la falta de inversión que les he venido comentando en los últimos meses por parte de la industria cíclica en general, se solapa con un incremento de demanda apuntalado por la recuperación económica y el incremento de la inversión pública.

Así lo vivimos hace unos días con un notable incremento en los indicadores del IPC y con la prolongación de la subida de las principales materias primas cotizadas del globo terráqueo. La mucha luz es como la mucha sombra: no deja ver. Y en esta era de excesos, aparece una oportunidad histórica para tomar decisiones que cambien la estructura de una nación, buscando en las reformas la posibilidad de crear un proyecto social de referencia en Europa y que nos permita a los ciudadanos vivir en un mejor estado del bienestar.

Sin embargo, el reto que parece tomar el Gobierno de España no se basa tanto en cómo construimos un país eficiente, moderno y capaz de acoger los sueños de sus ciudadanos, sino más bien yo diría que estamos ante un país que hará lo necesario para recibir caridad -¡cuanta más, mejor!- y esto no es en absoluto lo que yo entiendo por proyecto: más bien le llamaría huida hacia delante.

Una vez más, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue empeñado en hacer uso de su mayor virtud, ¡la mentira! Y ya sabemos aquello de que con una mentira es posible que engañes a alguien, pero cualquier mentira dice de ti mismo una gran verdad indiscutible: que eres débil. Y como decía Twain, hay tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. ¡Suerte con lo último!

Y hablando de mentiras… ¿ustedes qué opinan? ¿Se consideraría como tal lo que este Gobierno trata de hacer al engañar a todos sus contribuyentes bajo la excusa de la presión fiscal, sustancialmente por debajo de la media europea? Algo que por cierto es muy relativo y poco informativo, puesto que la verdadera forma de medir la participación del Estado en la riqueza privada es mediante el esfuerzo fiscal, y aquí España está más cerca de Grecia que de Dinamarca, amigos.

El esfuerzo fiscal es un indicador que mide de igual manera que la presión fiscal los impuestos recaudados entre el total del PIB, pero el esfuerzo fiscal mide además el impacto de la recaudación en la renta per cápita, por lo tanto ¡seamos serios con los términos!

Este hecho ratifica que el sistema fiscal español es deficiente, y no es capaz de recaudar más dinero cuando se produce una subida de impuestos. ¿Cuándo pasa esto? Cuando la presión fiscal ahoga el tejido productivo y a los consumidores, negándoles totalmente su derecho y su libertad para construir sus sueños bajo la libre elección profesional. Reducir los impuestos significa dar acogida a los emprendedores, reducir la economía sumergida y calentar el fuego que da potencia al motor de la recuperación.

Estoy harta de suplicarles que el proyecto económico fiscal del Gobierno, así como todos los demás, deberían de ser liderados por tecnócratas preparados que se centren en este caso en reducir los gastos absurdos, como por ejemplo aminorar el número de políticos y administraciones que tenemos en este país, y simplificar la fiscalidad para que las PYMES y autónomos puedan avanzar, puedan mejorar la condiciones laborales de sus trabajadores, puedan no verse obligados a defraudar a hacienda y puedan motivar con puestos de trabajo de valor añadido a nuestros estudiantes.

Una nación que cree en ella deja actuar a sus ciudadanos, esforzándose para dar condiciones que permitan mejorar su progreso sabiendo que una economía robusta no necesita de una gran carga fiscal para pagar sus deudas, más bien necesita no estirar más el brazo que la manga y de ese modo fomentar a sus ciudadanos para que el PIB sea cada vez superior y así de paso, también la recaudación total reduciendo el esfuerzo fiscal. Parece fácil, ¿no? Pues eso, déjenos por favor trabajar a los tecnócratas.

Como decía Terry, cuanta más pasión pone la gente por el trabajo que hace, más probabilidades hay de demostrar energía positiva y éxito en la vida. ¿Y si probamos con esta fórmula para nuestro país? Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza, y quizás sea esto último lo más conveniente para algunos afincados en el poder. Mi consejo semanal: nunca olviden que todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, pero todas son malas cuando nos esclavizan.

Lo último en Economía

Últimas noticias