Día Internacional del Medio Ambiente

Ecoalf, Inditex o Adolfo Domínguez: tres empresas de moda comprometidas con la sostenibilidad

empresas-moda-sostenibilidad
Manifiesto ecologista de Adolfo Domínguez (Foto. AD)
María Villardón

La buena noticia”, decía el académico David Roberts durante el último Copenhagen Fashion Summit a mediados de mayo, “es que el petróleo, la industria más contaminante del mundo, pronto llegará a su fin por el apogeo de las energías limpias. Lo que no es tan bueno para vosotros -empresas textiles- es que pronto descubriréis la sensación de ser ese número uno que nadie quiere ser”.

La industria de la moda, una de las más rentables del mundo, es la segunda que más impacto medio ambiental deja sobre el planeta. El problema reside en un término -y hábito de consumo- que aún desconocíamos a finales del S. XX: el ‘fast fashion’, moda con una producción deslocalizada y con materiales de dudosa calidad que se consume a toda velocidad por el deseo de renovación constante.

El agua y el aire no son infinitos en la tierra. Y sólo tenemos una embarcación”, remataba Roberts ante un auditorio danés al que pretendía enrojecer con este estoque final. Las cifras son tozudas, sólo el 1% de los textiles producidos se reutiliza para producir otra prenda, mientras que un tercio de las compañías del sector no tienen iniciativas para mejorar sus prácticas ambientales y sociales.

Ante este desolador escenario, las compañías textiles han ido delineando una nueva hoja de ruta que haga su actividad cada día más sostenibles. Es importante señalar que cuando hablamos de sostenibilidad no sólo se hace referencia a los aspectos medioambientales, sino también a los sociales y los económicos, tal como señaló el Nobel de la Paz 2007, Mohan Munasinghe.

Inditex
Caja de pedido online de Zara (Foto. Zara)

No hay vuelta atrás, en el camino de la moda en los próximos años pasa por la sostenibilidad o, dicho de otra manera, por ‘hacer las cosas bien”, explica a este periódico Silvia Pérez Bou, profesora de Sostenibilidad de ISEM Fashion Business School. De hecho, la mayor parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marca la agenda de Naciones Unidas para 2030 están relacionados con las empresas de moda y que firmaron casi 200 Estados-miembro.

Desde el punto de vista social, el sector de la moda recibió un mazazo mortal en su reputación que zarandeó, no sólo la conciencia de las empresas, sino también la conciencia de la sociedad. En 2013 Rana Plaza, una de las fábricas textiles más importantes de Savar, a las afueras de Dhaka (Bangladesh), se derrumbó y acabó con la vida de 1.130 empleados, la mayor parte de ellas mujeres.

La suiza H&M en 2015 puso en marcha un programa de ‘salarios justos’ para mejorar las condiciones de trabajo de las fábricas ubicadas en Asia. Actualmente, se aplica en 228 factorías a cierre de 2017, un 60% más que un año antes. Desde la compañía señalaban que esta media repercute en el precio de producción, pero también admitía que está dispuesta a asumirlo por responsabilidad.

Colección de moda sostenible de H&M (Foto. H&M)

No obstante, según el informe «Pulse of the Fashion Industry», elaborado por el Boston Consulting Group y Global Fashion Agenda en 2017, se estima que la economía mundial ganaría unos 160.000 millones de euros anualmente si la industria de la moda atacara convenientemente las cuestiones sociales y medioambientales que tiene ahora planteadas.

El aumento de la concienciación social ha supuesto un punto de inflexión en las empresas del mundo de la moda y éstas lo saben. Si quieren seguir creciendo y ser transcendentes para dejar huella en la sociedad deben hacer las cosas de otra forma. Según el perfil trazado por Nuria Vilanova en “Generación Z. El dilema”, los jóvenes nacidos entre 1994 y 2009 “son solidarios, les preocupa el medio ambiente, son emprendedores que impulsan proyectos de economía colaborativa y consumo”.

Sin ir más lejos, Hemper, una marca de moda sostenible liderada por jóvenes de apenas 25 años, produce mochilas de cáñamo en Nepal. En este país, al norte de India, han creado varias comunidades donde dan empleo a los padres de familia y brindan educación a sus hijos. Por su parte, la compañía alicantina de calzado Pikolinos da empleo a más de 1.000 mujeres massai cada año llevando parte de la producción de sus sandalias de inspiración africana a África. 

“Definitivamente las marcas de moda son mucho más atractivas si detrás hay un compromiso de sostenibilidad”, comenta la experta de ISEM Busines Fashion School. Además, cree que “los clientes no quieren comprar ropa hecha por personas en peligro, explotados, mal pagados o en entornos contaminados”, pero sí que señala que “es necesario darles más información para que puedan reflexionar”.

Para concluir, Pérez Bou pone un ejemplo: “Una camiseta de algodón fabricada en Asia, a la venta por 3,99 euros en una tienda amplia de una calle céntrica en cualquier ciudad española debería ser sospechosa en algún punto de su cadena de valor”.

Sin duda, la empresa abanderada y con el discurso más férreo con respecto a su compromiso para la reducción de impacto mediaombiental es Ecoalf. La compañía, creada en 2009 por Javier Goyeneche, produce sus prendas sostenibles con redes de pesca reciclada, botellas de plástico, posos de café o residuos de algodón.

Ecoalf
Ecoalf (Foto. Ecoalf)

“La compañía -hoy controlada por Manor Group- nace de mi frustración por el uso excesivo de los recursos naturales del mundo, no es necesario abusar de éstos de forma indiscriminada para elaborar ropa de la misma calidad y diseño que las no recicladas”, comentaba el fundador hace poco en Valencia.

Inditex, el gigante textil número uno en distribución de moda del mundo, ha sido reconocida por varios estudios como una de las compañías más punteras en el desarrollo sostenible. En el Index of Transparency de 2018 hay 9 empresas españolas, 5 de ellas del Grupo Inditex que ocupan el segundo rango mejor posicionado, entre el 41 y el 50% de transparencia.

Oysho y Pull & Bear -dos de sus marcas- han lanzado bajo el sello ‘Join Life’ nuevas colecciones elaboradas con materiales como el algodón orgánico, proveniente de semillas no modificadas genéticamente y cultivadas con fertilizantes naturales o el Tencel -una fibra producida en un circuito cerrado que reutiliza el 100% del agua y que procede de la madera de bosques gestionados de forma controlada garantizando su reforestación”.

Adolfo Domínguez suprimió en 2010 las pieles de sus prensas y apostó por el uso de materias primas sostenibles. “Somos hijos de la naturaleza, no sus dueños”, reza el manifiesto de la compañía gallega, que prosigue explicando que “la piel como subproducto de la carne requiere de una gran cantidad de energía y emisión de CO2, tanto en creación como en su mantenimiento”. Además, según señalan, el algodón es menos sostenible que el poliéster porque “necesita de mas agua y consume casi el 30% de los pesticidas que se usan cada año en la tierra, responsables de la muerte de entre 20.000 y 40.000 campesinos envenenados por su manipulación”.

Por su parte, el gigante H&M presentó su línea Conscious Exclusive elaborada con redes de pesca o residuos de nailon. “Todo está elaborado con materiales que contribuyen a “conservar los océanos limpios”, comentaba Ann-Sofie Johasson. No es para menos, según datos de Naciones Unidas, actualmente 6,4 toneladas de basura van a parar al mar cada año, el 90% de ella son plásticos. De hecho, Greenpeace señala que en 2050 habrá más residuos que peces en el mar.

Para concluir, Pérez Pou cree que en España «las marcas están apuntándose a esta senda de la sostenibilidad; eso sí, por parte de los clientes hace falta una mayor formación y compromiso a la hora de comprar, aunque se empiezan a ver múltiples iniciativas».

Lo último en Economía

Últimas noticias