Macroeconomía

La desconfianza en la economía frena el consumo: uno de cada dos españoles puede gastar más, pero no quiere

El consumo en España ha entrado en una nueva etapa, marcada por la contención voluntaria del gasto

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El consumo en España ha entrado en una nueva etapa, marcada por la contención voluntaria del gasto, en la que, uno de cada dos españoles puede gastar más, pero no lo hace. Así lo indica la última edición del «Estudio Consumer Pulse», elaborado por la consultora Simon-Kucher, que analiza el comportamiento de compra y la percepción de los consumidores respecto a los precios en el segundo semestre de 2025.

El informe señala que este cambio está impulsado por la pérdida de confianza en las expectativas de futuro. Históricamente, los españoles, como se observa en el gráfico a continuación, siempre han confiado en que el futuro será mejor que el presente.

No obstante, en el contexto actual ambos indicadores se igualan, un comportamiento que solo se había registrado en tres momentos recientes: la declaración del estado de alarma durante la pandemia, el inicio de la guerra en Ucrania y, ahora.

Este comportamiento se explica por la sucesión de acontecimientos de gran impacto en los últimos años, a lo que se suma un contexto de incertidumbre política. Esta combinación lleva al consumidor a cuestionarse de forma constante: «What’s next?».

Este punto es especialmente relevante porque dicho indicador es el que mejor anticipa la evolución futura del consumo. De hecho, uno de cada dos españoles (51%) reconoce tener poder adquisitivo para consumir más, pero opta por no hacerlo.

Según Miguel Afán de Ribera, socio de Simon-Kucher: «Se consolida así el cambio de tendencia que ya anticipamos en primera edición del estudio: pasamos del no quiero porque no puedo al puedo, pero no quiero».

El consumidor está pasando del FOMO (fear of missing out), que lo impulsaba a consumir priorizando el presente, al FOBO (fear of better options), conteniendo su consumo y posponiendo decisiones ante la incertidumbre.

En este sentido, el segmento puedo pero no quiero ha crecido 2,5 puntos porcentuales frente a la edición anterior, hasta representar ya a la mitad de la población. La contracción del consumo voluntario se acentúa en los adultos mayores y los hogares de rentas altas, que han reducido deliberadamente su nivel de gasto.

Las principales razones de este comportamiento son la incertidumbre geopolítica e inestabilidad (43%), el ahorro con vistas a la adquisición de vivienda (29%) y la percepción de incrementos de precios superiores a los reales. De hecho, mientras la inflación real en alimentación se ha situado en torno al 2% durante el último año, los consumidores la perciben como tres veces mayor.

Cambian los hábitos de consumo

El Estudio muestra que este cambio no afecta por igual a todos los sectores de consumo. El consumidor está priorizando determinadas categorías frente a otras, lo que genera claros ganadores y perdedores. Por ejemplo, la alimentación está ganando peso, captando ocasiones de consumo funcional que antes correspondían a la hostelería.

En pocas palabras, el estudio describe a un nuevo perfil de consumidor más precavido y selectivo que no deja de gastar, pero evalúa con mayor detenimiento cada decisión de compra.

«Anticipamos un segundo semestre más restrictivo que el primero. Comercialmente, es muy distinto activar a un consumidor que no consume porque no quiere de uno que no puede hacerlo. Este consumidor no necesita descuentos, necesita motivos» concluye Miguel Afán de Ribera.

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