El consumo de los hogares se reduce a la mitad y es el más bajo en cinco años pese al alza del SMI
El aumento de los precios está dañando el consumo de las familias pese al aumento de las pensiones, los salarios en convenio, la subida del sueldo de los funcionarios y el SMI.
El consumo de los hogares, que representa casi el 60% del PIB, volvió a bajar en el primer trimestre del año contra todo pronóstico. El Gobierno había manifestado que se mantenía su crecimiento a bien ritmo, pero ha pinchado. Entre enero y marzo aumentó un 0,3%, una décima menos que en el anterior trimestre (0,4%) y seis décimas menos que hace un año (0,9%). Por tanto, el ritmo se ha reducido a sólo un tercio. Mientras, en tasa anual el consumo de las familias sólo sube un 1,4% frente al 2% de hace tres meses y 1,6 puntos menos (3%) que en el primer trimestre de 2018. Es decir, el crecimiento del gasto en consumo de los hogares es ahora menos de la mitad que hace un año.
Es el peor registro en este trimestre desde 2014, hace cinco años, al inicio de la salida de la crisis. Lo que evidencia que sigue la desaceleración de la economía ya que este gasto es uno de los dos motores principales de la demanda interna, el otro es la inversión, se ha parado. Y lo más curioso es que este descenso del consumo se produce pese a la coincidencia de varios hechos que nunca se habían producido desde que la economía abandonó la recesión: un incremento general de las pensiones del 1,6% y del 3% las mínimas; la mejora de los salarios privados en convenio del 1,3%; así como una alza de los sueldos públicos (la mayor en la última década) que puede alcanzar este año el 2,50% acumulado. A ello, hay que sumar el aumento de la población, según la EPA, en 96.000 personas durante este periodo (73.000 extranjeros) y, según los datos provisionales de la Contabilidad Nacional, un alza trimestral del empleo a tiempo completo del 0,7%. Con estos efectos, que debían haber tirado hacia arriba el gasto de las familias, baja sin embargo el gasto en consumo.
Si observamos la letra pequeña de estos datos del INE, ajustados de estación y calendario, el gasto interno de los hogares sólo creció en tres décimas en este periodo, la mitad que el trimestre precedente y seis décimas menos que hace un año. Y en tasa anual, el alza ahora es del 1,3% frente al 1,9% entre octubre y diciembre pasados y del 2,9% del primer trimestre de 2019. Ese 1,3% es el ritmo más bajo desde el primer trimestre de 2014.
El caso es que el gasto en bienes duraderos se recupera algo en tasa intertrimetral, hasta el 1,8% frente a una caída del 4,6% en el anterior trimestre por las dudas del consumidor sobre la nueva normativa de emisiones de vehículos, en particular los diesel. Pero, en tasa anual se mantiene en el -1,6%. Por su parte, y es lo más sorprendente, crece espectacularmente el gasto en consumo final interior de los hogares catalogado en ‘otros bienes’ hasta el 3,6% en el trimestre frente al 0,9% del anterior y del 0,8% hace un año. Se trata de la mayor subida desde que hay series históricas (1995). En tasa anual, el gasto en estos ‘otros bienes’ sube un 4,5%, dato que no se registra desde 2000.
¿Qué está pasando con el consumo?
La respuesta es que el gasto en bienes está perdiendo relevancia ya que lo que se consume, y a precios elevados, son servicios, en particular de suministros relacionados con la vivienda, como la electricidad, el gas, el gasóleo o el agua. Es decir, lo que se computa como consumo de la familias en el PIB no son tanto el gasto en bienes sino en servicios con altos precios ante la ausencia de competencia en estos sectores. Es decir, las mejoras salariales y de empleo dan para poco más que para pagar estos costes fijos de los hogares. De esta forma, el consumo final total en España (público y privado), que representa el 78% del PIB, sólo creció cuatro décimas, también la mitad que hace un año y algo similar sucede en tasa anual (1,5% frente a casi el 3% hace un año).
Es la inversión productiva quien, por sorpresa, se ha reactivado en este primer trimestre. Y es la responsable inesperadamente de que el PIB haya crecido al 0,7% en el trimestre y al 2,4% en el último año. El crecimiento hasta el 3,8% trimestral y 6,8% anual de la inversión en bienes de equipo y maquinaria manifiesta la confianza de los empresarios y es la mejor noticia. Sin embargo, sorprende que este alza no se haya trasladado a las exportaciones, que caen en tasa intertrimestral hasta el -0,5% y anual, el primer dato negativo en siete años. Mientras, las importaciones también descienden al -1.1% en tasa trimestral, la mayor caída en seis años, mientras en tasa anual llega al -1,2%, el peor registro desde 2013, por la atonía de la demanda interna. Es evidente que la economía aguanta, pero con muchos altibajos y contradicciones.