Chapuzas, mentiras y amenazas del decretazo de racionamiento energético
Nos van a permitir un poco de autobombo, pero en la historia del racionamiento energético -también en otras muchas-, OKDIARIO ha ido muy por delante del resto de la prensa española. Aquí dimos la voz de alarma de la que se avecinaba el 8 de julio, cuando nos enteramos de que el Gobierno estaba creando un comité de crisis para afrontar los cortes de suministro de gas y/o luz que daba por seguros a partir de septiembre. Un comité que incluía agencias de comunicación para estudiar cómo contárselo a la población.
Poco después, el Ministerio de Transición Ecológica de la ínclita Teresa Ribera llamaba también a las principales empresas energéticas para pedirles propuestas para reducir el consumo. Pero la respuesta del departamento a las preguntas de este periódico fue que eso era «una frikada». ¿Por qué mintió el Gobierno de forma tan descarada? Pues porque entonces -hace apenas un mes- su discurso era que el suministro de gas en España estaba garantizado aunque Rusia corte el grifo a Europa y que «las familias españolas no van a sufrir cortes de gas ni luz en sus casas».
Pero las mentiras tienen las patas muy cortas y ya entonces se supo que Bruselas había pedido a todos los países que preparasen planes de ahorro energético para almacenar todo el gas posible de cara al invierno. Y todos es todos, también España. Esto quedó confirmado el 20 de julio cuando la Comisión Europea anunció su plan que pedía a los Estados miembros que redujesen el consumo un 15% hasta la primavera, con la posibilidad de imponer recortes obligatorios si Putin optaba por el peor escenario. Algo que dejaba en evidencia al ejecutivo de Pedro Sánchez que, no obstante, insistía en que en España no iba a sufrir cortes.
Es más, se opuso al plan de Bruselas y apeló a la manida «excepción ibérica» para dejar el recorte en el 7% para España y Portugal. Para luego, encima, presumir de solidaridad con nuestros socios europeos al anunciar el decreto en que imponía las medidas para conseguir ese ahorro. La caradura del presidente no tiene límites.
Colección de chapuzas
El citado decretazo es de sobra conocido. Y, para haber tenido tanto tiempo para prepararlo y haberse reunido con tanta gente, parece tan improvisado como el impuesto a la banca, que se cocinó la noche anterior al debate sobre el estado de la nación, como también desvelamos en OKDIARIO. Porque vaya colección de chapuzas.
Para empezar, mete en una norma tan supuestamente importante y urgente medidas que no tienen nada que ver, como las ayudas a los camioneros -que amenazaban con otra huelga si el Gobierno no cumplía de una vez sus promesas- o las draconianas condiciones para viajar gratis en tren.
En segundo lugar, las medidas se contradicen a sí mismas y a otras normas. Por ejemplo, en su exposición de motivos insiste en que el suministro está garantizado. Entonces ¿por qué hay que hacer imposiciones en vez de recomendaciones? (el plan de la Comisión no es obligatorio). Otra: si somos los más verdes de Europa y se nos llena la boca con las renovables y el autoconsumo, ¿por qué se penaliza igual a los que consumen energía renovable, como Inditex, o que generan ellos mismos que a los que consumen la luz generada con gas? Cuando el propio decreto lleva otras medidas para fomentar el autoconsumo; no hay por dónde cogerlo.
Asimismo, impone que el aire acondicionado no baje de 27 grados, pero se remite a otra norma de salud laboral que dice que no puede estar más alto que 25. Algo que obligó a rectificar a una Ribera balbuceante. También choca con la normativa del covid, que sigue vigente y obliga a aumentar la ventilación en todos los lugares públicos, es decir, a tener puertas y ventanas abiertas. ¿Para qué hemos tenido a los niños pasando frío en clase con las ventanas abiertas?
Y luego está la cuestión de la vigilancia y las sanciones, imprescindibles si una norma es obligatoria. Nadie sabe -y el decreto no lo dice- quién va a vigilar el cumplimiento de las medidas. ¿Los inspectores de trabajo? ¿Va a poner a la policía a mirar la temperatura a la que las tiendas tienen el aire acondicionado como la puso a controlar quién llevaba mascarilla? Y en cuanto a las sanciones, no establece un régimen específico, sino que se remite a otra norma anterior que no estaba pensada para esto, donde se contemplan cierres de negocios y multas de hasta 100 millones. ¿Estamos locos?
También tiene un plazo mucho mayor que el texto de Bruselas: Sánchez lo alarga hasta noviembre de 2023, casualmente justo antes de las elecciones generales (si no se adelantan). Finalmente, invade multitud de competencias autonómicas sin que parezca que haya una justificación de peso para ello, motivo por el que Isabel Díaz Ayuso va a recurrir la norma ante el Constitucional. Algo que no deja de ser un brindis al sol, porque tardará años en resolverse y para entonces ya dará igual. Bueno, para algo sí servirá: para anular las sanciones que se impongan, como pasó con las del estado de alarma.
La amenaza de septiembre
Por tanto, ni está claro a qué temperatura hay que poner el aire ni si te pueden sancionar por incumplir esta exigencia u otras como la de apagar el escaparate. Con todo, lo peor está por venir. En septiembre, el Gobierno hará otro decretazo en el que pretende meterse directamente en nuestras casas y obligarnos a poner la calefacción en invierno a 19 grados; es decir, a pasar frío. Y también va a restringir el consumo de agua, empezando por los bares y restaurantes.
Y si Putin cierra del todo el grifo (ahora tiene el gasoducto Nord Stream 1 bombeando sólo al 20% de su capacidad), la amenaza de cortes de gas y luz se hará realidad, por mucho que nos digan que aquí el suministro está garantizado. Porque tendremos que mandar el gas que nos llega a países como Alemania o Italia -AXA considera que no tendrán suficiente para el invierno incluso aunque no haya cierre total desde Rusia-, con lo que es posible que no tengamos suficiente para cubrir nuestra demanda. Y sí, sí hay infraestructuras suficientes, en forma de gasoductos y de regasificadoras en otros países a los que se lo tendremos que enviar licuado por barco. Vayan comprándose un buen abrigo.