La banca española imita a Deutsche y pone una linea roja en RRHH: no contratar a nadie

Muchos se han llevado las manos a la cabeza con el anuncio del Deutsche Bank de congelar todo tipo de contrataciones. Sin embargo, lo cierto es que ni el Deutsche es el primer banco que hace esto, ni mucho menos el último. Tiene que quedar claro a todo el mundo: en el sistema financiero sobra gente.

El mundo de la banca ha cambiado por completo. Cada vez menos personas tienen confianza con el jefe de su sucursal, toda vez que ese tiempo lo invierten en otras cosas y la relación con la banca queda reducida simplemente a una aplicación móvil. Es duro, ningún despido es fácil. Pero, tal y como explican a OKDIARIO importantes agentes del sistema financiero español, es ley de vida y hay que entender que los bancos, como cualquier otro negocio, tienen que ser rentables.

Las entidades financieras atraviesan uno de los momentos más duro de su historia, si no el más duro. Toda vez que su negocio ha cambiado por completo y la concesión de créditos ha quedado reducida al mínimo exponente. Además, la dura competencia, en la que ahora entran ‘intrusos’ como Amazon, Google o Facebook, hacen todavía más difícil la supervivencia de los bancos.

Las grandes voces del sector llevan tiempo advirtiendo de los despidos, de la consolidación del sector y del giro de 180 grados que los bancos tienen que dar a sus negocios.

El objetivo es profundizar en su política de ahorro de costes e intentar así mitigar los temores del mercado, en el caso del Deutsche Bank. Pero lo cierto es que esos mismos miedos y esas mismas necesidades la tienen todos y cada uno de los bancos a nivel mundial, y el dinero barato tampoco ayuda.

Por todo esto, no es de extrañar que estas congelaciones en las contrataciones se extiendan por el Viejo Continente hasta llegar a España, donde aun sin decirlo y hacerlo oficial, ya se está produciendo este hecho. ¿Cuántas personas de su entorno han sido contratadas recientemente en un banco? Una pregunta, que tendremos que seguir haciéndonos durante mucho tiempo, y cuya respuesta seguirá siendo la misma: cero.