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Argentina añade más presión a unos mercados con la vista puesta en la guerra comercial

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Mauricio Macri, presidente de Argentina. (Foto: AFP)

La histórica y nefasta gestión en Argentina ha llevado al país al borde de un nuevo colapso económico. La posible victoria de Alberto Fernandez, el líder peronista, en las urnas causa pánico en los inversores, que mostraron su pesimismo en un lunes negro que hundía la economía en el país.

La economía mundial tiembla ante los distintos sucesos que sacuden al escenario macroeconómico. Las protestas de Hong Kong, la guerra comercial entre los dos principales bloques económicos del mundo, los impulsos secesionistas que van a impulsar un ‘Brexit’ desestructurado, la crisis que acecha a la economía europea, los sucesos ocurridos en Argentina y el crack que ha provocado el desplome de las bolsas y la divisa nacional.

Son algunos de los sucesos que enturbian el escenario económico e inyectan mayores incertidumbres y sucesos de riesgo en el escenario económico. El contexto que vive la economía y el escenario político  a nivel global. El deterioro que vive el balance de riesgos a nivel global provoca un mayor pesimismo en las previsiones, que auguran un mayor agravamiento de la situación tras los distintos sucesos agregados.

El último suceso que sacude a la economía, especialmente a una en particular, ha sido lo ocurrido en Argentina. La economía argentina se hunde por completo tras la victoria en las urnas del líder peronista. Los mercados, tras la victoria, se hundían bruscamente, la divisa perdía un gran valor frente al dólar, a la vez que, simultáneamente, el banco central incrementaba los tipos de interés a niveles nunca vistos, un 74%, la mayor subida a nivel mundial.

Según lo datos percibidos, tras la derrota de Macri, los mercados se vieron inmersos en un tremendo pánico. Al terminar la jornada bursátil, los mercados habían cosechado un retroceso del 37%, con los valores cayendo hasta en un 60%. El lunes negro argentino sacudía a los mercados tras la virtual victoria de Alberto Fernandez. Un líder al que los mercados no recibían con gran entusiasmo, ya que preveían una aventajada revalida de Macri en las urnas. Un nuevo gobierno, de dudosas políticas, para un país con grandes riesgos coyunturales.

De la misma forma que lo hacían los mercados, el peso argentino se devaluaba, entrando en caída libre, frente al dólar. Una caída de la divisa de hasta un 32% que generó el pánico a los supervisores en el banco central, que, de forma inmediata, activaron sistemas de emergencia que llevaron los tipos de interés del 53% al 74%. Una subida de tipos para paralizar una devaluación catastrófica y que ha pasado a convertirse en la mayor subida de tipos del mundo.

A su vez, el bono argentino y la deuda pública en el país sufría los mismos efectos. Argentina ya era un país que no gozaba de una credibilidad crediticia lo suficientemente sólida y sostenible como para considerarse un valor seguro. Sin embargo, el shock que sacudía a los mercados y la posible victoria, definitiva, del que fuera nuevo Presidente del país, elevó la rentabilidad del bono argentino al 12,4%. El fenómeno negativo que sacudía a la economía argentina elevaba unos riesgos que, ya de por sí, eran altos, a la vez que Bloomberg suscitaba la posibilidad de un default en un 70%.

Como podemos ver, en cuestión de días, la economía argentina se vio inmersa en un duro y tortuoso proceso de colapso que casi acaba con un final desastroso. Y con desastroso nos referimos, obviamente, a una situación de quiebra e impago en el país, pues la economía argentina no atravesaba una situación como para celebrar, a la vez que el desastre que se produjo durante el lunes agrava la situación. No obstante, como digo, la situación siempre podía haber sido peor.

Y con esto no quiero caer en el error de la autocomplacencia, un error en el que sí están cayendo otros líderes políticos, como es el caso de Pedro Sánchez, en España; o Andrés Manuel López Obrador, en México. Lo que vengo a decir es que Argentina tiene mucho por hacer para corregir los grandes fallos estructurales que posee su economía y que le están llevando, de forma continuada, a constantes colapsos. La economía argentina posee serias vulnerabilidades que, de no corregirse, podrían llevar al país a la más absoluta miseria.

Las políticas aplicadas por el Presidente Macri, pese a tener un efecto no tan inmediato como esperaba el país, iban enfocadas a una mayor reducción de los riesgos. Reducir los niveles de deuda, contener la hiperinflación en el país, abrir el mismo al comercio global y su integración en mercados internacionales, dotar de mayor robustez y estabilidad a la moneda peor valorada en contraste con el dólar. Retos que el Presidente Macri quiso, y podía, solucionar, pero que, dada la mala gestión de gobiernos predecesores, no podían revertirse de forma inmediata o en un corto periodo de tiempo.

La crisis en la Argentina parecía algo ya inevitable. La estabilidad de la que gozaba el país era prácticamente nula. La moneda en el país era tremendamente débil, impidiendo que la misma pudiese competir en un mercado global, a la vez que su devaluación y la inflación seguía reduciendo la renta disponible de los ciudadanos en el país. Las políticas de gasto público habían llevado al país a contraer niveles de deuda inasumibles para un país como la Argentina, llegando a caer en procesos de impago y precisar rescates como el último otorgado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En resumen, como decía, grandes problemas que derivaban de una histórica mala gestión en el país y que había generado en la economía argentina grandes brechas que le hacía mucho más vulnerable a posibles shocks que otras economías similares. Una solución que parte de un disruptivo cambio en las políticas aplicadas en el país. De no reconocer los errores del pasado y plantear nuevas medidas, y más agresivas, estaremos ante un escenario irreversible en el país. Un escenario que, con la llegada de una nueva presidencia, dada la ideología de la misma, se muestra muy pesimista, tal y como se mostraron los inversores.

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