Final Four de la Euroliga

La última bala en casa de Jasikevicius

Jasikevicius Euroliga
Jasikevicius en la rueda de prensa de la Final Four. (EFE)
Guillermo Sáez

Sarunas Jasikevicius nació en Kaunas hace 47 años. La ciudad en la que aprendió a amar el baloncesto es, tanto tiempo después, la misma que le ofrece una inmejorable oportunidad de reivindicarse como entrenador. Ganador de cuatro Euroligas como jugador, una de ellas la camiseta azulgrana (2003), la gloria europea se le sigue resistiendo con el traje de técnico y sabe que posiblemente dispone de la última bala para lograrlo al frente del Barcelona, ya que su contrato expira el mes que viene. No hay término medio. Será puerta grande o enfermería en su localidad natal.

«Hemos estado aquí, con este, tres años picando a la puerta y dándonos oportunidades. Esperamos meternos en la final del domingo y ya veremos. Pero lo importante es estar juntos y que ojalá de una vez nos salgan las cosas bien hasta el final. Me gusta la presión para nuestro equipo. Creo que saca lo mejor de nuestros muchachos y espero que podamos hacerlo bien», confía Jasikevicius.

Entre los corrillos de expertos que estos días se congregan en Kaunas, con composición variable de ex jugadores, periodistas y aficionados, la opinión más extendida es que el Barcelona es el principal favorito para conquistar su tercera Euroliga. Las bajas del Real Madrid o la condición de novato del Monaco, sumado a la poderosa plantilla que maneja Saras, son argumentos que alimentan esa tesis predominante. Y sin embargo…

Sin embargo, el Barça ya llegó como favorito a las dos últimas ediciones de la Final Four con Jasikevicius y en ambas se volvió a casa con las manos en los bolsillos. El Anadolu Efes en la final de 2021 y el Real Madrid en la semifinal de 2022 le cerraron las puertas de la gloria. «Estamos todos aquí a 80 minutos del título y el pasado no es importante. Lo más importante es mañana, esos 40 minutos que todos hemos merecido», espanta el técnico, verdugo de su Zalgiris en cuarto de final.

Jasikevicius incluso se permite bromear con las ventajas de jugar en su ciudad. «Mi familia entera está aquí, así que me ahorro los viajes y solo tengo que pagar las entradas», subraya de forma distendida, pero la procesión va por dentro. Después del tremendo berrinche que se llevó hace un año en Belgrado, sabe que se encuentra ante un punto de inflexión grueso, de esos que marcan un carrera para bien o para mal. Pase lo que pase, con su gente todo será más fácil.

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