La tormenta no cesa en Barcelona
La tormenta no cesa en Barcelona. En el momento en el que estoy escribiendo este artículo, Laporta está meditando despedir al entrenador dimitido en diferido, pero confirmado luego. Y el principal motivo para esta abrupta y contradictoria decisión sería la asunción por parte de Xavi de que será muy difícil competir con el Real Madrid durante los próximos años dada la incapacidad del Barça para hacer fichajes.
Cabría hacer muchos matices a las afirmaciones de Xavi: el Barcelona, a base de vender las joyas de la abuela, ha invertido mucho dinero en el mercado durante los últimos años. Otra cosa es que esas inversiones hayan dado el fruto esperado, pero el lujo que se permitió con Vitor Roque o la inversión cortoplacista por Lewandowski son buena prueba de ello. Lo que sí parece claro es que de ahora en adelante el Barça tendrá muy difícil fichar con soltura salvo que se den una serie de circunstancias que hagas virar su rumbo.
Para poder fichar con cierta soltura, lo primero que tendría que hacer el Barcelona es cobrar de una santa vez el dinero de Barça Studios. De no llegar este dinero, el conjunto culé se verá bloqueado en 100 millones de euros. Este bloqueo impediría con casi total seguridad hacer ningún movimiento relevante. También es probable que Laporta busque algún ingreso extraordinario vendiéndole a Legends un porcentaje de la explotación del Camp Nou. El hecho de que estén pignorados parte de los ingresos para el pago del crédito pedido no facilitaría que fuese muy lucrativo este movimiento.
Por último, al Barça le quedaría hacer ventas. Parce obvio que jugadores como Araujo o De Jong estarán en el mercado, pero no es fácil dar salida a estos jugadores que ya cuentan con salarios importantes. Sin duda, las ventas más lucrativas a efectos del Fair Play serían las de los canteranos. Una venta de Lamine Yamal, como se llegó a especular aunque me cueste creerlo, de doscientos millones sin duda generaría una plusvalía enorme que permitiría respirar al Barcelona, aunque al mismo tiempo le arrancaría a su corazón, pues perder a tu mayor figura a diez años vista nunca podría considerarse un éxito.
Lo que está claro es que el Barcelona necesita dirigentes que asuman la realidad y tomen decisiones maduras. Laporta, tres años después, apenas ha mejorado la nefasta gestión de Bartomeu que tan mala herencia le dejó.