Super Bowl 2020

Mahomes obra el milagro y los Chiefs ganan la Super Bowl 50 años después

Patrick Mahomes anota un TD en el Kansas City Chiefs vs San Francisco 49ers (Getty)
Patrick Mahomes anota un TD en el Kansas City Chiefs vs San Francisco 49ers (Getty)
Ignacio L. Albero

Se abrió la jaula esquinera del vestuario y como el que se santigua al entrar en la iglesia, ambos equipos entraron rompiendo el césped, jugando un primer snap psicológico, como Atila con su caballo. Mientras se liberaba a los krakens, la guerra era más fría en la banda, la de los ajedrecistas, un juego de trincheras entre dos estrategas: Andy Reid y Kyle Shanahan… por la Super Bowl. 

Golpeó primero la defensa de los Niners con la tranquilidad de verse superior sin la posesión del balón. Les regalaron la posesión y les vencieron: el que golpea primero, golpea dos veces. Garoppolo entró en acción y, esta vez, no dejó jugar en exceso a su backfield, alternando bien el ataque  Llegaron a la red zone… pero no pudieron lograr la mayor. Field goal, 3 puntos y a comenzar liderando la Super Bowl. 

Pero faltaba por aparecer Patrick Mahomes. Entonó, tímido, una sinfonía suave de trompeta con sus dos mejores notas: Kelce y Hill. Poco a poco fue ganando yardas como el que devora unos cereales en el desayuno. Mordían los Chiefs… y acababan encontrando hueso. A la defensa de los niners se le empezaba a poner cara de gatito atrapado en un árbol. Touchdown Mahomes luego de un drive magistral. Se ponían por delante: 7-3.

A Garoppolo se le torcía el gesto en una caricatura barata, de las de la Plaza Mayor.  Incómodo en sus lanzamientos, erró bajo presión al inicio del segundo cuarto: interceptado. Sudores fríos pensando en dejar de nuevo en zona peligrosa a Mahomes. Esta vez le consiguieron frenar, a medias, y la jugada culminó en un field goal: 10-3. 

Shanahan se desquitó el traje de Guardiola y dejó el joga bonito para otro día. Lo de Hulk pintando un Velázquez mejor en otra ocasión. Porque si algo le funciona a los niners, como al superhéroe, es destrozar defensas a base de juego terrestre. Despertó Mostert que penetraba, por fin, como una tuneladora. Todo estaba escrito: touchdown y empate a 10. No se movió el marcador hasta el descanso, dejando un escenario nervioso para Jennifer López y Shakira. 

Arquitectónicamente fue un half time show perfecto, explotando emociones y subiendo la temperatura hasta fusionar el medidor. Ni siquiera el evidente playback pudo empañar 15 minutos perfectos, con Bad Bunny y J Balvin apareciendo como Gandalf y  Éomer en el Abismo de Helm. El descanso volvió a evidenciar la superioridad yankee en el entretenimiento: nada más travieso que la realización, producción y demás especialistas en el receso de la Super Bowl. 

Milagro de Mahomes

Con la difícil papeleta de mejorar lo anterior, San Francisco hacía valer su fortuna en el lanzamiento inicial de la moneda, como Harvey Dent, con 3 puntos que manchaban el marcador a favor de la Bahía. Una ventaja mínima, desconfiada, para llevarse una pequeña victoria moral al arranque de la segunda. El descosido, como el de una camisa, se iba ir deshilachando solo.

Se abría una brecha en la mente de Mahomes que empezaba a escuchar voces en un atisbo de esquizofrenia en su brazo. Le interceptaba la defensa de San Francisco dejando una posición de campo privilegiada para Garoppolo. Kansas City ‘liberó’ de Alcatraz al niner al que, en uno de sus mil rostros, le tocó la careta de Tom Brady. Magistral drive con Moster penetrando en la end zone de Chiefs: 10-20. Los de Andy Reid necesitaban una costurera urgente.

Porque los nervios recorrían el cuerpo de Mahomes hasta sufrir una congelación. La moneda, como la de un feriante, siempre caía sospechosamente a favor del mismo lado: San Francisco. Mahomes volvía a ser interceptado y la Super Bowl ya le empezaba a pedir un milagro.

La Super Bowl, como una conquista amorosa, no es una cuestión matemática. El terreno se oscila de un lado a otro según el capricho de un demiurgo de mil nombres. Mahomes le robó la identidad de Brady a Garoppolo: pase de 50 yardas y culminando en touchdown de Kelce a falta de 6 minutos. Shanahan empezaba a ver los fantasmas de Atlanta

El siguiente ataque de 49ers empezaba a pintar un apocalipsis para el Head Coach: 4ª y fuera a la primera de cambio. Otra vez la pesadilla de número 15 pisaba el césped para tembleque de los niners. Era un tren de mercancías percutiendo en una nube; Usain Bolt en una carrera con sexagenarios, Cristiano Ronaldo jugando con recién nacidos a fútbol. Nadie podía parar a Mahomes que culminaba el milagro con una dupla de pases imposibles para remontar el encuentro: 24-20.

Nada podía frenar el inexorable destino que ya había pensado su crónica particular. Shanahan volvía a escribir otra página oscura en un libro cada vez más trágico. A Jimmy Garoppolo se le heló el brazo, y perdió toda credibilidad como un producto de marca blanca. No consiguió responder al gancho definitivo del púgil de Texas: KO técnico. 

Todo terminó en una fiesta de los Chiefs que, en 5 minutos, destrozaron a los 49ers: touchdown final para dejar el marcador en 31-20. Cuando más temblaba la nave, apareció Mahomes para sacar su repertorio de herramientas y arreglar el libro de Andy Reid. Fueron unos segundos fulgurante, como Callaíta en una discoteca, o LeBron James penetrando a canasta. Y es que, mancillando a García Márquez, parecía que la estirpe de Kansas estaba condenada a cien años de soledad… hasta que apareció Mahomes, el nuevo jefe de la NFL.

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