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Setién incumple su promesa: ¿dónde está el buen juego del Barcelona?

El Barcelona volvió a ser un equipo vulgar en el Sánchez Pizjuán. Ni rastro del "buen juego" que prometió Setién cuando llegó al banquillo. El entrenador se vio superado por la pizarra de Lopetegui y no fue capaz de reaccionar con los cambios.

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Quique Setién en el banquillo del Pizjuán. (EFE)
Javier Iglesias

Nada más aterrizar en el Camp Nou a Quique Setién se le llenaba la boca con promesas que de momento no está cumpliendo. «Yo solo garantizo que mi equipo va a jugar bien», aseguraba en su primera rueda de prensa como entrenador culé. Han pasado ya más de seis meses -con la pandemia de por medio- pero la realidad es que los aficionados azulgranas esperan aún ver ese juego brillante que profetizaba el técnico cántabro.

En Sevilla el Barcelona volvió a ser un equipo sin identidad y las miradas apuntan al banquillo. Quizá Quique Setién tendrá ideas en su cabeza, pero es incapaz de ejecutarlas en el campo. Era el propio entrenador, quien en rueda de prensa describía los defectos de un equipo que ha dejado la Liga a tiro del Real Madrid.

«En la segunda parte nos faltó organización y no llegábamos a la presión de la misma forma», reconocía. Además, Setién también admitió que la defensa con balón del equipo es mejorable. Ya en el partido contra el Leganés se vio a un Barça flojo y necesitado de una ‘ayudita’ arbitral para encarrilar el duelo, algo que no llegó contra el Sevilla. Y claro, se produjo un pinchazo que bien puede valer el campeonato.

Julen Lopetegui ganó la partida táctica a un Setién que no fue capaz de reaccionar a lo que sucedía sobre el césped del Sánchez Pizjuán. Mientras que el técnico local aprovechó los cinco cambios para darle al Sevilla lo que el partido iba requiriendo, el visitante apenas usó tres movimientos que resultaron inoperantes. 

No fue hasta el minuto 63 de partido cuando retiró a Braithwaite para dar entrada a Arthur y modificar el sistema. Visto que esa no era la solución que el equipo pedía, volvió a deshacer el cambio de sistema dando entrada un Griezmann que estuvo 80 minutos en el banquillo. La última sustitución fue en el 88′ cuando el partido ya expiraba, pero Riqui Puig apenas tuvo tiempo para intervenir. Después, en rueda de prensa se lamentaba de no haber sacado a un Ansu Fati que se quedó en blanco. «A posteriori es posible que hubiera venido bien, pero se han de tomar decisiones», admitió.

El Barça queda tocado tras lo sucedido en Pizjuán, más si el Real Madrid es capaz de ganar en Anoeta este domingo y le arrebata el liderato. Mientras Piqué inicia su campaña derivando el foco a los arbitrajes lo cierto es que los culés apuntan al banquillo y siguen esperando las promesas de su entrenador.

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