No hay vacuna contra Messi
No hay manera de detener a Leo Messi. El Leganés intentó encontrar la vacuna contra el argentino, pero se dio de bruces con la realidad. Cuando el 10 quiso, ejecutó a unos pepineros que pagaron caro fallar sus oportunidades. Un gol de Ansu Fati y un segundo no exento de polémica de Messi de penalti terminaron con sus esperanzas.
El juego de los de Quique Setién sigue dejando dudas, pero los resultados mandan. El Barça ganó con solvencia a un colista que careció de pegada en un fantasmagórico Camp Nou, que por primera vez en tres años no escuchó los gritos de «Independencia» por motivos obvios.
El inicio del partido no ofreció ninguna sorpresa. El Leganés se replegó atrás esperando un contragolpe, mientras que el Barça tocaba a un ritmo lento y previsible en busca del desgaste de sus rivales. Los visitantes demostraron tener muy bien estudiado su guion con ayudas continuas para que Messi no recibiese, al tiempo que exhibían unas líneas muy juntas.
La defensa numantina del Leganés y su tremenda intensidad contrastaban con un Barça que quería ganar con la inercia de Mallorca. Los culés, sin embargo, sufrieron un par de susto graves antes de que se cumpliese el cuarto de hora de juego. Eraso se quedó mano a mano con Ter Stegen, pero el ex del Athletic se durmió en su maniobra permitiendo a Lenglet llegar para cortar su recorte. El rechace cayó en la botas de Guerrero, quien superó a Ter Stegen con su disparo, pero se encontró con la espuela del mencionado defensa francés salvando el gol sobre la línea.
Ese susto no terminó por espabilar a un Barça que dos minutos después volvía a ceder otra ocasión clara a Guerrero, quien estuvo a milímetros de marcar en un disparo escorado. El Leganés desaprovechó sus ocasiones y más tarde se acordaría de ellas una vez que los culés despertasen de su letargo.
Y cómo no apareció Messi a partir del minuto 20 como si fuese un despertador. El argentino, en cada intervención, metía dos marchas más al ataque culé dando una gran sensación de peligro que contrastaba con un Griezmann que tiraba desmarques como pollo sin cabeza.
El Barça fue arrinconado poco a poco a los visitantes, pero el Pichu Cuellar todavía no había intervenido en ningún disparo a puerta. Cuando parecía que se iba a llegar en tablas al descanso se produjo el gol. En una jugada llena de rechaces que inició Messi y que bregó Junior, el balón cayó en las botas de Ansu Fati, quien necesitó un toque para acomodarse el balón y posteriormente soltó un latigazo seco y raso que terminó por batir a Cuellar.
Los culés se marcharon con un excesivo premio a los vestuarios, pero el fútbol guarda este destino cruel a los equipos débiles y que desaprovechan sus opciones.
Messi y el árbitro sentencian
La segunda mitad permitió ver a un Leganés más vertical ante un Barça que se quedó a verlas venir, pero sabiendo que en cualquier contra machacarían a los pepineros. El equipo de Aguirre mostró voluntad, pero cuando tienes enfrente a Messi las cosas no son tan sencillas.
Después de que Piqué diese el susto con un corte en la espinilla, el argentino decidió solventar el choque en dos minutos mágicos. El 10 guisó el segundo gol asistiendo la entrada en banda de Semedo y éste asistiendo a Griezmann para que la empujase. El VAR, sin embargo, determinó que el lateral portugués se encontraba en fuera de juego al inicio de la jugada.
El colegio Martínez Munuera decidió compensar ese ajuste del videoarbitraje sacándose de la manga un penalti más que dudoso sobre Messi. El argentino arrancó desde la medular, fue objeto de varias faltas pero siguió, hizo una pared y en cuanto entró en el área se tiró al sentir un leve contacto con Silva en su carrera hacia la portería.
El VAR no rectificó al colegiado y el argentino pudo perforar el marco de Cuellar para dar un balón de oxígeno al Barça. Es cierto que el Leganés no estaba llevando excesivo peligro a la portería de Ter Stegen, pero ese contacto fue muy muy liviano como para ser pena máxima.
Barça y Leganés entraron en un carrusel cambios. El partido murió en las inocentes intentonas de unos visitantes que justificaron su posición en la tabla. Sin gol no hay paraíso y de eso el Barça anda sobrado. Messi aplica su ley. Cuando quiere define los partidos ante este tipo de partidos. Es así de simple, pero a la vez así de claro.