«Que se preparen para el Calderón, va a ser peor que cuando viene el Madrid»
Mientras el Barcelona apela a su dominio de los pasillos de la UEFA para asegurarse un árbitro de cámara que le ponga una alfombra roja hacia las semifinales, en el Atlético de Madrid se manejan dos discursos: de puertas para afuera, el que se cuenta en la prensa, y de puertas para adentro, el que se maneja entre los futbolistas, el cuerpo técnico, los dirigentes en incluso los aficionados.
Oficialmente, el Atlético se lame las heridas del Camp Nou y muestra su indignación con la UEFA con el freno de mano. Apelan al discurso de «el Atlético molesta ahí arriba » y meten en el saco a todos los grandes –Barcelona, Real Madrid, Bayern…– para evitar acusar directamente al club azulgrana de tener más influencia que nadie en el corrupto organismo que rige el fútbol europeo.
El mensaje público: «Molestamos ahí arriba»
Este mensaje extramuros lo comanda con tono pausado pero firme, muy al contrario de lo que diría su padre en un día como hoy, Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado y capo del Atlético. Culpa a la dictadura de los grandes de lo que ocurrió en el Camp Nou y asegura que el Barcelona «no necesita ayudas así, porque cosas así te quitan la ilusión por competir».
Y continuó Miguel Ángel Gil poniendo el ventilador contra todos los grandes. «Rummenigge quiere unas semifinales entre los que él cree que mandan, y terminará consiguiéndolo» –dijo Gil Marín–. «El fútbol no es patrimonio de los 8 grandes clubes de Europa. El fútbol es de todos y debe ser así. Queremos las mismas reglas del juego. Si lo de Torres es expulsión, deben aplicar el mismo criterio con Suárez. El fútbol no puede ser la dictadura de los más grandes»
El mensaje interno: «Que se preparen»
Pero mucho más interesante, más jugoso y, sobre todo, más real que el mensaje público son los mensajes intramuros que comparten Simeone y sus jugadores y con los que coiniciden unánimemente los directivos del Atlético. «Que se prepare el Barça en el Calderón, esto va a ser peor que cuando viene el Madrid», decía ayer uno de los capitanes rojiblancos, de esos que se mordieron la lengua en el Camp Nou.
El discurso puede sonar a amenaza y en el fondo pocos dudan de que lo sea. Los jugadores del Atlético saben que sus opciones de remontar ante el Barcelona pasan porque «el Calderón sea un estadio argentino, que bote, que vibre, que empuje y que les acojone», dice uno de los jugadores más jóvenes pero también más atléticos de los que tiene Simeone en su plantilla.
El plan de Simeone está claro. Morir de pie antes que vivir de rodillas. Presión, presión y presión. A los rivales, al árbitro, gestos a la grada y que el Calderón también juegue el partido. El Atlético sabe que debe proponer un partido duro, interrumpido, que rompa el ritmo del Barcelona con la pelota y que tenga las menos ocasiones posibles. El Cholo es consciente de que le vale el 1-0 y que no saldrá a atacar a lo loco, pero sí a presionar, a intentar intimidar a los jugadores del Barcelona para que se sientan incómodos.
La afición rojiblanca agotó las entradas para el partido del próximo miércoles a los pocos días de ponerse a la venta, pero ahora cada atlético que vaya al Calderón lo hará con la rabia, la ira y la furia que da el sentirse expoliado en el partido del Camp Nou. Si el Atlético tuviera un Juanito, seguro que más de uno diría que al Barça los 90 minutos del miércoles en el Calderón también se les van a hacer «molto longos».