Final Champions: PSG - Bayern

PSG-Bayern: Neymar y Mbappé contra la máquina

Paris Saint Germain y Bayern de Múnich se disputan la corona europea. La Champions League está a 90 minutos de un nuevo campeón y no hay favoritos

Alineación del PSG: Tuchel apuesta por su tridente Di María, Neymar y Mbappé

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Llegó el día, se busca campeón. Paris Saint Germain y Bayern de Múnich se topan en una final sin precedentes, inédita. No sólo por la singularidad de esta edición de la Champions League a consecuencia por la pandemia, que revuelto el fútbol y ha hecho que Lisboa sea sede de una fase final exprés. No. Es inédita por el logro parisino, que está ante su primera final en busca de la Orejona, inédita por la apisonadora y el ritmo goleador de los bávaros, con 42 goles en 10 partidos en esta competición. Se topan dos colosos y en el trono sólo cabe uno.

Habría que remontarse al 97, cuando el PSG destilaba otros aires, otros tintes muy diferentes a los actuales en Francia, cuando el cuadro parisino se colocó en una final europea. Era la extinta Recopa y los galos se colaron en dos finales consecutivas en las temporadas 95/96 y 96/97. La primera de estas la ganó ante el Rapid de Viena por la mínima (1-0), la segunda se topó con el Barça y la perdió por el mismo resultado (1-0).

El Bayern por su parte está ante su undécima final de Champions, solo superado en este registro por el todopoderoso Real Madrid, rey de reyes en esta competición, que alcanzó 16 finales (y ganó 13). La fiabilidad de los alemanes en estas finales no se puede comparar a la de los blancos. Los bávaros se llevaron solo cinco de las últimas 10 finales que disputó. Cinco Orejonas en su vitrinas que le dejan cuarto en el ránking. De alzarse con el título compartiría el tercer puesto en el podio con el Liverpool (6), cerca del Milán (7) y un mundo del Real Madrid (13).

Mbappé, Neymar y Di María

No son los únicos nombres que tiene el Paris Saint Germain de Thomas Tuchel entre sus filas, ni mucho menos. Pero son seguramente los tres jugadores más diferenciales de su plantilla. El francés está llamado a ser el relevo generacional de Cristiano Ronaldo y Leo Messi tras más de una década de dominio entre el portugués y el argentino. Mbappé es pura potencia, dinamismo y gol. Algunos lo comparan con el otro Ronaldo, el brasileño, al que de no ser por las lesiones, su leyenda sería más alargada si cabe.

A la juventud, voracidad y talento de Kylian le sumas a Neymar, cuidado. El brasileño cabe destacar que no está en su mejor momento, es innato el desequilibrio y visión que gasta sobre el terreno de juego. No cabe duda con el brasileño en esto, pero es cierto que no ha estado fino de cara a puerta en las anteriores eliminatorias. Si su aportación va más allá de los estético y asistencial –que ya son palabras mayores–, y trasciende en la lista de goleadores…

Di María se ha ganado por méritos compartir líneas junto a los dos titanes anteriores. La aportación del argentino es altísima en cada partido, no se entiende el esquema de Tuchel sin él. Un jugador que está por encima de posiciones, ya que se amolda por izquierda o por derecha, en la punta de ataque o en la medular. Para el fideo siempre hay sitio en el once y parece el más hambriento de todos estos días.

Rompecabezas alemán

Tiene mérito lo de Hans Flick. El entrenador alemán llegó en noviembre al Allianz Arena con la plantilla ya confeccionada, con mucho que coser, afilar y pulir. Tenía trabajo. El Bayern de Múnich ha sido un equipo imparable, incuestionable, demoledor, desde que el fútbol retorno tras la pandemia. Su fútbol ya venía siendo sólida antes pero el impás de aislamiento solidificó las ideas en un equipo que juega con el piloto automático.

Ante el Lyon se le vieron algunas costuras ante un equipo que le miró a los ojos sin miedo. Le duró poco la gasolina a los franceses, pero pudo encontrar premio antes de que el 0-1 Gnabry les hiciera recuperar la serenidad y el control. Llevando la batuta son temibles. La solidez en la medular de Goretzka y Thiago, sumada a la experiencia, lectura y gol de Lewandowski y Muller hace que por dentro huelan la sangre a kilómetros. Gnabry a resultado ser la revelación este curso, puro desborde. Y el croata Perisic, que sentó a la bola Coman, está ahí por su tesón.

Del contro-descontrol del partido dependerá hacia qué lado de la balanza caiga esta final de la Champions League. Ambos equipos tienen motivos por los que apostar por ellos. 90 minutos no dejan hueco al error ni al despiste, no da favoritos, no les escucha y tampoco les entiende. El partido se va a decidir por detalles, por milésimas: un toque, un agarrón, una mirada, un pase, una entrada… Siéntense y disfruten.

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