Ni siquiera los Juegos de Río consiguen enterrar el machismo en Brasil
Río de Janeiro está copando las portadas de cada periódico, web o informativo con el motivo de ser la ciudad que alberga los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica. La inseguridad y el zika han dejado paso los últimos días a las medallas de Phelps. Sin embargo, hay algo de lo que no se está hablando y es más que preocupante: la situación de las mujeres en Brasil. Es alarmante cómo no ha tenido repercusión mediática un escenario que restringe tan gravemente sus libertades.
En la ‘Cidade Maravilhosa’ no todo son paisajes deslumbrantes y playas paradisiacas. Aquí las mujeres tienen específicamente un vagón de metro para evitar que algún hombre realice tocamientos en las horas punta. Cualquier carioca recomienda no andar sola por la calle a ninguna chica más allá de las 19 horas (en Río anochece sobre las 17:30 horas) y si decide salir de noche, siempre mejor acompañada de un hombre.
Las brasileñas no se sorprenden si un conductor de autobuses, cuando está realizando un trayecto de su línea, decide pararse para ‘deleitar’ a las chicas con piropos o si un taxista reduce su velocidad para poder mirarlas, hecho escandalizante pero que tienen totalmente normalizado, algo aún más escandalizante.
Sin embargo, hay mujeres que han llegado a la ciudad carioca y se han quedado absortas por el machismo tan fuerte imperante en la sociedad: “Nunca había tenido esa sensación. Por primera vez me dije: no tenía que haber salido así de casa. En Madrid siempre me visto como quiero, pero aquí he sentido que no me tenía que haber puesto esa falda” cuenta Raquel, una joven española que apenas lleva un mes viviendo en Rio pero que ya ha sufrido las groserías de algún brasileño: “Los motoristas frenan casi de golpe y se te quedan mirando, hay veces que hasta pienso que puede haber un accidente”.
En estos Juegos numerosas deportistas han sido las protagonistas al coronarse con las preseas olímpicas, acaparando titulares ellas y, cómo no, ellos. Es el caso de Corey Cogdell, que se alzó con la medalla de bronce pero periódicos como el Chicago Tribune decidieron titular con “la mujer de un jugador de los Chicago Bears gana una medalla”.
La igualdad está lejos de alcanzarse si a nadie le irrita que la mujer no pueda vestirse como quiera, hacer lo que quiera, ir donde quiera y cuando quiera.