OKDIARIO habla con el ex jugador del Barça

David Wood: «La Policía dejó entrar al Capitolio sin problema y luego echó gas pimienta»

Trompeta de cuerno de antílope en mano, David Wood habla con OKDIARIO antes de la salida de Trump de la casa blanca. El que fuese jugador del Barcelona de baloncesto asegura que hicieron que pareciesen "los malos" en el asalto al Capitolio y que Estados Unidos vive "una guerra civil entre la luz de Trump y la oscuridad de sus rivales"

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  • Esperanza Balaguer (Washington)

Con sus dos metros de altura, una trompeta de cuerno de antílope africano en la mano y una sonrisa de oreja a oreja, es difícil que pase desapercibido. De esa guisa se presentó David Wood, ex jugador de la NBA y subcampeón de Europa con el Barcelona en 1990, en la manifestación de fieles de Donald Trump que acabó con el asalto al Capitolio. La prensa no tardó en reconocer su rostro entre la multitud y su nombre volvió a dar la vuelta al mundo, tras años desaparecido. Pero esta vez, no por sus canastas, sino por su apoyo al presidente de Estados Unidos que abandona este miércoles la Casa Blanca rumbo a su club de Mar-a-Lago (Florida), pendiente de juicio político por lo que pasó ese día.

Wood, de 56 años, no estaba allí para participar en la insurrección que se saldó con cinco fallecidos, sino para rezar y hacer sonar su trompeta de Jericó entre los discípulos de Trump. Dos semanas después, Washington recibe al demócrata Joe Biden blindada con un despliegue militar jamás visto en la historia por la amenaza de grupos de extrema derecha. Las calles están vacías. Ninguno de sus 74 millones de votantes ha venido a despedirle.

En una esquina, a dos manzanas de la Casa Blanca, con el obelisco al fondo, entre vallas de protección y bloques de cemento, allí está parado Wood como el último “gladiador”, apodo que le pusieron cuando jugaba en Barcelona. “Nos la jugaron con lo del Capitolio. Hicieron que pareciéramos malos. La Policía dejó entrar sin problema y luego echó gas pimienta. Un buen truco”, cuenta sarcástico. Llama con el móvil a sus compañeros de lucha, posa, les hace sonar la trompeta y se despide con un “adiós chicos, os quiero”. Cree firmemente que todo es una operación para robarle la reelección a Trump, que las fuerzas de seguridad están de parte del presidente saliente y que preparan un golpe para el mismo día de la toma de la posesión. “¿Ves esos generadores verdes? Están ahí para cortar la luz de toda la ciudad por la noche, entrar en la Casa Blanca, detener a Biden y a 1.500 personas más involucradas en el fraude”, explica. Wood tuvo una extensa carrera profesional, pasó por 20 equipos, ocho en la NBA. En España jugó en el Tau, el Unicaja y el Barça, y estuvo en uno de la liga italiana. “Me encanta España, la comida es lo mejor, visca el Barça”, dice entusiasmado con la atención y saca una foto de sus años como jugador azulgrana.

Hasta hace cuatro meses, Wood no era seguidor de Trump. Empezó a hacer ayuno y a orar, y fue entonces cuando Jesucristo le dijo en sueños que el mundo está repleto de mentiras, pero que el ex magnate inmobiliario es ahora su sirviente y transmite la obra de Dios. Ahora, tiene respuestas para todo. “¿Cómo es posible que ningún juez haya mirado las evidencias de fraude?”, plantea. Esta la resuelve sencilla: “Porque estaban amenazados, ellos y sus familias”. El discurso de Wood está plagado de las teorías de la conspiración de Qanon, que comenzaron a circular en 2017 en el foro de internet 4chan, según las cuales Trump lucha contra una red de pedofilia mundial y el «Estado profundo”, donde están involucrados destacados demócratas como Hillary Clinton, Barack Obama y el inversor George Soros. “Estamos en una guerra de información”, asegura sin querer revelar sus fuentes.

A pleno sol de mediodía, en un Washington donde reina la calma y rodeados por los preparativos de la llegada de Biden, su discurso suena a puro entretenimiento. Pero Wood está convencido de que el demócrata no cumplirá con su mandato y asegura que todo lo sucedido en el Capitolio fue un montaje con 200 miembros de Antifa infiltrados para provocar violencia. “Trump llegó quince minutos tarde y dio el discurso más aburrido de su carrera”, disculpa al presidente, ahora acusado por alentar a sus seguidores a la insurrección para bloquear la certificación de la victoria de Biden. Rechaza de plano la violencia de la turba y prueba con una foto que él estuvo allí entre la masa de gente pacífica para “rezar” e “invocar» a Dios con la trompeta. Un instrumento que, explica, los judíos utilizaban para llamar a Yahvé y alejar el diablo, y llevaba el profeta Josué en la batalla de Jericó del Antiguo Testamento. “Para mí esto es como una guerra civil entre la luz de Trump y la oscuridad de sus rivales”, dice con la verdad del fraude electoral como estandarte.

Y, David, “¿qué pensarás si llega el miércoles y no pasa nada?”. “Pasará, las murallas van a caer y lo verás, lo verás”, proclama en referencia al relato bíblico de la caída de los muros de Jericó. Y se marcha contento con su cuerno y ondeando la bandera del pino con la inscripción “una apelación al cielo” que utilizó un escuadrón de seis cruceros comisionados por George Washington durante la Revolución Americana.

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