Cibeles inaugura era
La confirmación de un nuevo escenario mundial. Así defino el resultado de una Vuelta que deja a prácticamente a todo el mundo contento. A pesar del final aguado en las expectativas creadas lastrado por la baja de Roglic, Cibeles rebosaba alegría. Al merecido homenaje a una leyenda en vida como Alejandro Valverde, la práctica salvación del Movistar del World Tour, y la consolidación del relevo generacional español en figuras como Ayuso, Carlos Rodríguez y Raúl García Pierna, había que añadirle la recuperación del mejor Enric Mas en su lucha por estar entre los mejores del mundo. Toda esta constelación de sensaciones convirtieron el final de la Vuelta 2022 en una fiesta.
Fue Cibeles una fuente desbordada de renovadas ilusiones para el ciclismo español. Madrid se lanzó a la calle y llenó sus principales arterias de aficionados procedentes de todas partes. La capital se mostró nuevamente como una encrucijada de banderas. Los ecuatorianos destacaban por el jolgorio que armaban. Cómo vibraban con su campeón, Richard Carapaz. Un gusto y un gozo ver a tantas personas felices y a su ídolo contribuir al éxtasis con su simpatía y cercanía.
Carapaz es otro de los que puede estar muy satisfecho de su paso por La Vuelta. Tres victorias de etapas con broche especial en el puerto de Navacerrada hablan con hechos de este gran ciclista, que en la última semana ejerció especialmente de animador de las etapas llamadas a brindar espectáculo.
El ojo de halcón de Matxín
Más satisfacciones. Un nombre que resume el regocijo personal más pleno es Joxean Matxín. Fin de ciclo del director deportivo de uno de los mejores equipos del circuito donde pasará a ejercer otras funciones de relevancia en la potente estructura del UAE, y última victoria de etapa con Molano en el Paseo de la Castellana. Defino como plena la alegría del preparador porque pudo disfrutar de ver a tres ciclistas que descubrió a muy temprana edad ocupar los tres cajones del podio de La Vuelta.
Remco Evenepoel, Enric Mas y Juan Ayuso son ciclistas que en el momento más importante de su carrera dieron el salto a profesional ayudados por la visión del preparador vasco. Se puede añadir aquello de que no hay como tener buen ojo, y Matxin tiene más que acreditada su fama de excelente scouting. Para muestra, un botón.
La Cibeles latía el final de una temporada. Acababa de finalizar la última de las grandes vueltas. El ciclo de la temporada más capital. En cuatro meses se ha corrido Giro, Tour y Vuelta. Por supuesto, quedan todavía muchas carreras, el Mundial y las clásicas italianas. Sin embargo, los palizones de más de veinticinco días como feriantes del pedal han concluido. Muchos profesionales bajan la barrera hasta el año que viene, exhaustos por el esfuerzo, escuálidos por el rigor, exprimidos hasta el extremo. Es la hora del merecido descanso. De olvidarse del estrés del pelotón, de los riesgos de caídas, de curar y dejar cicatrizar heridas. Todo esta amalgama de sensaciones no pronunciadas planeaban también por la señá Cibeles, que cantó Sabina.
Evenepoel se estrena en las grandes
Y nos queda el gran Remco. Lo necesitaba, así exclamé su apoteósico triunfo en Lieja en la pasada primavera, y así lo vuelvo a proclamar ahora. Evenepoel rompía a llorar en Navacerrada. Había motivos. Acababa de conseguir su primera gran vuelta. Siempre fui de la idea de que España se le daba bien al belga.
La Cibeles, tan acostumbrada a las celebraciones, inaugura una nueva era con este triunfo del joven llamado a ser, nada más y nada menos, que el nuevo Merckx. Estrena su palmarés de vueltómano y todavía no se avista lo que puede ser capaz de conquistar. Ha sido el mejor de todos. Ha ganado con solvencia, autoridad y superioridad. Ha controlado el pelotón como un nuevo Alejandro Magno. Con paso decidido abandonaba el recinto vallado rodeado de escoltas. Le vi pasar a mi lado. Tiene apenas veintidós años y camina como un rey.
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