Salvar al soldado Mas
Enric Mas se encuentra ante la gran oportunidad de ganar la Vuelta a España, pero para ello debe atacar en las etapas claves
Rigoberto Uran pontifica en el Monasterio de Tentudía
La baja forzada de Roglic ha terminado de remover el avispero, y, como en un fuego bien encendido, saltan chispas por doquier. Con el temprano adiós del campeón ha desaparecido cualquier atisbo de previsibilidad. Puede darse cualquier situación. Roglic tenía preparada una estrategia de acoso y derribo para toda la semana. Es la única explicación racional al feroz ataque, en el estreno de la semana, que dio todo al traste el primer día, y con ello, cualquier cálculo o predicción racional.
Nos encontramos a un Remco Evenepoel en apariencia sólido. Digo en apariencia, porque el oportuno pinchazo de Tomares ha levantado las sospechas sobre el verdadero y actual fuelle del joven belga. Su juventud refuerza la teoría de la conspiración para asaltar el liderazgo más largo de los últimos años. Lleva doce etapas de las veintiuna que tiene la carrera y, desde Alicante, la renta ha ido de más a menos, un indicativo que planea en todos los foros cuando se vaticina el final de esta historia.
Volviendo a Roglic, que levante la mano quien no sabía que iba a atacar para ganar. Silencio en la sala. Todos intuimos que el campeón iba a defender su título atacando. Sin embargo, en el ciclismo no solo se gana atacando. Despejado el rol del asalto, nos queda asignar el papel del racional más cauto.
Este no enseña sus cartas. Sus movimientos son precisos. Estudia al rival y no da puntada sin hilo. Aguarda el momento oportuno y espera. Sabe ser paciente hasta la exasperación. Sabe que también se gana por eliminación. Porque todos tienen un día malo, un percance o un momento de duda. Espera, observa, disimula y, cuando la presa se distrae o flojea, ataca sin compasión.
Enric Mas tiene ante sí una oportunidad única, histórica: ganar La Vuelta a España. No será el primero ni el último, que consigue una carrera de tres semanas ganando por la eliminación de rivales. Sin embargo, no será suficiente esperar. Deberá forzar el derrumbamiento. Los dos minutos que tiene de diferencia son una renta que Remco, en las etapas de Piornal y Talavera, sabrá gestionar. Lo que obligará a Mas y a su equipo a someterle a un desgaste previo a la que representa la batalla definitiva.
La Sierra de Guadarrama ha albergado gestas destacadísimas en la historia de la Vuelta y del ciclismo. Quién no recuerda la Vuelta que ganó Perico Delgado a Robert Millar en 1985 con la ayuda de Pepe Recio; o más recientemente, la victoria de Fabio Aru sobre Tom Dumoulin con la colaboración de Mikel Landa en el 2015. En esta guerra, Enric no batallará solo. Necesita la ayuda de su equipo. Ha llegado la hora definitiva y más crítica del Movistar. Y hay un ciclista longevo, campeón del mundo, que tiene una última misión; salvar y encumbrar al soldado Mas.
Será el último quite de Valverde. Su corte de coleta. La última representación de su gran obra ciclista. Todo a fin de catapultar al sucesor, más designado de la historia reciente, a un triunfo. Un laurel que cambiaría para siempre la historia de un ciclista especial, diferente a cuanto estamos acostumbrados por estos lares, y que tiene como seña de identidad la inteligencia paciente y en ocasiones, exasperante. ¡¡Vamos Enric!!
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