Vuelta y Mas
Fernando Gilet muestra sus impresiones sobre la labor de Enric Mas en una Vuelta a España en la que ha sorprendido con su mejor cara
Marc Soler abre hilo
Evenepoel se corona y Ayuso y Mas ilusionan al público español
Un día de perros. Imágenes refrescantes en un verano especialmente duro para el espectador. Sin embargo, el jarreo por caminos de bueyes con desniveles de vértigo y sus respectivos descensos no eran el mejor escenario para que los temores que se cernían en torno a Enric Mas, desde la confesión de Hautacam, se disipasen. Muy al contrario. Todo hacía temer lo peor.
Ya se comentó en su momento que no veía a un Roglic tan poderoso como otros años. La lesión existía y el postrero ritmo de competición previo a la Vuelta no había sido el mismo que otros años. No descarten todavía al esloveno. Su raza de campeón y de magistral ciclista sigue intacta, pero hay algo que me indicaba, y sigue haciéndolo, que no veremos la versión 2021. En el Pico Jano, después del descenso de Brenes, se confirmó el pronóstico.
Alaphilippe trabajó de lo lindo. Todo un campeón del mundo empapado y desatado en provecho de su compañero, Remco Evenepoel. El maillot arco iris se curró los tres altos que precedían al decisivo. Con compañeros así aparenta ser más fácil. Sin embargo, en esta Vuelta nada lo es. Ni lo que aparenta serlo. Sufrieron hasta el límite hasta que irrumpió el nuevo líder de la carrera.
A Evenepoel le gusta España y se le da bien. No anduvo con respetos ni rodeos. No miró atrás. Arrancó como en la Decana. Martilleaba su bicicleta con un pedaleo mecánico constante. Cada patada se repetía en fuerza e intensidad. Sin treguas ni respiro.
Detrás solo un hombre. Enric Mas hacía naufragar los nefandos presagios e insultos del bando detractor. Los dos ciclistas que en su día llamaron la atención del viejo patrón, Dominique Lefevere, habían descolgado a Roglic. Sucedía algo inédito en los últimos años. La Vuelta estaba cambiando de guión y guionistas.
Ayuso se sumaba a la fiesta. El hilo abierto en Bilbao por Marc Soler aportaba nuevos argumentos. El ciclismo español revive y abre un horizonte inmediato lleno de posibilidades.
Insisto. No veo al Roglic de antaño. El triunfo de Laguardia fue una explosión con intenciones intimidantes. En el Pico Jano, aún con niebla, se despejó y detonó cualquier cautela de acatamiento reverencial. Roglic está herido y en esta primera semana habrá oportunidad de rematarlo. O resucitará.
La cuestión estriba en saber si Evenepoel, que es un ciclista magno pero de rendimiento desconocido en vueltas de tres semanas, añadirá una nueva cualidad al cúmulo de talentos que atesora. Si la respuesta es negativa, saquen ustedes sus propias conclusiones. Tenemos Vuelta y Mas por delante.
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