PRIMERA DIVISIÓN / JORNADA 32

El cadáver del Atlético de Madrid deambula por Vitoria

Nueva derrota rojiblanca fuera de casa, esta vez haciendo el ridículo

El Alavés, que llevaba 330 minutos sin marcar, tardó un cuarto de hora en lograr el 1-0

Partido para olvidar de Griezmann, Correa, De Paul y, cómo no, de Nahuel

atlético alavés
El Atlético perdió una oportunidad de oro para asegurar la Champions.
Tomeu Maura

En su enconado esfuerzo por superar cada vez el ridículo anterior fuera de casa, el Atlético ha dejado hoy en Vitoria una imagen que será difícil de empeorar. Ha sido un cadáver deambulando por el campo y pisoteando sin la menor contemplación un escudo y una camiseta que pocas veces se habían ensuciado tanto. La derrota ante el Alavés entierra cualquier posibilidad de luchar por la tercera plaza, que queda a siete puntos de distancia, y convierte el partido del próximo sábado ante el Athletic en una verdadera final para mantener como sea una posición Champions que corre serio peligro. Es más: viendo a estos futbolistas es un verdadero milagro que este equipo esté aún entre los cuatro primeros.

330 minutos llevaba el Alavés si marcar un gol. Un cuarto de hora necesitó apenas para abrir la lata del Atlético en su primer disparo a puerta. Todo comenzó, como no, por la banda de Nahuel, incapaz de resolver un ataque babazorro conducido por el más pequeño de los Simeone que acabó con un rechace que llegó a pies del uruguayo Benavidez, que con el interior del pie no tuvo más que colocar su disparo al costado contrario al que se encontraba un pésimamente colocado Oblak.

15’⏱️| 1-0

Sin la menor capacidad de respuesta, el Atlético quedó a merced de un rival que estuvo a punto de sentenciar el partido en la siguiente jugada, cuando un centro desde la derecha sobrepasó a un horrible Savic, que calculó mal el salto, pero Giuliano Simeone disparó alto cuando la grada de Mendizorroza se había levantado como un resorte porque intuía el 2-0.

32 minutos tardó en comparecer el Atlético en el partido en un contragolpe dirigido por Griezmann, que acabó habilitando a Lino en el área, cuyo disparo repelió Sivera. El brasileño no pudo superar al portero, pero volvió a erigirse en un foco de luz en la oscuridad atacante rojiblanca. Siete minutos más tarde le entregó un pase espectacular a De Paul, que lo intentó con un derechazo a un palmo de la escuadra. Tampoco estuvo muy lejos del gol Giménez, pero le faltó puntería.

Estaba el Atlético empezando a imponerse cuando Gil Manzano surgió de entre las tinieblas para dejar su sello inventándose un penalti de Azpilicueta en el descuento. El defensa navarro casi perdió los nervios explicándole que el balón le había rebotado en la mano tras despejarlo con la cabeza, pero tuvo que ser Muñiz Ruiz el que desde la sala VOR le llamara la atención. Muy a su pesar, al árbitro extremeño no le quedó otro remedio que dar marcha atrás.

Saúl apareció tras el descanso por un indolente De Paul en busca de mayor agresividad en medio campo, pero lejos de conseguirlo fue el Alavés el que a base de balones largos puso una y otra vez en evidencia a una defensa que es un verdadero desastre. Kike García disparó dos veces tras recibir en solitario y Giuliano volvió a dejar en ridículo a Nahuel. Sin embargo no fue al argentino al que relevó Simeone, sino a Azpilicueta, al que reemplazó Reinildo en un intento estéril de buscar mayor profundidad por la banda.

Pocos apuros sufrió el Alavés en su defensa del resultado, pero cuando fue exigido Sivera respondió con eficacia, primero en un deficiente disparo de Lino a los 76 minutos pero, sobre todo, en un derechazo de Correa a los 81 ante el que interpuso una mano prodigiosa.  Griezmann fue una sombra, Correa no llegó ni a eso y Riquelme no mejoró nada. Mal día además para que debutara Abde, al que ni se le vio. Fue en cambio la tarde de Simeone, pero no de Diego Pablo, sino de Giuliano, despedido como un héroe por todo el estadio tras su primera titularidad de al temporada.

A Mendizorroza le quedaba aún sin embargo otra combustión espontánea. A los 92 minutos Luis Rioja soltó una volea en el área que se alojó en la escuadra y acabó con cualquier especulación sobre el resultado. El estadio respondió con tanto éxtasis como el banquillo para celebrar una victoria que deja al Alavés en Primera y que recrudece la crisis de un Atlético que se prepara para afrontar una semana difícil, consecuencia de la lamentable actuación rojiblanca.

 

 

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