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La historia del kétchup no es como te lo imaginabas: así se creó

Kétchup.
Kétchup.
Gemma Meca
  • Gemma Meca
  • Licenciada en Historia, máster en Periodismo y Comunicación Digital. Redactora en Ok Diario. Cuento historias, soy amante de los astros, sigo a la luna, los TT de Twitter y las tendencias en moda. Experta en noticias de consumo, lifestyle, recetas y Lotería de Navidad.

El kétchup tiene una historia que quizás nunca te hubieras imaginado, se creó en un continente seguramente distinto al que imaginas y su sabor ha evolucionado a lo largo de los años. Si hay una salsa a la que millones de personas no pueden renunciar, sin duda alguna es esta.

Este complemento va bien con todo y ayuda a qué determinados alimentos que quizás hayan quedado más secos acaben teniendo el sabor jugoso que hace que sean más fáciles de comer. Todo un aliado con niños y mayores que nació hace unos cuantos siglos de una forma inesperada.

El kétchup tiene su origen en Asia

Este gran continente era colonia británica en gran parte, con lo cual, importaron algunos de los básicos que hoy en día parecen imprescindibles y de origen anglosajón, aunque nada más lejos de la realidad. El té o la salsa kétchup son uno de esos ingredientes que quizás nunca hubieras imaginado que tienen una procedencia tan especial. El primero de ellos es toda una religión en gran parte de Asia y del mundo, pero el segundo también es un elemento esencial en la mayoría de las mesas.

Quizás asociamos el kétchup a otras salsas como la del tabasco o la mayonesa, cuyos orígenes tendríamos que separar. El kétchup se creó para acompañar a todo tipo de alimentos. Es decir, carnes, pescados y hasta verduras, siguiendo un modelo de una salsa tradicional asiática. Los ingleses quedaron maravillados con una versatilidad que hacía que la mayoría de los platos tuvieran un sabor muy especial que hay que poder poner en práctica en este momento.

Queremos incorporar este ingrediente a nuestra gastronomía y para hacerlo nada mejor que un sinfín de ingredientes que se incorporaron para hacer más fácil un tipo de comida que ha acabado marcando el mundo moderno. Difícilmente podríamos imaginar una hamburguesa o un perrito caliente sin el toque de kétchup. En Inglaterra intentaron adaptar esta salsa asiática con ingredientes autóctonos, desde setas, hasta nueces. En el siglo XVII cuando todo empezaba a cambiar y lo hacía de la mano de unos ingredientes que realmente acabaron imponiéndose de una forma distinta.

La salsa tuvo que cruzar el charco y llegar hasta un norteamericano cuyo apellido nos sonará para acabar con el formato y el sabor actual. Un básico que está en casi todas las mesas del mundo.

Así se creó el Kétchup

 

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Avanzamos en el tiempo y nos situamos a principios del siglo XX en Estados Unidos, lugar en el que se empezaría a gestar la llegada de una salsa que acabaría siendo la que marcaría un antes y un después, de la mano de una serie de ingredientes que se han convertido en esenciales y que pueden ser las más representativas. Al cruzar el charco nos topamos de lleno con un ingrediente básico en nuestro día a día, nada más y nada menos que el tomate, cuyo origen es este continente.

Una forma de conservar el tomate era añadir un poco de vinagre o aceite, de esta forma este alimento duraba mucho más. No es algo extraño si tenemos en cuenta nuestras conservas caseras. Quién no ha hecho una buena cantidad de conservas de tomate para todo el año en verano, siendo una de las tradiciones de nuestra zona que quizás no esté tan lejos de lo que haría un hombre cuyo apellido seguro que asociamos inmediatamente con el kétchup. Se trata de Henry Heinz. Añadió un poco de brandy y también un básico que amplificaba el dulzor y dejaba atrás el sabor ácido, el azúcar que se ha convertido en todo un básico de estas salsas de tomate.

Con esta mezcla creó una compañía que hoy en día es más que millonaria, empezaría a vender las botellas de una salsa que ideó en 1869, pero no fue hasta principios del siglo XX cuando empezó a llegar a todas las casas, en este intento de hacer que todo sepa un poco mejor. En esencia, lo que tiene el kétchup es un sabor dulce que acompaña la mayoría de los platos, pero puede que no sea el que más nos guste. Es una salsa que o te encanta o la odias, pero no hay término medio.

Puedes intentar crear una salsa un poco más saludable de la mano de una mayonesa o un alioli convencional. Lo que llevará es el aceite, el huevo, sal y un poco de limón en el caso de la mayonesa. Ahora que llega la época de barbacoas, seguro que el Kétchup o la mayonesa, dos equipos que se contraponen, llegan a cualquier mesa. Ya tienes una anécdota para contar a tus invitados y hacer que disfruten de la mano de una combinación de ingredientes que puede ser espectacular en todos los sentidos.

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