Martín Rosete: «Los americanos arriesgan más y hacer cine es puro riesgo»
«Las cosas llegan cuando tienen que llegar» dice Martin Rosete con la memoria fijada diez años atrás. Fue entonces cuando, en una entrevista, el novel director del cortometraje ‘Basket Bronx’ respondió que igual tardaba diez años en dirigir su primera película y que lo veía más posible en Estados Unidos. Como si de un adivino se tratara, o más bien de una persona que persigue sus sueños, lo ha conseguido: tras un año de exhibición por numerosos festivales internacionales y nacionales, Rosete muestra orgulloso por las taquillas del mundo entero su primera película, ‘Money’.
Le debe gran parte de su primer largometraje a Estados Unidos, con colaboración española a partes iguales, y sus políticas fiscales para con el cine. ‘Money’ es «una historia universal pero contada a la americana» dice Rosete, «tiene ese envoltorio atractivo para cualquier persona y se entiende igual en EEUU que en Japón». Pero ‘Money’ no ha sido el primer proyecto que ha tenido entre manos. Algunos no se sostienen, otros se caen y también se dan los que no se consiguen levantar. Pero entonces llega el proyecto, con mayúsculas: «Lo fundamental es encontrar el proyecto adecuado, cayó en mis manos el guión de ‘Money’, un thriller contenido que tenía el punto universal para entenderse en todo el mundo, y es precisamente lo que está sucediendo».
Rosete comenzó sus estudios en la Complutense de Madrid con 18 años. Él soñaba con aprender a ser director de cine en la universidad, a dirigir cortos y otras tantas cosas que aun desconocía. Pero al segundo mes todo dio la vuelta. Un profesor, en una tutoría, le dijo claramente: «Aquí vas a aprender muchas cosas pero no vas a prender a ser director de cine. Si quieres ser director de cine, simplemente tienes que ponerte a dirigir cortometrajes». Y eso fue precisamente lo que hizo.
«Cuando trates de hacer una revolución nunca llames a un banquero, llama a un poeta»
Encontró un guión que le gustaba para su primer proyecto, se dio de alta en autónomos y comenzó a buscar financiación. Tardó dos años y medio en terminar su primer cortometraje, ‘Revolución’, que comenzaba así: «Cuando trates de hacer una revolución nunca llames a un banquero, llama a un poeta». En esa su revolución personal, Rosete ha pasado por la Complutense, por la ECAM, por la Escuela de Cine de Cuba y por diversas escuelas de Nueva York pero no cree necesario pasar por una escuela para ser director de cine: «Es más interesante bajar al suelo, mancharte las manos y ponerte manos a la obra en levantar proyectos y rodarlos».
Martín se sumergió en el mundo del cine impulsado inicialmente por su pasión personal, no le viene de familia. Aunque se podría decir que a su hermano pequeño, José, sí. Hace tiempo que ejerce como director de fotografía y lo que comenzó siendo un apodo es, ahora, su marca profesional: ‘The Rosete Brothers’.
Antes de comenzar el proyecto en Estados Unidos, Rosete trató durante año y medio rodar la película en España: «Teníamos una localización maravillosa al lado del circuito del Jarama. Una casa super bonita, y simplemente no pudo ser. No conseguimos ningún inversor, los presupuestos salían más caros y no teníamos incentivos». Pero conoció a un productor americano y le habló de los incentivos fiscales que el Estado de Nueva York concede al cine, que Rosete ya conocía de primera mano. Finalmente, ‘Money’ es una coproducción española y americana al 50%, pero todo se ha hecho allí, con mucho talento de aquí.
«Los americanos están acostumbrados al riesgo y hacer una película es puro riesgo»
Rosete lleva 10 años en tierras norteamericanas, pero eso no ha hecho que deje de considerar a España su casa. A él le hubiera encantado rodar aquí y «crear 50 puestos de trabajo durante el rodaje», la postproducción sí se realizó en España, «no sé si a todos los cineastas españoles que estamos aquí nos pasa lo mismo pero me da pena tener que irme fuera a hacer mi trabajo». Para un cineasta, que la principal industria de un país oscile entre la del cine y la armamentística, dependiendo del presidente, es algo atractivo. Esa percepción del cine como una gran industria es un gran aliciente para cualquier cineasta, y a Rosete le ha ayudado mucho: «Te sientas con un inversor y te dicen ‘vale, este proyecto tiene el potencial de convertirse en realidad y de generar muchísimo dinero. En España es más ‘bueno, búscatelo tú, finánciatelo y si te falta un poquito a lo mejor me lo pienso».
Además de los incentivos fiscales, Rosete se ha encontrado con que en Norteamérica mucha gente está acostumbrada a invertir: «Hacer una película en EEUU es puro riesgo. La gente confía en una persona, no en un proyecto, e invierten su dinero en él. Los americanos se arriesgan con dinero de su bolsillo. En España esto es ciencia ficción, pides una subvención o consigues ‘nosequé’ pero al final muy poca gente o nadie termina arriesgando de su bolsillo».
Así, Rosete se ha topado con dos mundos: el del riesgo y el de las subvenciones. Pero, en vez de elegir, ha decidido fusionar ambas realidades: «Me parece muy buena combinación la coproducciones entre España y EEUU. Se pueden combinar el inversor arriesgado que apuesta con dinero de su bolsillo y las ayudas institucionales que apuestan por su Cultura. De alguna manera unir esos mundos y que sea más fácil financiar proyectos para contar buenas historias».
Además allí todo el mundo está más concienciado. «Vas andando por la calle y te encuentras, en una parada de autobús, un cartel gigante que pone ‘Cada año la industria del cine deja en el Estado de NY 400 millones de dólares en impuestos. Con ése dinero arreglamos carreteras o pagamos a los profesores del colegio público de tu hijo’. Y abajo pone ‘Be nice’ [‘Se Amable’] con los ‘film makers’ [cineastas].
«No podemos aspirar a que el cine español viva simplemente de las subvenciones»
Pero, a pesar de las muchas ventajas que Rosete defiende de la industria del cine estadounidense, la tierra tira. Ahora mismo tiene entre manos un proyecto que se rodará entero en España, «o prácticamente todo». En cuanto a lo de vivir aquí, «obviamente toda mi familia vive allí y casi todo es más fácil allí porque no tienes el punto de ‘el extranjero’ pero aquí las oportunidades son brutales» dice Rosete sugiriendo que todavía le queda un tiempo en tierras extranjeras.
Rosete cree firmemente que muchos de los obstáculos con los que se topan los cineastas en España se podrían cambiar «cuando seamos capaces de enseñar a los inversores plantillas de retorno de inversión y vean que hay una forma real de hacer dinero en el cine». Él defiende que si demuestras haber conseguido «darle un 50%, un 60% o un 500% de retorno a un inversor, la gente se parará y dirá, vale, estos no son unos chavales que están intentando contar su historia, si no que es un potencial negocio» expone seguro de sí mismo. «No podemos aspirar a que el cine español viva simplemente de subvenciones» sentencia.
«En España y en Europa en general, las ayudas estatales se dan a multitud de industrias. Prácticamente todo esta subvencionado: la agricultura, sindicatos, partidos políticos, la industria automovilística… A veces da rabia que parece que sólo el cine es el que tiene estas ayudas. En EEUU, que choca mucho, cada año el Estado entrega 1300 millones de ayuda al cine, como incentivos fiscales de cada Estado. Y los Estados compiten entre si para ver quién da mejores ayudas, mejor porcentaje, o devuelve el dinero antes». Allí todo el mundo conoce los beneficios que genera el cine, «en España es todo lo contrario por la percepción social del cine que hay ahí». Rosete no se rinde en «intentar explicar que los cineastas podemos hacer un bien a la sociedad, más allá de las películas, generando riqueza para el país y trabajo».
«Si deja de divertirme, abro una frutería»
Subvenciones, inversores y riesgo a un lado. Rosete se metió en esto para divertirse. Eso es algo que tiene muy claro. En aquella entrevista de la que se habla al comienzo del texto, Rosete dijo hace 10 años: «Si en algún momento deja de divertirme el cine, y empiezo a agobiarme, creo que habrá llegado el momento de abrir una frutería”. Martín no anda buscando locales por el centro de Madrid. Al menos por el momento, porque todavía se divierte con su trabajo.
El primer cortometraje de Martín Rosete, ‘Revolución’:
Cada mañana se levanta entusiasmado con contar una historia: «Para mí lo fundamental es tener proyectos que me enamoren, y que me hagan levantarme todas las mañanas diciendo que guay que de aquí a equis tiempo, no sabemos cuánto, pero de aquí a equis tiempo, eso que ahora mismo está en un papel, se va a convertir en una realidad. Y una vez que se ha rodado queda ahí de por vida». Pese a no haber perdido ni un ápice el ánimo de aquel que emprende una aventura, Rosete mantiene que si «deja de divertirle se buscará otra cosa, porque no hay que estar atado a nada, ¿no?».
Según el cineasta «no hay que mirar fuera, no hay que echar las culpas a la sociedad ni a nadie. Lo más chulo del proceso es cuando tienes una historia que te atrapa y no sabes cómo vas a hacer que pase pero tu foco esta en que se haga realidad». Quizás su felicidad resida en que ha encontrado aquel poeta necesario para su ‘Revolución’ en él mismo.
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