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En el extremo más remoto de la Tierra, bajo las capas de hielo que cubren las aguas gélidas de la península Antártica occidental, la ciencia ha encontrado una historia oculta durante milenios. El derretimiento de los glaciares está desvelando secretos del pasado y trayendo a la superficie criaturas que nunca antes habían sido vistas.
Un equipo de investigadores, liderado por el Instituto de Ciencias Marinas de Virginia (VIMS), se topó con un hallazgo que desafía todo lo que sabemos sobre la vida marina en este ecosistema frágil. Sin embargo, el descubrimiento no sólo asombra, también plantea preguntas urgentes sobre la conservación de este rincón del planeta.
Una nueva especie en las aguas de la península Antártica occidental
El Akarotaxis gouldae, una nueva especie de pez dragón, fue identificado inicialmente a partir de larvas recolectadas cerca de la superficie durante expediciones que buscaban estudiar zooplancton.
Aunque en un principio se creyó que estos especímenes pertenecían al Akarotaxis nudiceps, análisis genéticos detallados revelaron diferencias significativas en los genes mitocondriales que confirmaron la existencia de una especie completamente nueva.
Guiados por estos hallazgos genéticos, los investigadores compararon muestras archivadas en colecciones de ictiología de todo el mundo, descubriendo diferencias morfológicas clave. Las bandas distintivas en los costados del Akarotaxis gouldae, ausentes en su pariente más cercano, confirmaron que esta especie había sido pasada por alto durante décadas.
El análisis genético permitió a los investigadores estimar que esta especie se separó de su pariente más cercano hace aproximadamente 780.000 años, en una época en la que gran parte del océano Austral estaba cubierto por glaciares.
Se cree que una población aislada de peces dragón sobrevivió en fosas profundas bajo el hielo, adaptándose a condiciones extremas hasta volverse genéticamente incompatible con otras especies.
«Este descubrimiento muestra cómo la combinación de genética moderna y colecciones históricas puede revelar una biodiversidad que ni siquiera sabíamos que existía», destacó Andrew Corso, investigador principal del estudio.
El desafío de proteger una especie vulnerable
El Akarotaxis gouldae enfrenta múltiples amenazas debido a su hábitat limitado y a su baja capacidad reproductiva. Este pez deposita sus crías cerca de la superficie, lo que las expone a peligros como la pesca intensiva de krill, un recurso clave en el ecosistema antártico.
Además, su distribución parece estar restringida a las aguas que rodean la península Antártica occidental, lo que agrava su vulnerabilidad.
La pérdida de una especie como esta podría tener consecuencias desastrosas para la cadena alimentaria del océano Austral. Protegerla no solamente es esencial para su supervivencia, sino también para preservar el delicado equilibrio de este ecosistema único, que ya afronta grandes desafíos debido al cambio climático y las actividades humanas.