Amamantar al bebé cuando está enfermo: los trucos más efectivos
Cambiar la posición o darle la leche con cuchara son algunas de las soluciones para poder amamantar al bebé cuando está enfermo.
La lactancia materna puede pasar por distintas fases o estados no solo en función por ejemplo de la producción de leche que logremos ofrecer al bebé, sino también, la predisposición de este para comer y aunque puede que tu hijo no tenga problema para recibir sus tomas de leche, es posible que en algún momento se enferme y sea algo más complicado darle de comer. Veamos entonces cómo amamantar al bebé cuando está enfermo con algunos trucos o remedios que resultan infalibles.
Amamantar al bebé cuando está enfermo: los trucos más efectivos
Tanto en invierno como en verano, el bebé es susceptible de enfermarse. Ya sea un resfriado o por ejemplo que tenga cólicos o que le estén saliendo los dientes y esto le provoque malestar y fiebre. Siempre debemos procurar que el bebé se sienta tranquilo cuando se trata de darle el pecho pero si tiene cualquier problema de salud, notaremos que es prácticamente imposible hacerle comer.
Nunca dejemos de lado la lactancia
Cierto es que los bebés amamantados pueden contar con los preciados anticuerpos que contiene la leche materna, por lo que se enferman con menos frecuencia y, cuando contraen una infección, generalmente los síntomas son más leves y el tiempo de recuperación es más rápido. Pero eso no es todo ya que cuando el bebé se enferma, la madre produce anticuerpos específicos según el germen que haya contraído.
Es decir, la leche materna no ofrece una protección genérica que sea siempre la misma, sino que de vez en cuando se adapta a la situación y necesidades del niño para garantizarle una mayor respuesta de defensa. Por ello es importante tener muy en cuenta no dejar nunca de lado la lactancia, especialmente cuando el bebé se encuentra mal por mucho que en un principio pensemos que tal vez es dejar que descanse sin más y saltarnos alguna que otra toma.
Vayamos entonces por partes y veamos cómo garantizar que el bebé come y recibe la leche de la madre a pesar de que esté enfermo.
Si el bebe tiene fiebre
Cuando sube la temperatura o el bebé tiene vómitos y diarrea, ¿existe riesgo de deshidratación? Así es por lo que en caso de fiebre, puede ser conveniente amamantar más a menudo para asegurar que el bebé esté siempre adecuadamente hidratado.
No es necesario ofrecerle agua, infusiones u otros líquidos: en el pecho, el bebé come y bebe. Cuando tiene sed, generalmente solo harán falta unos minutos para amamantar, el tiempo necesario para tomar la leche al inicio de la toma, que es más aguada, ya que contiene menos grasa, y azucarada, ideal para saciar la sed. Sin embargo, corresponderá al pediatra, en los casos más graves, evaluar si se necesitan soluciones rehidratantes.
De todos modos, puede suceder también que cuando el bebé está enfermo se prenda con más frecuencia, intensificando el ritmo de las tomas. Es normal: en el pecho, en brazos de la madre, el bebé se siente acunado, contenido y tranquilizado, en beneficio de su bienestar psicofísico.
¿Y si, por el contrario, los descansos entre las tomas se alargan porque el bebé está somnoliento debido a la fiebre alta? Una solución es ofrecerle el pecho con más frecuencia. Y, si no quiere engancharse, puedes darle un poco de leche con una cucharadita, después de haberla exprimido manualmente o bombeado. Incluso unas pocas gotas son útiles para evitar el riesgo de deshidratación y proporcionarle valiosos nutrientes y sustancias protectoras.
Si tiene un resfriado
Una nariz cerrada puede interferir con la alimentación porque el bebé tiene dificultad para respirar y se pone nervioso. Puede suceder entonces que el bebé resfriado rechace el pecho, o se prenda y suelte llorando. En estos casos, puede ser útil usar una solución salina antes de alimentar para despejar la nariz.
Por otro lado, durante la comida, es mejor mantener al bebé en una posición bastante vertical, mientras que un humidificador colocado en la habitación ayudará a que el aire sea menos seco ”.
Si tiene dolor de oídos
Un bebé con otitis puede parecer angustiado e inquieto mientras amamanta. También en este caso puede ser útil variar la posición de amamantamiento, evitando mantener al bebé acostado: de hecho, amamantar en esta posición aumenta la presión en los oídos. Una posición más vertical, en cambio, alivia las molestias del bebé y le permite tomar su leche con más tranquilidad.
Si tiene dolor de estómago
Cuando el bebé tiene gastroenteritis es difícil que quiera comer, pero debemos recordar que la leche materna contiene agua, sales minerales, antibacterianos y fermentos lácticos vivos: es, por tanto, un alimento perfecto para solucionar ese problema estomacal. En este caso, lo ideal es amamantar con frecuencia, incluso cada media hora o cuarto de hora, para que el bebé pueda reponer los líquidos perdidos.
Si el bebé está débil o no se agarra al pecho, la madre puede extraerse la leche y ofrecérsela a intervalos regulares con una cuchara. Para asegurarse de que los líquidos introducidos sean suficientes, se deberán revisar los pañales mojados, que deben ser al menos 5-6 por día. Y, por supuesto, es recomendable contactar con el pediatra para evaluar el bienestar general del niño .
Cómo comprobar que el bebé está bien alimentado a pesar de estar enfermo
Cuando las tomas son más breves y menos tranquilas de lo habitual, ¿cómo puedes estar seguro de que tu bebé está recibiendo la leche necesaria? ¿Y, sobre todo, que ha repuesto los líquidos perdidos? Además de comprobar el número de pañales mojados cada día, es necesario comprobar que la orina sea clara e inodoro, signo de una buena hidratación.
En cuanto al peso, que se controla una vez a la semana en los primeros meses, es normal que el aumento de peso disminuya mientras el niño está enfermo, dado que las energías que aporta la leche materna le sirven al organismo para combatir la enfermedad. Por tanto, un retraso en el crecimiento semanal es muy común. Sin embargo, si el bebé pierde peso y la madre teme que algo vaya mal, es recomendable informarlo al pediatra, quien evaluará su estado de salud.
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