Venció quien puso más
Se da la coincidencia general de que el Elche es un equipo de autor que lleva la firma de Eder Sarabia que, a su vez estampó igualmente sobre su justa derrota. No propuso absolutamente nada en toda la tarde, salvo retener el balón en su poder todo el tiempo posible sin inquietar a Leo Román en una sola ocasión al punto de encontrarse con un gol de regalo, presente navideño de Pablo Maffeo.
Con tres centrales para un solo atacante, Muriqi, el técnico franjiverde pobló el centro del campo para colapsar la fábrica de juego local en los pies de Morlanes y Sergi Darder y, a partir del empate descrito, sacar provecho de la ansiedad que atenaza a los discípulos de Arrasate que, todo hay que decirlo, tenía muy mala pinta. Entre el gol inaugural y el que equilibraba nuevamente el marcador, Jan Virgili, una pesadilla para Alvaro Núñez, había estrellado un disparo en el poste y el kosovar perdido un mano a mano con el ex del Barça Iñaki Peña.
El probable dos a cero se convirtió en unas tablas que parecían contentar a la escuadra franjiverde, pero inaceptable para los bermellones, que iniciaron la contienda ante su público y en descenso.
Parece que el susodicho autor no disponía de Plan B, así que, a pesar de otra oportunidad fallida ante la interposición de la pierna de Aguado, con Peña batido, el objetivo ilicitano no era otro que atascar la explanada y minar el terreno para agotar al único equipo que al recuperar la pelota debía apostar por algo más que pasearla sin sentido, ni objetivo, cual púgil que corriera alrededor del cuadrilátero de un ring para dejar al contendiente sin aliento a la hora de darle alcance.
El universo decidió premiar el empeño y castigar la estrategia. Cuando el cronómetro avanzaba en contra del más necesitado, que desperdiciaba muchos minutos, no segundos, en pases horizontales entre los defensas incapaces de encontrar un espacio que ninguno de sus compañeros abría, Mascarell tiró de ciencia y anticipación. Robó dos veces donde Luis Aragonés repetía que había que hacerlo, uno como penalización al exceso de confianza de un portero que creyó servir a De Jong en lugar de a Aguado que desbloqueó el marcador. El otro en las páginas de un manual de antología en la asistencia nacida de sus botas y resolución en la testa del único delantero, obligado demasiadas veces a bajar en exceso.
En esta ocasión venció «quien puso más», parodiando el título de una canción de Víctor Manuel.