España, segundo país de Europa con menos problemas derivados del juego

España, segundo país de Europa con menos problemas derivados del juego
España, segundo país de Europa con menos problemas derivados del juego

No cabe ninguna duda de que casi todo en esta vida es susceptible de tener cierta desviación de uso patológico: quién iba a pensar hace cien años que cosas tan inocentes como correr o ir al gimnasio se podrían convertir en algo tan arriesgado como la vigorexia o la runnorexia como para acabar enfermo.

El juego no es algo diferente a otras actividades susceptibles de crear adición como los videojuegos o las inversiones en Bolsa excepto en una cosa: es una de las actividades más vigiladas, analizadas y estudiadas del mundo. Informes hacen referencia que la prevalencia al juego problemático en población general a nivel mundial, es decir, la incidencia de la ludopatía, se sitúa entre 0.4 y 7.6%, con una prevalencia media global de 2.2%.

En España, según un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid y las fuentes propias del Ministerio de Sanidad, hablan de que la media se sitúa entre el 0,7% y el 0,9% de la población, muy por debajo de la media Europea, y decreciendo por los años y segunda tasa más baja de los países desarrollados (OCDE) Es decir un 0,8% de los españoles que juegan acaban realizando algún tipo de comportamiento patológico frente al juego.

Según el informe de la Universidad Carlos III de Madrid, un 80.9% de los españoles adultos ha practicado juegos de azar durante el último año, lo que supone más de 28 millones de personas entre 18 y 75 años. Estas cifras avalan uno de los principales mensajes que emanan del estudio, que muestran que jugar es una actividad normal, y que se considera como una afición más en su vida.

Los encuestados manifiestan, en su gran mayoría, actuar de forma responsable respecto a la experiencia de juego y medir de forma correcta los costes en los que incurren al jugar. Además, valoran de forma positiva el entretenimiento que consiguen con la experiencia. Para aquellas personas que manifiestan haber jugado en alguna ocasión a lo largo del pasado año, el coste del juego es similar al de una entrada para asistir a un espectáculo, o al coste de practicar cualquier otro hobby o afición, según dice el informe de la UC3M.

Hablando de frecuencia, la práctica del juego está por debajo de otras aficiones como el deporte, ir de conciertos o la fotografía. En referencia a las motivaciones, en el juego destaca el hecho de que su principal atractivo es el de pasar un rato entretenido, interactuar socialmente con el objetivo de estrechar lazos y relaciones, y ganar una apuesta desafiando el riesgo a perder, lo que les permite tomar decisiones propias y hacerse cargo de sus consecuencias.

Además, según los datos registrados por las administraciones sanitarias, el número de personas diagnosticadas en España por trastorno de juego problemático se sitúa por debajo de 7.000.

Analizando en profundidad el origen del juego problemático, como afirma el Doctor en Sociología, José Antonio Gómez Yáñez, autor del estudio, “los datos corroboran la idea de que el trastorno de juego forma parte de un cuadro de patología múltiple y multicausal. La raíz del trastorno no se encuentra en la oferta de juego, sino que forma parte de un cuadro complejo que afecta a personas proclives a este tipo de comportamientos”.

Siendo todo esto así, ¿de donde viene este desmedido interés político en apuntar a los salones de juego como el gran generador de problemas cuando solo representa el 9% de la totalidad del juego en España y se trata de un sector altamente controlado y regulado?

Nadie debería jugar con el futuro de un sector, el de sus trabajadores y todo lo que ello significa y mucho menos usarlo como arma arrojadiza política.

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