La dirigente del PSOE de Palma que apartó Negueruela pasó «miedo y ansiedad» cuando se reunió con él
Denunció a la dirección su malestar por el tono "elevado e intimidatorio" del secretario general
Exigió tomar medidas por "comportamientos que podrían alinearse con una actitud machista"


La dirigente del PSOE de Palma y ex secretaria general de la agrupación socialista de Ponent, la de mayor número de afiliados de la capital balear, Isabel Miralles, que ha sido defenestrada por el secretario general de la formación, Iago Negueruela, pasó «miedo» en la reunión que ambos celebraron el pasado 26 de mayo en la segunda planta de la sede del partido en la capital balear y tuvo que recibir «asistencia urgente por un ataque de ansiedad».
Fuentes socialistas conocedoras de primera mano de lo sucedido aquel día aseguran que Miralles hizo saber a la dirección tras esa reunión la «actitud amenazante y agresiva» del también mano derecha de Francina Armengol en el PSOE balear, tras no renunciar ella a presentarse a la reelección para seguir liderando la junta local de Palma Ponent, como le exigía Negueruela.
El dirigente socialista, sin prueba alguna, la acusó de ser la instigadora y estar detrás de una supuesta «conspiración» que habría provocado que en el reciente Congreso del PSOE de Palma, celebrado diez días antes de esa tensa reunión, el 40% de delegados con derecho a voto no lo respaldara como secretario general, dejando patente la fractura interna generada en el partido por su nombramiento.
Además de advertirle el número uno del PSOE de Palma a Miralles que si no dejaba la secretaría general de la junta de Palma-Ponent se quedaría sin cargos -«no tendrás nada»- y que sería marginada por la cúpula del partido de cualquier cargo orgánico, el tono con el que Negueruela se dirigió a ella fue «elevado e intimidatorio», acompañado de «un lenguaje corporal agresivo» y le provocó «síntomas físicos claros de nerviosismo y una creciente sensación de miedo ante su creciente enfado».
De hecho, a día de hoy aún guardaría secuelas por lo sucedido en esa infausta reunión de finales de mayo, con el agravante de que el secretario general de los socialistas de Palma no le habría manifestado, en ningún momento, voluntad alguna de disculpa.
Miralles por ello manifestó a la dirección socialista de la Federación Socialista de Mallorca (FSM) y del PSIB-PSOE que no había justificación alguna para permitir el uso del tono agresivo entre compañeros y que «las situaciones de intimidación y amenazas por quienes ostentan posiciones de poder exigir actuar porque pueden ser comportamientos que podrían alinearse con una actitud machista».
Como indican las mismas fuentes conocedoras de lo sucedido en esa reunión del 26 de mayo en la segunda planta de la sede de la calle Miracle de Palma, Miralles reclamó a la dirección regional «no consentir estos comportamientos, e investigar lo sucedido desde la imparcialidad con la posible existencia de antecedentes similares», cosa que como lamentan las mismas fuentes socialistas, «no se ha hecho».
Y ello pese a que la ya ex secretaria general de la agrupación de Palma-Ponent se puso a disposición de los órganos competentes para enseñarles las pruebas documentales de las que dispondría, a la vez que reclamó amparo a la dirección del PSOE balear por su temor a que se tomaran medidas disciplinarias contra ella por denunciar los hechos.
Más que nada porque como hizo saber la propia Miralles, todos los hechos denunciados habían quedado constatados con el paso del tiempo porque ella ya no optó a la reelección pese a tener el respaldo de la militancia para continuar en el puesto como le exigió Negueruela, que así pudo colocar a su delfín Ramon Perpinyà al frente de la mayor agrupación del PSOE de Palma.
Unas presiones que en principio vulnerarían el código ético y de conducta del PSOE, basado en los en valores de honestidad, transparencia, respeto, responsabilidad y igualdad de oportunidades, sin discriminación en el ámbito interno por motivos de opinión.