OKUPACIÓN

Pesadilla de narcopisos en Zaragoza: «Los que okupan pisos son los mismos que te roban los móviles»

El barrio del Gancho concentra el mayor número de edificios okupados, alcanzando 22 en total

La consejería de Despoblación, Justicia y Vertebración Territorial, de Alejandro Nolasco ha anunciado una oficina contra la okupación en Aragón

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Paula Ciordia

En pleno centro de Zaragoza, hay un barrio que debería hacer saltar todas las alarmas ante un problema anquilosado penosamente en nuestras ciudades como es la okupación y los narcopisos. Se trata del conflictivo barrio del Gancho, que con frecuencia copa los titulares de los medios de comunicación regionales, en la sección de sucesos por delitos relacionados principalmente con drogas.

La Plataforma de Afectados por la Okupación Gancho y Pignatelli se ha puesto en contacto con OKDIARIO para denunciar este infierno que está sufriendo el barrio. Junto a ellos, hemos filmado más de una veintena de edificios okupados con narcopisos en Zaragoza.

Narcopisos en el Gancho (Zaragoza)

Sin duda este es un problema de largo recorrido en este barrio popular, famoso otrora por la venta de heroína y que, gracias a una decidida apuesta de promotores y constructores de los años 90 del pasado siglo, se logró derribar muchas de las casas en estado ruinoso, para levantar, en esos mismos solares, viviendas nuevas, dignas, que permitieran el florecimiento de un tejido social en prosperidad.

Algo que se consiguió por poco tiempo y cuya puntilla fue la pandemia. El reabierto centro de las Armas supuso, con su anterior cierre en los albores de 2020, el fin de un flujo continuo de zaragozanos de otros barrios, atraídos por la oferta cultural y gastronómica que con esfuerzo sus nuevos regentes quieren recuperar.

Sin embargo, para esa regeneración, muchas cosas tienen que cambiar. Actualmente, demasiados edificios de este barrio del Gancho, que se construyeron o se rehabilitaron, y en los que se invirtieron miles de euros, están tomadas por okupas narcotraficantes, la mayoría de origen magrebí. Lo que ha dado lugar a narcopisos y narcoedificios, como así los denuncian los propios vecinos de este barrio de Zaragoza que denuncian la degradación de la zona.

De hecho, el Ayuntamiento de Zaragoza ha comenzado un plan de recuperación de alguna de las calles del barrio, adquiriendo edificios okupados, para rehabilitar las viviendas y sacarlas como alquiler asequible para recuperar la zona. «Es una buena iniciativa; además, los vecinos nos negamos a que fueran viviendas sociales, queríamos de alquiler asequible, para que los inquilinos cuiden la casa y se preocupen».

Mientras la Delegación del Gobierno (única administración competente en esta materia), encabezada por el socialista Fernando Beltrán, mantiene silencio e inacción ante un problema como la okupación y el control del narcotráfico.

«Estamos hartos, queremos sentirnos seguros», nos explican. «Los carteros, que generalmente son mujeres, cambian cada tres meses, porque no quieren venir a trabajar en esta zona», nos revelan. No es para menos.

«Los edificios okupados se identifican fácilmente: no suelen tener puerta», nos explica el presidente de la plataforma, Javier Magén. «Uno de los principales problemas de convivencia que crean entre los vecinos es la suciedad. Dejan las basuras a cualquier hora del día tiradas en la calle, y en portales que no son donde viven», lamenta.

«Es una amenaza permanente, pero yo voy con la cabeza alta, porque no hago nada malo, solo reivindico mis derechos. Incluso me llegaron a dar un puñetazo. Logré identificar a la persona, y le pusieron una multa de 1.500 euros, que pagó a toca teja. ¿Con qué dinero? Parece que las leyes están solo para algunos», denuncia Óscar Villanueva, uno de los socios de la plataforma.

Otra evidencia que constatamos en nuestro paseo por el barrio es la gran presencia en esta zona de asociaciones sociales como Cáritas, Ozanam, Apic. «No ayuda a revertir el problema», explican. Es lógico, estas asociaciones se convierten en un polo de atracción de más inmigración ilegal donde estas personas encuentran el cobijo y la asistencia legal para sortear con éxito las denuncias y demandas de los vecinos y afectados por la okupación.

«El monopolio de la pobreza en este barrio lo tiene Ozanam», expone uno de ellos. Nos cuenta que tienen un programa que consiste en adecentar las viviendas pintando las fachadas a través de colaboraciones con la asociación Apic, en la que emplea personas en situación de exclusión.

«De esta manera, uno pasea y parece que la situación no está tan mal, pero levanta la vista y verás cómo están los balcones. Los edificios okupados no tienen mantenimiento, y además sufren mayor deterioro porque no hay ni inquilinos ni propietarios que lo cuiden», razona.

Drogas, violencia, inmigración ilegal… tienen su ruedo en este tipo de edificios okupados. Muchos de los cuales se acaban incendiando «porque sus okupas roban la luz», nos cuenta el vicepresidente de la asociación.

Un maridaje explosivo en pleno centro zaragozano. «Muchas veces me dicen que no molestan…, pues yo les diré que me ha costado 3.000 euros tener un edificio okupado al lado del mío, por las filtraciones de agua al coger la toma y no tenerla canalizada», se queda uno de ellos.

La okupación en Aragón

Las cifras de okupación en Aragón, no destacan por ser tan elevadas comparadas con la media de España, cuya cima la lidera Cataluña. Según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se han registrado 17.264 ingresos en los juzgados desde 2018 a 2022. Lo que significa una media de 9 demandas al día en los últimos 10 años.

Si bien, según la Plataforma de Afectados por la Okupación, se estima que hay 100.000 inmuebles afectados en España, dado que en los datos oficiales no se incluye el fenómeno de la inquiokupación, es decir, cuando un inquilino se convierte en okupa porque deja de pagar.

Además, según datos proporcionados por el Ministerio del Interior, en los primeros meses de 2023, las okupaciones en España ascendieron a 7.485. En Aragón, se registraron 83. Precisamente por ello, que en este barrio de Zaragoza se registren 22 edificios okupados es revelador del polvorín que se está fraguando, sin contar los pisos.

Ahora bien, no estar entre los primeros puestos de esta «lacra social y económica», como la describió el pasado año la Fundación Civismo, no significa no estar afectado por ella. En el caso del Gancho en Zaragoza, la okupación es un problema con preocupantes esporas.

No hay que olvidar que el centro okupado Luis Buñuel está considerado como una referencia en el mundo okupa en Aragón, y estaba situado en lo que llegó a ser el antiguo consistorio de la ciudad de Zaragoza.

Se trata de un edificio emblemático okupado con un simbolismo que no se puede pasar por alto, y que hace gala de esta okupación otra de las asociaciones del barrio, Lanuza Casco Viejo. Como apunte, el mayor benefactor fue precisamente el que fuera alcalde de Zaragoza en Común, el comunista Pedro Santisteve (homólogo de Ada Colau), con políticas permisivas además con la inmigración ilegal, y a quien recientemente le han concedido la Medalla de Oro de la ciudad.

En suma. El barrio del Gancho es, sin duda, un ejemplo claro de un nuevo paradigma urbano, de esas zonas no go, con inmigración ilegal conflictiva y delincuente, como alerta Josema Vallejo y Samuel Vázquez, en su esencial libro Don´t Fuck the Police, con la problemática añadida del narcoedificio okupado, que pide a gritos auxilio en voz de esta plataforma.

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