Los ‘anticapitalistas’ contra Errejón: “En Podemos impera una política de notables y camarillas”

Varoufakis-Urbán
Yanis Varoufakis y el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán (Foto: Efe).
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La corriente Anticapitalistas, la más radical dentro de Podemos y en oposición abierta a la estrategia de la dirección, echa más leña en un libro de reciente publicación-Anticapitalistas en Podemos. Construyendo poder popular (editorial Sylone)-que compila varias entrevistas con algunos de sus dirigentes más destacados, como Miguel Urbán, Raúl Camargo o Teresa Rodríguez. Este movimiento, de un importante peso a nivel territorial, está en los orígenes de la formación del propio Podemos y aspira actualmente a lograr un  mayor poder interno en el partido apoyándose en un acercamiento a Pablo Iglesias.

El libro es, en realidad, un compendio de su doctrina de base, una crítica a la táctica de la moderación entre los de Iglesias y una constante apelación a la difícil coexistencia entre las dos formas de entender el partido. Su publicación se produce en un momento de vivo enfrentamiento entre ‘pablistas’ y ‘errejonistas’, que amenaza con fracturar definitivamente el partido. 

El enfrentamiento entre estos bandos es visible en varios de los últimos acontecimientos, como las primarias para la Comunidad de Madrid, donde los anticapitalistas piensan unirse a los de Iglesias en una candidatura unitaria, o en las formas de entender un posible acuerdo con el PSOE. La corriente de Urbán se opone en este caso a entrar en un Gobierno con los socialistas, como es pretensión de Pablo Iglesias. 

La amenaza de una fractura definitiva planea desde hace tiempo sobre el partido aunque se ha incendiado en las últimas semanas. Y más aún, con el telón de fondo de los distintos Consejos autonómicos, que han de elegir a las distintas direcciones regionales, y la próxima Asamblea, a principios del año que viene. 

En esta disputa, los Anticapitalistas plantean un programa radical, de vuelta a la lucha popular y de clase, al movimiento en las calles y a la construcción de un partido netamente horizontal y re-conectado con sus bases. 

En el ensayo no dudan en cargar con dureza contra el devenir de Podemos, un partido, reprochan, en el que “se ha extendido una política de “notables” y de “camarillas” (…) que ha  sido un elemento devastador para quienes apostamos por la libre y pública expresión de los debates”. 

«España es un buen sitio para empezar la guerrilla global»

Las críticas son constantes. Así, por ejemplo, afirman que en Podemos rige “la lógica de una ‘política sin política’, que se trata de un partido “contradictorio” y “que báscula en sus discursos, prácticas, referencias ideológicas y en sus aspiraciones”.

El ensayo es un compendio de la ideología de este sector, con alusiones frecuentes  a la “revolución” y a un concepto belicista de la política.

“Tomar el poder puede pasar por ganar unas elecciones, ya que es necesario dotarse de una legitimidad social que permita gobernar. Pero tomar el poder desde un punto de vista revolucionario, al fin y al cabo, es dotarse de la fuerza suficiente como para poder darle la vuelta a la sociedad”, se afirma en otro momento. 

«Pablo no nos gustaba»

No obstante, admiten también que participar en un partido como Podemos les supone serios dilemas y problemas reales. “Nos encontramos con una pulsión que trata de conducir a los sectores más radicales a la autoamoderación, a una adaptación a las fuerzas y a los sectores hegemónicos del proyecto y, en consecuencia, a una disolución parcial de los postulados y formas políticas más rupturistas”, reprochan. 

El líder de esta corriente, Miguel Urbán, revela además algunas curiosidades, como sus reticencias iniciales hacia Pablo Iglesias. 

«Hay que reconocer que Pablo no era una persona que gustara a la mayor parte de la militancia de Anticapitalistas por su talante retador”, afirma. En otro momento revela sin tapujos que desde el principio veían que «la concepción de Pablo chocaba totalmente con nuestra tradición. Y eso fue algo que no escondió”. 

Colau rechazó liderar Podemos

Entre los detalles se cuenta también cómo los Anticapitalistas contactaron con otros líderes para llevar el mando de Podemos, entre ellos, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que lo rechazó. Entre estos se encontraba también el líder del SAT, Diego Cañamero, ahora diputado del partido. 

“A lo mejor las cosa habrían ido de otra forma, quién sabe, pero la idea no era que fuera Pablo solo. A él le interesaba compartir el riesgo”, asegura Urbán, 

Entre las críticas, sobresale la de una falta de pluralismo en el partido. «No se expresa la pluralidad de Podemos en órganos pluralistas. Este es un elemento, así como la falta de competencias directas para los círculos, lo que lleva a su vaciamiento, se burocratizan todas las decisiones (para hacer cualquier cosa hay que mandar un formulario)”, afirma. 

Críticas a la relación con el PSOE

Otro de sus dirigentes, Raúl Camargo, afirma que Podemos «ha sido capaz de enfrentar el fantasma del PSOE”, pero que en ese proceso ha salido también dañado. 

“Lo cierto es que se ha producido un giro en el discurso y en la práctica de Podemos que ha operado sobre la visión general respecto del PSOE”, asegura, en un reproche a los acercamientos entre los de Iglesias y los socialistas. 

La relación, afea, “ha pasado de adversario a amigo necesario y ha generado cierta confusión”. 

“Así se ha pasado del “PSOE-PP la misma mierda es” o denominarlos como parte de la casta a entender que el PSOE es un actor de cambio necesario para un proyecto alternativo de país”.  Desde Anticapitalistas afirman que su relación debe limitarse a un acuerdo de investidura, y a una oposición muy dura ante un posible gobierno del PSOE. 

«Lo de socialdemócrata fue un error incomprensible»

Además, creen que fue un “error de calado” que Podemos se reclamase como la nueva “socialdemocracia” en la anterior campaña electoral. «Lo de socialdemócrata fue un error incomprensible en un país donde nadie se considera socialdemócrata. Absurdo el tratar de recuperar una identidad que huele a naftalina”. 

«Ahí la dirección de Podemos fue muy torpe, todo su discurso de moderación y de decir que poco se podía hacer desde el gobierno fue suicida”, concluye. 

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