Cuesta creerlo, pero esta maravilla está en España y no en las Seychelles: playa virgen y aguas cristalinas
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En el litoral español aún existen puntos donde el desarrollo turístico no modificó del todo el entorno. Lugares en los que la vegetación autóctona se impone sobre las construcciones, y donde el mar se mantiene limpio y transparente. Pero la realidad es que encontrar una playa virgen y aguas cristalinas no es tarea sencilla en pleno verano.
Menos aún en islas que, como Ibiza, reciben miles de visitantes cada día. Aun así, en esta comunidad autónoma todavía se conservan enclaves que parecen suspendidos en el tiempo. Alejados de las rutas turísticas más concurridas, sin música ni chiringuitos invadiendo cada rincón. Solo mar, bosque y roca.
Playa virgen y aguas cristalinas: ¿Cuál es la cala española que parece sacada de las Seychelles?
Ubicada en el municipio de San Antonio de Portmany, en la costa norte de Ibiza, Cala Salada conserva una de las estampas más auténticas del Mediterráneo. Rodeada por un espeso pinar y colinas que resguardan su bahía, esta cala ofrece un paisaje que muchos asocian más con el Índico que con el archipiélago balear.
Sus dimensiones son reducidas (unos 200 metros de longitud), y su acceso no es directo para vehículos particulares durante la temporada alta.
Pese a esta limitación, el enclave cuenta con algunos servicios: alquiler de hamacas y sombrillas, duchas con control de uso, aseos, acceso adaptado para personas con movilidad reducida y presencia de socorristas.
No obstante, su verdadero valor no está en las instalaciones, sino en la conservación de su entorno natural y su condición de playa virgen y aguas cristalinas.
Cómo llegar a Cala Salada
Entre mayo y octubre, el tránsito está regulado entre las 9:30 y las 17:00 horas, por lo que se recomienda llegar mediante el autobús lanzadera de la Línea L34, en servicio cada 30 minutos desde el complejo polideportivo Can Coix, o utilizar el ferry desde el puerto de San Antonio.
En coche, se llega siguiendo la carretera PM-812 en dirección a Santa Agnès desde San Antonio.
Cala Saladeta, la extensión natural de Cala Salada
Apenas un saliente rocoso y unas casetas de pescadores separan Cala Salada de Cala Saladeta, una cala aún más reducida en tamaño, con unos 100 metros de longitud. El acceso entre ambas puede hacerse bordeando el acantilado, nadando o utilizando un camino superior más cómodo.
En Saladeta no hay servicios. Quienes eligen esta zona suelen llevar todo lo necesario para pasar el día: alimentos, agua, sombrilla y algún equipo de esnórquel para aprovechar la claridad del agua. A pesar de su tamaño, el fondo marino en esta cala permite la observación de fauna y flora sin necesidad de grandes desplazamientos.
Durante las mareas bajas, se puede caminar de una cala a la otra sin dificultad. Ambas comparten una misma orientación (Oeste-Suroeste), lo que convierte a la zona en un buen punto para contemplar puestas de sol. La protección natural que ofrecen las colinas y el pinar contribuye a mantener un ambiente tranquilo, incluso cuando hay presencia de visitantes.
¿Cómo se conserva esta playa virgen y de aguas cristalinas?
El valor paisajístico de estas calas no reside en instalaciones de ocio, bares ni grandes complejos hoteleros. Aquí, lo que predomina es el color del mar, que va del azul claro al turquesa; la vegetación costera, compuesta por pinares que cubren las laderas, y las formaciones rocosas que delimitan el perímetro de la playa.
Cala Salada mantiene una ocupación alta en los meses estivales, pero la gestión del acceso por parte de las autoridades permite preservar su carácter de playa virgen y aguas cristalinas.
A pesar de la cercanía de algunas viviendas particulares en las alturas, la sensación general es de aislamiento. El ruido de la ciudad queda lejos. En su lugar, el sonido predominante es el del mar golpeando suavemente las rocas.
No hay música alta ni actividades organizadas. Es un lugar pensado para quien busca lo esencial: paisaje, naturaleza y silencio.
La regulación del tráfico, la restricción de horarios y la promoción del transporte colectivo no responden únicamente a razones logísticas. Se trata de medidas de protección para evitar que el impacto humano altere un equilibrio que, hasta ahora, se ha mantenido relativamente estable.