El ruso que quería ser como Roca Rey

El peruano Andrés Roca Rey sale por la puerta grande y López Simón corta una oreja de peso. El Cid se fue de vacío en su adiós a Las Ventas.

Roca Rey
Roca Rey en San Isidro. Foto: EFE

Las Ventas a rebosar, se había colgado el ‘no hay billetes’, regresaba el Rey Roca. En los aledaños de la plaza, mientras esperaba colocarme rodeada de una gran multitud, un empujón me dejó inmovilizada varios minutos. Eran dos hombres, padre e hijo, rusos. Inmediatamente se detuvieron para pedirme disculpas. “Lo siento, son las prisas de mi hijo por ver a su ídolo”.  Me pudo la curiosidad y enseguida pregunté por qué un ruso cruzaba Europa por ver a Roca Rey, era evidente que era el atractivo de la tarde. El chico, de unos 17 años, me contestó: “Es el mejor, no le tiene miedo a nada, he convencido a mi padre durante más de un año para que me trajera a verlo en directo”. Esperemos que el Rey de las taquillas no le defraudara. 

Comenzó la tarde, nadie quería perdérsela, una de las de más expectación de esta nueva edición de San Isidro. Los atléticos acompañaron a López Simón acompañado de su colchonero favorito, Koke. El Rey Juan Carlos acompañado de la Infanta Elena. Hasta Enrique Ponce, que volvía a pisar el coso de la calle Alcalá tras su accidente en la feria de Fallas, que le apartó de los ruedos durante esta temporada, no quisieron perderse una tarde tan esperada. 

Roca Rey
Roca Rey sale por la puerta grande de las Ventas. Foto: EFE

El Cid se despedía de la plaza más importante del mundo. Intentó todas las opciones posibles ante un animal que no le dio ningún juego. Destacaron cambios por la espalda, pero los aceros emborronaron toda su faena. Se fue de vacío. Perdió una gran oportunidad. 

Mientras tanto, el joven ruso, al que yo podía ver desde mi sitio, no pestañeaba esperando a su rey. 

El madrileño López Simón venía a por todas a una plaza que le ha dado tanto. Diego Robles, su nuevo apoderado, ni se inmutaba desde el callejón, con la mirada ambos se decían todo. Brindó a Madrid. Se notaba su retiro invernal en Sanlúcar de Barrameda. Estuvo muy bien con la muleta y cambios extraordinarios por la espalda rematando  por lo alto. Logró el silencio algo que en Las Ventas es inaudito. Se ganó al público y labró una gran faena con la que se ganó una oreja de peso. ¡Mucho ojo a este nuevo López Simón recuperado! Tiene una mirada diferente y mayor fuerza en sus pasos al rozar el albero.

Llegó la hora. Seguro que todos conocéis esa sensación de la primera cita con el chico o chica que te gusta. El joven ruso temblaba. Los ojos hacían chiribitas. 

Con el capote fue breve el peruano. Una voltereta del toro dejó al chaval perplejo. El joven no podía contener las lágrimas. El público se volcó con Roca Rey. Brindó a Don Juan Carlos. No conseguía parpadear al ver cómo su héroe con el traje rasgado salía a por todas. A pesar de su intención se le fue el primer toro sin trofeo. 

El Cid se fue de Madrid de vacío, en su segundo apenas destacó. No fue su tarde. 

López Simón se fue a chiqueros, brindó al Rey. Una faena plena. Lo bordó con la capa consiguiendo una buena tanda de naturales que tardaremos en olvidar. 

Llegó el último de la tarde. Andrés Roca Rey salió a por todas. El público no paraba de aplaudir una vez que cogió la muleta por banda. Rugían los tendidos. No se iba a dejar ganar la pelea el gallo del corral. Largos naturales por lo bajo que enloquecieron a los aficionados. La pedida de orejas fue unánime. El rey se ganó la puerta grande en su primer compromiso en San Isidro. 

Roca Rey había hecho que merecieran la pena recorrer millones de kilómetros para ver salir a hombros por la calle Alcalá al nuevo emperador. El joven ruso vio cómo su sueño se hizo realidad. 

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