Un gran toro de El Parralejo franquea la Puerta del Príncipe a David de Miranda
Tarde anodina de Roca Rey en la que Cayetano Rivera Ordóñez se despidió de la Maestranza.

El diestro onubense David de Miranda ha abierto la Puerta del Príncipe en la penúltima corrida de la Feria de Sevilla con el mejor lote de una corrida de El Parralejo en una tarde anodina de Roca Rey en la que Cayetano Rivera Ordóñez se despidió de la plaza de la Maestranza.
El matador de Trigueros ya había empezado a calentar el cotarro con el tercero, un toro potable, pero medido de fuerzas del desigual envío de la familia Moya Yoldi con el que tuvo la virtud de ir a más. Fue una faena de firme planteamiento, iniciada con el clásico litrazo de los toreros de Huelva, que ganó en intensidad, trazo y profundidad en los muletazos finales.
Ésa fue la clave para amarrar ese primer trofeo después de una fulminante estocada que había estado precedida de unas ceñidísimas bernardinas que acabaron por enardecer el público variopinto que poblaba los tendidos del coso del Baratillo en este sábado de farolillos, llegando a pedir el segundo trofeo sin fundamento alguno.
Con el que se había ganado ya en el bolsillo y con la tarde pesando demasiado, Miranda –ya le ocurrió con el encierro de Santiago Domecq en 2024- se iba a encontrar con la bola premiada de la corrida, un vareado y magro sexto –se tapaba por la cara- que acabaría rompiendo con impresionante boyantía, prontitud y fijeza en la muleta del diestro choquero.
En su faena hubo de todo, y casi todo bueno. Después los aclamados estatuarios de la abertura, sorprendió el temple de las primeras tandas de muletazos con el animal, llamado Hojalatero, embistiendo como un tejón en los engaños. El toro pedía series largas, llevarlo hacia delante, apurar su boyantía…
Así lo hizo casi siempre David de Miranda, abusando un punto de ciertos alardes que iban en contra de la calidad de una embestida que creció a lo largo de la faena hasta el punto de dar la impresión que podía haberle dado más. La espada entró a la primera y la muerte fue fulminante cantando esas dos orejas que le franqueaban de par en par la Puerta del Príncipe.
Esa fue la cara de una tarde anodina en la que Cayetano se despedía de la plaza de la Maestranza en el año de su retirada del toreo. Para ello se vistió con traje de delanteras bordadas inspirado en la ropa de torear de su bisabuelo, el Niño de la Palma. Pero el nieto de Antonio Ordóñez y el hijo de Paquirri no iba a tener ninguna opción con el blando primero.
Tampoco se la iba a dar el cuarto a pesar de no tener mal fondo. Cayetano, que llevaba un brazalete de luto por la muerte de su tío Alfonso Ordóñez, se esforzó mientras la banda de Tejera tocaba Juncal en su homenaje. Quedaron la voluntad y los buenos deseos en esa despedida, sellada con una cariñosa ovación recogida desde los medios.
Fue una tarde, finalmente, en la que Roca Rey tuvo una actuación desconcertante. Sin darse coba con el deslucido segundo, se iba a emplear en una extraña, interminable e inclasificable faena con el informal y complejo quinto en la que llegó a escuchar un aviso cuando intentaba su más genuino arrimón. Se marchó entre silencios.
Ficha del festejo
Se lidiaron seis toros de El Parralejo, correcta aunque desigualmente presentados. El grandioso y vareado sexto completó con el tercero el mejor lote de una corrida en que hubo toros blandos como el primero y cuarto; deslucidos como el segundo o informales como el quinto.
- Cayetano, de malva y plata, silencio y ovación de despedida
- Roca Rey, de verde manzana y oro, silencio en ambos
- David de Miranda, de blanco y plata, oreja y dos orejas que le franquearon la Puerta del Príncipe
La plaza se llenó en tarde espléndida y primaveral. Saludaron los banderilleros Viruta y Antonio Chacón y fue muy aplaudido Fernando Sánchez.
Temas:
- Feria de Abril
- Sevilla