ALICANTE

Roca Rey, intratable, triunfa en plena batalla frente al bravo Samuel Navalón

La plaza de toros estaba llena en Alicante con una brisa agradable

Roca Rey Alicante
El diestro peruano Roca Rey con el segundo de su lote. (Foto: Efe)

Samuel Navalón presentó batalla a Roca Rey y el torero peruano respondió, salvaje e intratable, con su mejor versión de lo que llevamos de temporada y abrió la puerta grande de Alicante. Manzanares y Samuel Navalón también cortaron una oreja cada uno. Victoriano del Río ha lidiado una gran corrida de toros.

Pese al calor, la brisa era agradable y dejaba respirar. La plaza de toros estaba llena y nada hacía presagiar una batalla en el ruedo de la siempre amable Alicante, esa ciudad que se precipita sobre el Mediterráneo y en vísperas de San Juan es más estridente todavía. Igual huele a perfume bueno, que a protector solar o pólvora. Da igual.

En Hogueras igual luce el bañador, el lino o la manga larga con sus puños doblados y tres botones desabrochados. Samuel Navalón venía a lo que venía, por primera vez en la temporada anunciado en un cartel de figuras en esta temporada.

Su presencia era una de las notas exóticas y discordantes en la cartelería de la Feria de Hogueras y que se debe, entre otros, a la apuesta de la empresa promotora, Eventos Marenostrum, y su gerente, Nacho Lloret, que así despertaba el interés de la afición que reclama mayor abertura y competencia en los carteles fuertes, y el de hoy en Alicante era muy fuerte y competitivo, así como para recibir el verano.

La plaza olió fuerte a pólvora durante la faena de muleta del tercero. Cuando el que embestía era un salvaje Samuel Navalón frente a un Cóndor de Victoriano del Río, que no hizo honor a su reata, y se empleó desrazado y con malas formas.

Era la pólvora de un Samuel Navalón metido entre los pitones y aferrado a la arena, cuando un gañafón lo alcanzó de mala manera y le empezó a lanzar cornadas, a buscarlo por el sueño, para prenderlo de nuevo y dejarle la taleguilla reventada y varios varetazos por el muslo y la nalga.

De la cornada, milagrosamente, se había librado. De la paliza se levantó ardiente, como poseído, y respondió con otro arrimón, con más mando y más temple. La plaza estaba en shock cuando cuatro pinchazos impidieron un serio meneo a la temporada.

La batalla había comenzado con el primero de Roca Rey, en el turno de quites. Ese toro lo vio Roca Rey, apenas llegado Devoto, que así se llamaba, al burladero de la segunda suerte, buscando por abajo humillado y metiendo la cara. Ahí ya intuyó lo que traía dentro. Y es que el peruano conoce a la perfección la ganadería de Victoriano del Río.

La expresión de bravo y la hechura honda era de toro bravo, aunque tardó un puyazo en despertar. En los primeros lances se ralentizó en exceso y fue al sentir el hierro cuando destapó su casta y estampó al piquero contra las tablas y ya en la segunda apretó con fijeza. Esa segunda vara le daba permiso a Samuel Navalón a entrar en quites, que dio un paso al frente para ello, pero Roca Rey le adelantó por la izquierda para despejar el ruedo e hilvanar chicuelinas.

Acto seguido, con cara de adónde va este se quedó la cuadrilla de Roca cuando Samuel Navalón pidió la vez. El del Perú le preguntó por detrás al de Ayora. «Dos veces, el toro ha ido dos veces al caballo», le diría Samuel a Andrés para justo después poner la plaza del revés con un quite conciso e intenso de espaldina, chicuelina, tafallera y media sin enmendarse. La batalla había comenzado.

A Andrés Roca Rey le habían tirado a dar, en su toro y su respuesta fue a más, durante toda la tarde, hasta dar con ese salvaje Roca Rey que aparece en sus tardes de soledad. La faena a ese toro segundo la arrancó RR convencido desde los medios con el pase cambiado para seguir con el toreo en redondo con tremendo estilo. Empujando de verdad el Victoriano, largo y profundo el trazo.

Al natural costó una serie el acople, pero le abrió una nueva vía a la faena ya en su mitad. El natural fue látigo y seda templado, largo, volcado Andrés sobre la embestida. Ya salvaje, desatado. Sin contemplaciones para, tras pinchazo y gran estocada, agarrar la primera oreja de la tarde.

Ya en el sobrero quinto se pudo ver a la más completa versión de Roca Rey de lo que llevamos de temporada. Un Victoriano de pitón negruzco, que se deslizó en las verónicas iniciales con las que Roca casi se cruzó el ruedo. En banderillas subió la velocidad este tal Peaje, aunque no le sobraban la fuerzas. La faena de Roca tuvo miga.

Tras los estatutarios iniciales, a la segunda serie Roca le tomó distancias y alturas para que fluyera el toreo en redondo. La gran virtud fue el tranco del animal y su respuesta a la templada muleta del peruano. Una colocación siempre exacta para profundizar siempre, en cada serie, a más.

Macizo e imperial Roca Rey hasta el arrimón final, entre gritos de torero, torero, y dejándose rozar las lentejuelas por los pitones hasta el infinito. Cuando se olían los máximo trofeos, una estocada un tanto suelta y defectuosa desató una tremenda bronca al presidente. Una oreja, dos vueltas al ruedo y un Roca Rey triunfante tras batalla, por la puerta grande.

Samuel Navalón atacó siempe sin cuartel. Con cuatro faroles en una baldosa y un puñado de chicuelinas, una de inverosímil ajuste para poner la plaza del revés, recibió a su primero. A ese hasta le pegó en el quite hasta un circular invertido con el capote. Y al sexto lo recibió a porta gayola, ya con los vaqueros para tapar los desperfectos de la taleguilla. Con las pulsaciones altas ya en Navalón, la tarde no se le podía ir.

El disparo que traía la embestida del toro no acabó de entregarse. Navalón prendió la faena de rodillas, con temple, para torcerla en brega, otra batalla, cuando empezó a rajarse el toro. Ahí llegó el arrimón desesperado. Una estocada caída. Solo una oreja se antojaba poco botín tras tarde de tanta entrega de Navalón.

Antes de empezar las hostilidades, José María Manzanares no se comprometió con el primero, que pedía un esfuerzo. Con el castaño cuarto, de embestida más pacífica y manzanarista, José Mari sí dio el paso. El toro se abría en los vuelos.

Y Manzanares se expresó mejor cuando gobernó y vació los muletazos, que cuando sólo acompañaba. Ahí sufría. La mano diestra era la del toro. Por ahí planeó ‘Cantaor’, otra línea sagrada en la ganaderia de Guadalix de la Sierra, y la faena cogió auténtica entidad. La última serie con el toro entregado y Manzanares ligando una serie en una baldosa y rematada de apretado molinete y forzado de pecho. La estocada no fue la mejor. El torero de Alicante paseó una oreja ante los suyos.

Ficha del festejo

Toros de Victoriano del Río, el quinto lidiado como sobrero y Toros de Cortés (sexto) bien presentados y bravos y encastados los seis.

  • José María Manzanares, de azul y cobre: media estocada en buen sitio (silencio); estocada caída (oreja tras aviso).
  • Roca Rey, de pistacho y oro: pinchazo y estocada hasta la bola.
  • José María Manzanares, de azul y cobre: media estocada en buen sitio (silencio); estocada caída (oreja tras aviso).
  • Roca Rey, de pistacho y oro: pinchazo y estocada hasta la bola (oreja tras aviso); estocada suelta, defectuosa (oreja tras aviso).
  • Samuel Navalón, de fucsia y oro: cuatro pinchazos (ovación tras aviso); estocada caída (oreja tras aviso).

Segunda de abono de la Feria de San Juan y San Pedro 2025 de Alicante. Aforo: casi lleno (cerca de 11.600 espectadores).

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