El joven atropellado durante un botellón en La Moraleja agonizó debajo del coche delante de sus amigos

La conductora no tiene carné y superaba la tasa de alcohol permitida. El juez la ha dejado en libertad con cargos por un presunto delito contra la seguridad vial, pero sin resultado de muerte.

La Moraleja
Policía Municipal de Alcobendas. Foto: AFP

Arturo y Jimena se conocían desde pequeños. Crecieron juntos en el «SanPa» y su amistad permaneció al acabar el colegio. Una amistad a prueba de todo. El lunes decidieron, con otros amigos, pasar un rato tomando copas en el Hoyo 10, junto al Pony Club de La Moraleja, una zona apartada de la urbanización, que se convierte en tranquila (y con vistas al skyline de Madrid) cuando cae la noche y el bullicio de los colegios da paso al silencio. Arturo y Jimena hicieron el lunes lo que tantas generaciones de jóvenes de La Moraleja han hecho durante décadas, aunque esta vez nada fue igual.

Cuentan los testigos y fuentes policiales el relato de un accidente y de una escena dramática que, a buen seguro, quedará marcada en la memoria de todos los que estuvieron allí. Especialmente, de Arturo y Maribel, los padres del chico atropellado. Y de Jimena también. Diga lo que diga al final la Justicia, en la joven memoria de sus 20 años quedará para siempre un 14 de septiembre.

La noche había sido como tantas. O no. Porque el alcohol corrió excesivamente para Jimena, cuentan los testigos. Quienes la conocen hablan de una «buena niña» que no bebía y poco acostumbrada a esos excesos. Pero se empeñó en beber … y en conducir. Llevaba un rato en ello, intentándolo. Arturo y sus amigas se lo habían impedido. Una de ellas, incluso, escondiendo las llaves del coche que, después, se convertiría en un arma mortal. Entre risas y copas, Jimena accedió al coche. Eran ya las 3.30 de la madrugada.

Arturo y dos amigos estaban apoyados en el capó. Algo ocurrió, que la investigación determinará. El coche arrolló a Arturo de lleno, enganchó su cuerpo en los bajos y lo arrastró varios metros cuesta abajo hasta unos matorrales. De las copas y las risas se pasó a los gritos y la histeria. Los otros dos amigos se salvaron de milagro. Consiguieron esquivar la caída libre del vehículo, que Arturo no pudo evitar.

Según los testigos, Arturo seguía vivo cuando consiguieron llegar abajo. Era imposible sacarlo. Le hablaban, pero no respondía. El coche era una mole imposible de mover. Cuando la policía alcanzó el lugar tampoco pudo. Algo se había enganchado en el cuerpo del chico. «Estaban en shock. No paraban de llorar. Le veían agonizar», cuenta una conocida de la familia.

A esas horas, Arturo y Maribel dormían en su casa, ajenos a la tragedia que estaban a punto de conocer. El teléfono sonó. Cuando un teléfono suena a las 4 de la madrugada, nada bueno augura. Tardaron poco los dos en llegar al lugar.

Los bomberos intentaban rescatar a Arturo confiando en que aún conservara algún un hilo de vida. Pero no tuvieron fácil excarcelarlo. Tuvieron que usar sierras mecánicas. Cuando consiguieron sacarlo ya nada se podía hacer por él. Arturo había muerto. El SUMMA 112 sólo pudo certificar su fallecimiento. Cuesta escribir el dolor que sintieron los padres. Los psicólogos tuvieron que atenderles.

¿Qué ocurrió?

¿Por qué el coche arrolló a Arturo? Las versiones difieren aquí en los detalles, según los testigos. Ella ha contado a la policía que no llegó a circular, que no llegó a conducir, que simplemente estaba sentada en el coche, que lo puso en marcha y que por error se le fue sin control. La policía ha interrogado a los testigos. Hay quien cuenta que olvidó accionar el freno de mano y que el coche cayó por el terraplén por su propio peso.

La Moraleja es una de las más conocidas y exclusivas urbanizaciones de lujo de toda España. Hoy es un lugar triste. «Aquí todos nos conocemos», dice una madre rota por el dolor, aunque el drama no le ha alcanzado a ella.

Jimena ha conocido hace unas horas, entre la resaca de un botellón, los calabozos de la plaza de Castilla donde se juntan cada día historias duras, truculentas, y personas de toda condición. Fue detenida en el acto por un presunto delito contra la seguridad vial con resultado de muerte. El juez la ha dejado en libertad con cargos, pero por un delito contra la seguridad vial sin resultado de muerte. Jimena no tiene carné de conducir y superaba, la tasa de alcohol permitida. Dio un índice de alcohol en sangre de 0,66 miligramos por litro, cuando el máximo permitido es 0,25. La investigación la dirige la Policía Local de Alcobendas. Su Señoría determinará las responsabilidades. Arturo ya no volverá. Tenía 19 años. Y para Jimena, desde aquel botellón en el Hoyo 10, ya nada será igual en su vida. No valió la pena.

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