Guía para detectar el ‘capitalismo de amiguetes’ y por qué tenemos que reaccionar para frenarlo
El éxito en los negocios forjado a través de las relaciones de los empresarios con el poder político es una lacra que hay que eliminar en España para que podamos crecer como sociedad. ‘Contra el capitalismo clientelar’ (Península) es el último libro de los responsables del blog jurídico-político y de la fundación ‘Hay Derecho’.
El éxito de las ‘puertas giratorias’, colocar a familiares ‘a dedo’ en puestos de altísima remuneración con independencia de sus cualificaciones profesionales o realizar favores en beneficio de determinadas empresas y partidos políticos, ¿les suena? Todo ello es conocido como capitalismo clientelar o ‘capitalismo de amiguetes’ y se alimenta de todo un conjunto de debilidades institucionales que hace que nuestro país no termine de despegar en términos económicos.
El notario y presidente de la fundación ‘Hay Derecho’, Ignacio Gomá Lanzón y Elisa de la Nuez, abogada del Estado y secretaria general de la misma fundación atienden a OKDIARIO en la notaría de Ignacio para explicarnos por qué debemos de exigir cambios frente a las debilidades institucionales.
El poder de la ciudadanía
Tanto Gomá como de la Nuez coinciden en que la sociedad necesita ser más consciente de que puede cambiar las cosas y no esperar a que los políticos lo hagan, pero para ello se necesita mucho tiempo y paciencia para no desfondarse.
P.- ¿Ya es demasiado tarde o tiene arreglo?
E.- Nunca es tarde. Los favores realizados por políticos o instituciones públicas a determinadas empresas «amigas» hacen que éstas partan con una determinada ventaja competitiva injustificada frente al resto, permitiéndoles además extraer rentas económicas y en detrimento de los consumidores y competidores. Por eso hay que tomar conciencia del problema para reforzar estas instituciones dotándolas con mayor independencia y transparencia.
P.- Se habla de partidos políticos y observo que la corrupción también ha pasado factura a los que se hacían llamar «regeneracionistas»
I.- Los países van bien o mal en función de cómo tienen sus instituciones y los métodos de control de cada una de ellas y esto también afecta a los partidos. No dudamos de que los políticos lleven las mejores intenciones pero el entramado institucional sigue siendo el mismo, nada ha cambiado, por lo tanto aunque sean fuerzas nuevas siempre pasará lo mismo.
Regularizar los lobbies
P.- También hablan de los lobbies y piden con urgencia una regulación
E.- Sí es urgente que este sector tenga una regulación. En el libro proponemos que dejen de ser encuentros opacos y que los ciudadanos sepan con quién se reúnen nuestros políticos y qué es lo que le proponen. También tiene que haber cierta integridad porque no todo vale. Es legítimo defender ciertos intereses pero necesitamos que se respeten los principios éticos y estos apoyos no se hagan a cambio de comidas o viajes.
P.- Otro aspecto importante es la economía colaborativa y citáis el problema del sector del taxi con los ‘Uber’ o ‘Cabify’
I.- No se trata tanto de proteger a un determinado sector, sino ver si los nuevos agentes cumplen con unas regla que como sociedad nos parecen adecuadas desde el punto de vista del consumidor, el trabajador y el punto de vista fiscal. Es inevitable establecer estas reglas de juego para que ambos puedan competir en igualdad de condiciones y que gane el mejor. Eso sí, siempre respetando lo principal que son los derechos del consumidor.
Unas reglas de juego iguales
P.- ¿El periodismo también tiene posverdad gracias al cientelismo?
E.- Sí, de hecho dedicamos un capítulo entero a los medios porque también son un reflejo del resto. Los medios son esenciales para una auténtica democracia y no pueden estar sesgados por determinados intereses. Eso afecta finalmente a su calidad y a la ciudadanía que le puede confundir.
P.- ¿Se pueden cambiar estas prácticas con la picaresca española?
I.- Sí, porque tenemos que cambiar esa forma de capitalismo tan primitiva que se sigue dando en algunos países. Cuando no hay un sistema equilibrado, la única forma de confiar en que no te van a robar lo que has invertido es que pagues un poco a quien hace las leyes.
Sin embargo, en los países avanzados y democráticos eso desaparece porque confiamos en el sistema. El problema es que estamos a mitad de camino entre uno y otro. Es urgente caminar hacia una verdadera democracia donde haya de verdad división de poderes.