Las patologías oculares son cada vez más comunes en la era digital
Cada vez más personas sufren sequedad ocular por el abuso de dispositivos electrónicos, la edad o factores ambientales. La luz pulsada intensa se consolida como un tratamiento eficaz y duradero para aliviar los síntomas.
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El ojo seco se ha convertido en una de las consultas más habituales en oftalmología. Aunque durante años se consideró una dolencia menor, hoy se reconoce como una patología ocular crónica que puede afectar de forma significativa la calidad de vida. Se produce cuando la película lagrimal y la superficie ocular pierden su equilibrio natural, lo que provoca una lubricación insuficiente y desencadena molestias, inflamación e incluso lesiones en la córnea o la conjuntiva.
“Esta patología se ha convertido en una de las principales causas de consulta y cuyo origen se encuentra en el uso intensivo de pantallas, la mayor esperanza de vida y los factores ambientales”, explica la doctora Paula Martínez, especialista del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud Valencia.
Síntomas que van más allá de la incomodidad
El ojo seco puede manifestarse de formas diversas y, en muchos casos, pasar desapercibido durante meses. Entre los síntomas más habituales, la doctora Martínez destaca “la sensación de arenilla constante, los ojos rojos, la visión borrosa y la fatiga visual que dificulta su vida laboral y social e incluso puede interferir con actividades tan cotidianas como conducir, leer o trabajar con el ordenador”.
La experta señala también que las mujeres tras la menopausia, los pacientes con enfermedades autoinmunes o quienes se han sometido a cirugías oculares constituyen los grupos con mayor riesgo. “Además, cualquier persona que pase más de seis u ocho horas frente a una pantalla puede estar en riesgo de padecer esta enfermedad”, añade.
El papel de los hábitos y el entorno
El aumento de las horas frente a dispositivos electrónicos, el aire acondicionado o la calefacción, la contaminación ambiental y el envejecimiento poblacional han incrementado el número de casos. Estos factores provocan una evaporación acelerada de la lágrima y una mayor irritación de la superficie ocular.
Durante años, los tratamientos se centraron en aliviar los síntomas con lágrimas artificiales, geles o medidas higiénicas, pero los especialistas coinciden en que estas soluciones, aunque eficaces en los casos leves, no siempre resultan suficientes para las pacientes con cuadros más avanzados.
Luz pulsada intensa: un paso adelante en el tratamiento
La luz pulsada intensa (IPL) ha marcado un antes y un después en el abordaje del ojo seco. “La luz pulsada intensa nos permite ir más allá de los tratamientos convencionales, ya que actúa directamente sobre la disfunción de las glándulas de Meibomio, que es la causa principal en muchos pacientes”, explica la doctora Martínez.
Este procedimiento aplica energía lumínica en la zona periocular, generando un calentamiento controlado que mejora la función glandular, reduce la inflamación y favorece la calidad de la lágrima.
“A diferencia de las lágrimas artificiales, que sólo alivian de forma sintomática, este tratamiento consigue estabilizar la película lagrimal y mejorar de forma sostenida la sequedad, el enrojecimiento y la incomodidad que refieren los pacientes”, apunta la especialista. Según la experiencia clínica, tras tres o cuatro sesiones la mayoría de los pacientes percibe una notable mejoría y una menor dependencia de lágrimas artificiales.
Otro de los puntos a favor del IPL es su sencillez. Se trata de un tratamiento ambulatorio, rápido e indoloro, que no requiere anestesia ni reposo posterior. “El paciente únicamente puede notar un leve calor o una pequeña molestia durante la aplicación, y los efectos secundarios son muy poco frecuentes, limitándose a un enrojecimiento pasajero de la piel”, señala la doctora.
Recuperar la comodidad visual
El incremento de los casos de ojo seco refleja cómo los nuevos estilos de vida están impactando directamente en la salud ocular. En este contexto, el papel de la prevención y los avances terapéuticos, como la luz pulsada intensa, se vuelven esenciales.
Conseguir una buena calidad de lágrima y mantener una superficie ocular sana no sólo alivia las molestias, también mejora de forma notable el bienestar diario de los pacientes.
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