Cómo usar el termómetro: Las claves para medir e interpretar correctamente la fiebre
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El termómetro es un elemento diseñado hace casi cinco siglos que se atribuye comúnmente a Galileo Galilei, el célebre científico italiano del siglo XVII. Galileo desarrolló un dispositivo que utilizaba el principio de la expansión térmica de los líquidos. Su termoscopio consistía en un tubo de vidrio lleno de agua coloreada que se movía arriba y abajo según la temperatura. Sin embargo, el termómetro de Galileo tenía limitaciones, como la falta de una escala de medición estándar. Fue Anders Celsius, un astrónomo sueco del siglo XVIII, quien introdujo la escala centígrada que se convirtió en la base para la mayoría de los termómetros modernos.
Los termómetros modernos funcionan según varios principios, pero el más común es el de la expansión térmica. Los termómetros de mercurio y los digitales utilizan esta propiedad: cuando se calienta un líquido o gas, se expande y se contrae cuando se enfría. La lectura en la escala del termómetro refleja estos cambios. Además de la medición clínica de la fiebre, los termómetros tienen aplicaciones extensas en la industria, la meteorología, la investigación científica y más. La precisión y la consistencia de estas herramientas son cruciales para el monitoreo y control de diversos procesos.
El tipo más común de termómetro en medicina es el de contacto que usa sensores de calor electrónicos para registrar la temperatura del cuerpo. Estos termómetros se pueden usar en la frente, la boca, la axila o el recto. También existen en el mercado los llamados termómetros remotos se pueden usar en la frente (de la arteria temporal) o el oído (timpánicos) que utilizan un escáner infrarrojo para medir la temperatura.
Cómo interpretar la fiebre
La coordinadora del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario (Madrid), Dra. Natalia Cárdenas, explica en declaraciones a OKSALUD que el termómetro es una herramienta de uso fácil y al alcance de todos que nos permite medir la temperatura, que igual que otras constantes vitales, «es un parámetro que nos habla de estabilidad y bienestar que nos puede brindar información sobre esa temperatura en respuesta a diferentes situaciones».
La doctora Cárdenas explica que es importante aclarar que la fiebre como signo clínico a evaluar, se considera aquella temperatura por encima de 38ºC bucal o axilar. Entre 37 y 38º C hablamos de febrícula, entendiendo que los parámetros normales son hasta 37ºC habitualmente. Toda temperatura por encima de 37ºC debe ser vigilada y, en función de los síntomas que le acompañen o el tiempo de presentación de la misma, ha de ser estudiada para determinar su origen.
«Es importante aclarar que la febrícula o la fiebre no tienen como único desencadenante infecciones de origen bacteriano. Varios procesos como golpes de calor, enfermedades reumatológicas o infecciones virales entre otras muchas causas pueden desencadenar fiebre y no por ello requieren un tratamiento antibiótico. Esto es debido a la respuesta fisiológica del organismo frente a procesos de inflamación; en conclusión, la fiebre es un síntoma, no una enfermedad, que dependiendo de su presentación requiere un estudio o un seguimiento ambulatorio», explica la doctora Cárdenas.
La fiebre que debe alarmarnos es aquella que permanece en el tiempo (más de 24 horas) a pesar de tratamiento con paracetamol o que se asocia a otros síntomas como dolor intenso en alguna zona (dolor abdominal, dolor de cabeza), dificultad respiratoria, alteraciones del estado de la conciencia, exposiciones solares por un periodo de tiempo prolongado, alteraciones en la orina o lesiones en piel con grandes heridas o pus. En estos casos hay que acudir al médico para su evaluación.
En cuanto a los pequeños de la casa, la Jefa de Pediatría del Hospital Universitario Niño Jesús la doctora Raquel Jiménez explica: «La causa más frecuente de la fiebre en los niños son las infecciones sobre todo las infecciones víricas aunque es verdad que hay otras causas mucho menos frecuentes como, por ejemplo, un golpe de calor cuando el niño es expuesto a altas temperaturas durante mucho tiempo, o en niños muy chiquititos que regulan mal la temperatura, por que estén demasiado abrigados».
Tomar la temperatura correctamente
La fiebre es un signo de respuesta inflamatoria, lo que indica que cualquier proceso que pueda desencadenar una respuesta local o generalizada de inflamación puede desarrollar fiebre. Es por ello que la fiebre puntual o menor de 48 horas, no es un signo de urgencia, pero si un síntoma que requiere un seguimiento. Es en este punto es donde entra en juego el papel del termómetro en casa.
Medir la temperatura en un adulto suele ser bastante sencillo dependiendo del dispositivo que se use. Puede utilizarse elementos digitales de control de temperatura en la axilar o en la boca o utilizar termómetros de temperatura digital en frente y oídos. «Toda temperatura en cualquiera de estos dispositivos mayores a 38ºc requiere un seguimiento o control de 24-48 horas aproximadamente o de estudio en caso de asociarse a otros síntomas adicionales», explica la coordinadora del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario.
En cuanto a tomar la temperatura a los pequeños de la casa, la Jefa de Pediatría del Hospital Universitario Niño Jesús confirma en declaraciones a OKSALUD que, efectivamente, se considera fiebre a una temperatura mayor de 38ºC, tanto en niños como en adultos pero que es necesario medirla con un termómetro «muchos padres ponen la mano en la frente del niño y al notarla caliente vienen a urgencias diciendo que tienen fiebre, y lo importante es medir el grado de fiebre a lo largo del tiempo, no sirve con una estimación».
«En cuanto a la consideración a los termómetros para bebés y niños pequeños, nosotros recomendamos el uso de termómetros digitales porque son más exactos que los denominados termómetros de frente o los termómetros óticos. Si el conducto auditivo es muy estrechito o el niño tiene una otitis pueden dar temperaturas falsas. Normalmente tomamos la temperatura axilar aunque para los bebés muy pequeñitos por debajo de 3 meses, muchas veces se toma la temperatura rectal porque es más fiable», concluye la doctora Raquel Jiménez.