psicología

Colapso emocional en las aulas: el bienestar de profesores y alumnos cae ya a un deterioro «alarmante»

El 39 % de los docentes muestra síntomas compatibles con ansiedad y depresión

bienestar emocional de profesores y alumnos
Una profesora con un problema de ansiedad.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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El bienestar socioemocional de profesores y alumnos está atravesando una crisis sin precedentes en las aulas, según alertan recientes estudios y expertos en el ámbito educativo. Un deterioro «alarmante» de las condiciones emocionales de docentes y estudiantes está afectando cada vez más a la comunidad escolar, generando consecuencias profundas en el ambiente de aprendizaje y la calidad educativa.

Las presiones familiares, el creciente estrés derivado de las nuevas tecnologías y otros factores sociales están exacerbando una situación que ya era delicada. En este contexto, tanto profesores como alumnos experimentan niveles elevados de ansiedad, agotamiento y frustración, lo que está afectando su motivación, rendimiento y, en muchos casos, su salud mental.

Este colapso emocional en las aulas no sólo pone en riesgo el bienestar de los implicados, sino que también amenaza la calidad de la educación que reciben las futuras generaciones. La situación requiere una atención urgente y medidas de apoyo que prioricen la salud emocional dentro de los entornos educativos.

Por otra parte, los profesores en España están cada vez más sobrepasados (burocracia, ratios, cambios legislativos) y la salud socioemocional de los alumnos sufre un progresivo deterioro, tanto por las relaciones familiares como por las tecnologías, según un informe de Educo y Fundación SM que reclama más recursos, apoyo y diálogo.

«Muchos de nuestros alumnos vienen totalmente dormidos porque han estado con el móvil hasta las 03:00 de la mañana», explica un profesor de un colegio concertado de Madrid en el documento ‘Mejorando la protección y el bienestar en las escuelas’, presentado este jueves.

Refleja «el deterioro alarmante» en el bienestar socioemocional en las aulas, en un contexto donde el 39 % de los docentes muestra síntomas compatibles con ansiedad y depresión (Fundación SM, 2023), y un 20,8 % de los adolescentes manifiesta algún problema de salud mental (Unicef, 2022).

Así, por un lado, las relaciones familiares dificultadas por la falta de tiempo de calidad de padres y madres con sus hijos; y por otro, el uso excesivo de la tecnología, especialmente el tiempo prolongado que los estudiantes pasan frente a las pantallas.

Los docentes creen que este malestar tiene tres consecuencias principales en los estudiantes: baja autoestima y poca tolerancia a la frustración; aumento de conductas disruptivas en el aula por la falta de atención en el hogar; y dificultades para mantener la concentración en el aprendizaje.

El informe también expone los factores que están deteriorando el bienestar del profesorado, cada vez más sobrecargado por responsabilidades y una complejidad creciente en las aulas: «Veinticinco alumnos que vienen de casas diferentes, con medios distintos, con estimulación y motivaciones diferentes en una clase, no es viable, porque de esos hay 5 o 6 con muchísimas necesidades», explica un docente de Galicia sobre las ratios.

Además, los docentes sienten que se les asignan responsabilidades que van más allá de su labor educativa, a menudo superando sus capacidades formativas y recursos a su alcance. «A veces tienes la sensación de que estás haciendo de psicólogo, educador social, de padre, de madre», explica una docente de Cataluña.

Apoyo emocional

La falta de reconocimiento al profesorado es otro problema persistente que se agrava en las etapas inferiores, así como sentirse cada vez más cuestionados por las familias: «La gente piensa que estamos pintando, jugando», es otra de las quejas recogidas.

A todo ello se le añade la desconexión entre la formación docente y las necesidades reales y presentes de las aulas; la burocracia excesiva («tenemos que hacer informes de todo, dejar todo registrado, pero tenemos que dar clase también») o los cambios legislativos constantes.

Además, la ausencia de apoyo emocional también es palpable. «No es muy lógico que nosotros no tengamos un psicólogo en el centro o algún terapeuta. Alguien que nos pueda ayudar en momentos de estrés», admite una profesora.

Para un cambio de tendencia, se propone una mayor colaboración entre familias y centros educativos para construir relaciones de respeto mutuo. Además, se resalta la importancia de contar con dispositivos y recursos de apoyo emocional en los centros para atender las necesidades de la comunidad educativa.

También se subraya la necesidad de equipos directivos que fomenten un liderazgo colaborativo para facilitar la cohesión del profesorado y generar un clima de confianza. A la Administración se le reclaman recursos para crear entornos educativos seguros, saludables y propicios para el aprendizaje (por ejemplo, con el impulso real de la figura del Coordinador de Bienestar y Protección frente a la violencia)

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