Zapatero: ¿A tus zapatos?

Zapatero: ¿A tus zapatos?

Leopoldo López está en su casa. Su pena privativa de libertad continúa, pero ya no en prisión. Se alegaron razones de salud y, por este motivo, se entendió que el líder de la oposición venezolana podría cumplir su condena junto a su familia. Para entendernos, en términos jurídicos, Leopoldo López NO HA SIDO PUESTO EN LIBERTAD y su condena se mantiene. El debate está abierto: considerar que se trata de una condena injusta, pues según sus defensores, López no ha cometido delito alguno y, por ello, no es justo que se le haya privado de libertad. Argumentan que le persiguen por sus ideas políticas, no por sus actos, y que por eso —y por otras razones—, Venezuela es una dictadura. Por otro lado, quienes consideran que Venezuela es una democracia, donde hay procesos electorales que han sido revisados y acreditados por observadores internacionales garantizando el proceso —y calificándolo como riguroso y garantista–, consideran que López está vendiendo una imagen que no es cierta —una vez más—, puesto que su condena sigue vigente y que se ha procedido a permitirle cumplirla estando en su domicilio. Algo que, dicho sea de paso, es bastante frecuente en cualquier Estado de Derecho.

Se le atribuye al ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, la labor de mediación que ha hecho posible la reubicación de Leopoldo López. Incluso se le ha reconocido, con agradecimiento, por parte de Lilian Tintori, mujer del líder de la oposición. Y eso que, durante la misma rueda de prensa, Tintori negó rotundamente que se hubieran producido negociaciones para obtener los beneficios penitenciarios para Leopoldo. Por un lado se le agradece a Zapatero su gestión de mediador y al mismo tiempo se niegan negociaciones. Ver para creer. Y es que todo resulta así de incomprensible. Está claro que si para usted Venezuela es una terrible dictadura, considerará que la labor de Zapatero ha sido un ejemplo de diálogo y mediación; una intervención necesaria para colaborar con quienes exigen que el gobierno de Maduro termine. Porque no es democrático.

Si para usted Venezuela es un Estado soberano, acreditado como una democracia por los organismos internacionales que así lo han acreditado a través de sus observadores, es probable que interprete la aparición de Zapatero como una injerencia en toda regla, puesto que según lo pintan, parece ser que nuestro expresidente ha influido de alguna manera en una decisión judicial dentro de un estado que, sin lugar a dudas, no es el suyo. Personalmente considero que Maduro está acorralado. Sus enemigos, los que utilizan a Leopoldo López para intentar hacer entender lo que realmente no es sobre lo que sucede en Venezuela, están apretando cada vez más. Y casi ahogan a través de los medios de comunicación, provocando manifestaciones masivas en las calles, con los consiguientes altercados, Maduro cada vez lo tiene más difícil para mantener la revolución bolivariana. Y es que sus enemigos son potentes. Siguen siendo los mismos que tenía Chavez, los mismos que tenía Fidel. Pero resulta que ahora ni Hugo ni Fidel están ya al frente de las revoluciones socialistas. Y eso se nota.

Raúl, en Cuba, ha sabido diluir la esencia revolucionaria, mano a mano con Obama. Y la transición se hizo suavemente, incluso con la colaboración del Vaticano. Supongo que esto se debe al perfil del hermano menor de Fidel, y una suave rendición que ha postrado casi del todo a lo que quedaba de una Cuba socialista frente al imperialismo. Sin embargo Maduro, bastante menos fuerte que Hugo, incluso que Raúl, no ha sabido frenar lo que se le venía encima. Y cada vez lo está teniendo más complicado para hacerle entender al mundo la jugarreta que le están haciendo. Seguramente Zapatero le habrá hecho ver el abismo que tiene ante sus pies. Porque él lo vio en aquélla primavera de 2010, cuando le montaron esas revueltas en las calles, le hicieron firmar el 135 y tuvo que salir sin hacer ruido convocando unas elecciones en noviembre de 2011. El mismo abismo que vio Papandreou, Gadafi, Bashad Al Assad. Esa «revolución» de indignados que responden a los intereses del señor Soros y a sus socios para dar un giro radical a todo lo que pueda oler a socialismo o socialdemocracia. Todo mi respeto a Zapatero. Supongo que el abismo asusta. Aunque no puedo evitar quedarme pensando cuando Gabilondo lo considera «tonto útil» en su editorial del lunes.

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