Vox también es vieja política

Vox también es vieja política

Bien poco tardan los nuevos partidos políticos en comportarse como  aquella casta a la que quieren regenerar. El enrocamiento de la cúpula de Vox Marbella para proteger a Rosa María Calvente, su candidata a la Alcaldía, roza el esperpento. La purga que la formación conservadora ha realizado sobre la figura de su coordinador local, el empresario José María Esquerdo, es improcedente y, en cualquier caso, a todas luces insuficiente desde el momento en que la señora Calvente continúa siendo la candidata.

La solución a un clamoroso caso de falta de ejemplaridad pública no es buscar cabezas de turco. En cualquier caso, si Vox libremente ha decidido actuar así, ello demuestra un implícito reconocimiento de responsabilidad en este asunto. Pero la forma de solucionar el problema no es depurando a terceras personas. Un partido recién llegado a la arena política como Vox, que afirma defender un ideario inspirado en los valores tradicionales, no puede mantener –salvo que quiera traicionar la confianza de sus votantes– a una candidata a alcaldesa que durante varios años ha trabajado en la administración de un prostíbulo de lujo, máxime cuando el partido liderado por Santiago Abascal, en su programa electoral de 2016, lleva un epígrafe con el significativo título de ‘Prostitución Cero’.

Cualquier persona adulta sabe qué se esconde tras el negocio de un burdel: el proxenetismo y la prostitución; un mundo donde se atenta contra la dignidad de mujeres y hombres. Si Vox Marbella se empeña en defender a toda costa la candidatura de Rosa María Calvente, y para ello emplea cortinas de humo, como la purga de terceras personas, dicha actitud, lejos de alejar las sospechas, más bien las acrecienta. ¿Qué interés hay en mantener a la señora Calvente como candidata a toda costa? Los electores españoles necesitan candidatos ejemplares, a la altura de nuestro Estado de Derecho, pues luego, desde los distintos niveles institucionales, estas personas serán las responsables de administrar nuestra democracia.

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