¿Votar a un partido que va a desaparecer?

¿Votar a un partido que va a desaparecer?

Está clarísimo que Ciudadanos va a desaparecer en breve. Hay dudas sobre si será antes o después del verano, este año o el que viene; pero ninguna respecto a que llevan el mismo camino de UCD y de UPyD, es decir, de todos los intentos que se han hecho en España para crear un partido de centro, desde la transición. No sólo lo vaticinan todas las encuestas y cualquier análisis con un mínimo de sentido común, sino que ya se ha visto en las últimas elecciones catalanas donde los de Arrimadas han perdido 30 de los 36 escaños que tenían, consiguiendo tan sólo mantener 158.000 de los 1.110.000 votos logrados hace sólo 3 años. Ya perdieron más del 85% de los sufragios en la Cataluña que los vio nacer y en la que resultaron el partido más votado en 2017. Y eso antes de montar el guirigay de las mociones de censura que ha supuesto su puntilla final.

De Ciudadanos se ha ido Albert Rivera, ese chico tan mono que hizo creer a tantos votantes del Partido Popular que él les iba a representar, pese a que en el programa de su partido siempre se ha especificado claramente que ellos son de izquierdas. En su ideario los fundadores de Ciudadanos lo definieron como socialdemócrata y así permaneció hasta que en 2017 Albert Rivera propuso cambiarlo a progresista liberal que viene a ser lo mismo, pero suena más cool. Antes que Rivera, ya se habían marchado históricos como Toni Roldán o Javier Nart. Con él se fueron Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto. Y en la desbandada actual se han ido Toni Cantó, Fran Hervías y una gran avalancha de cargos autonómicos y municipales que van buscando una mayor estabilidad laboral en otros partidos o que simplemente se han hartado de soportar los caprichosos bandazos de un partido sin ideología clara que sólo se define por oposición al bipartidismo y a los nacionalismos.

A las elecciones madrileñas se van a presentar con Edmundo Bal como cabeza de lista o de turco, según se mire. A Edmundo todos lo admiramos cuando fue sustituido como abogado del Estado en el juicio por el golpe de Estado catalán, al negarse a rebajar la acusación de rebelión a sedición y a omitir en sus escritos de acusación los hechos que demostraban la violencia utilizada por los golpistas. Pero su prestigio se empezó a venir abajo cuando le vimos apoyar al PSOE en sus antidemocráticos estados de alarma y se ha caído directamente al suelo tras ver sus furibundos ataques a cualquiera que critique la actuación de los de Arrimadas en la moción de censura de Murcia, habiendo llegado incluso a acusar de indigno hasta a Toni Cantó. En 2019, Ciudadanos logró 26 escaños en la Comunidad de Madrid, a Edmundo todas las encuestas le dan rozando el 5%, que es el punto de corte por el que se quedaría fuera de la Asamblea.

Ese 5% al que como máximo aspira Edmundo Bal supone entre 150.000 y 170.000 votos, según sea la participación, y podría significar 6 o 7 escaños, si es que finalmente logra superar el corte. A medio plazo cabe preguntarse, ¿a qué partido se van a ir esos 6 o 7 diputados cuando Ciudadanos desaparezca dentro de unos meses?, ¿se quedarán en el grupo mixto o se integrarán en algún otro partido? Pero incluso a mucho menos plazo, ¿puede un votante estar hoy seguro de si con su voto a Ciudadanos se va a favorecer la investidura de Isabel Díaz Ayuso o la de Ángel Gabilondo? Lo que está en juego el próximo 4 de mayo en Madrid es demasiado serio como para que los madrileños decidan malgastar su voto introduciendo en el sobre la papeleta de un partido que va a desaparecer y del que no hay manera de tener seguridad sobre lo que va a hacer con él.

 

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