Ucrania, el Sáhara y la patria vasca del PNV y Bildu

Ucrania, el Sáhara y la patria vasca del PNV y Bildu
Ucrania, el Sáhara y la patria vasca del PNV y Bildu

La situación en Ucrania tiende a cronificarse que, al parecer, es lo que desean quienes, al tiempo que acusan a Putin de «genocida y criminal de guerra», aseguran que la OTAN —o sea, ellos— no van a intervenir directamente enfrentándose a Rusia, mientras suministran armamento cada vez más sofisticado a Zelenski, convertido en una suerte de Agustina de Aragón resistiendo frente a los ejércitos napoleónicos.

La destrucción del crucero Moskva, nada menos que buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, representa un salto cualitativo en una guerra que el próximo domingo cumplirá su segundo mes, con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de convidado de piedra, sin debatir siquiera una resolución exigiendo un alto el fuego entre los contendientes. Desde luego, nunca habíamos vivido una experiencia como la actual, en la que el mandatario supremo de un país invadido comparezca de continuo ante las cámaras de televisión y las cámaras parlamentarias del mundo, como icono de la resistencia de sus compatriotas ante el invasor. Es esta una imagen no fácil de hacer compatible con el relato de una guerra de «tierra calcinada», como se presenta en Occidente el asedio de Kiev, porque ante esa continua exposición mediática, no resulta, precisamente, un blanco difícil de localizar para tal enemigo.

La cara de la tragedia la representa la multitud de refugiados acogidos por todos los estados de la UE, sobre todo la vecina Polonia -que ya habría recibido dos millones de ellos- lo que, de ser cierto, significaría una cifra sin precedentes en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Algo muy elocuente para tratarse de un Gobierno señalado por la Comisión Europea como «poco respetuoso con los derechos humanos y los valores europeos», liderado por un primer ministro acusado de «ultraderechista xenófobo».

En España, una original derivada de esa guerra la ha formulado el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en su tradicional arenga de la jornada de la Patria Vasca, expresando su solidaridad con Ucrania y el Sáhara Occidental, que son «dos naciones en apuros, nacionalistas democráticas, con un abertzalismo antifascista y antiimperialista como el suyo». No parece que resulte muy atractivo para ambos países emular el abertzalismo vasco como faro político para conseguir una Ucrania y un Sáhara «libres y justos». Sí parece razonable la similitud política de ambas naciones sobre su antiimperialismo, por cuanto no consta de momento que Zelenski quiera refundar la Rus de Kiev, aunque otro Vladimiro fuera su creador hace ya más de mil años; como tampoco que Galli, líder del Frente Polisario, esté muy por la labor de un imperio saharaui. Aunque, eso sí, dejo claro que el PNV veta cualquier relación con los “fascistas y fachas” de Vox y con quien pacte con ellos. En coherencia, expresó su voluntad de grandes acuerdos con los humanistas, y ejemplares demócratas de Bildu.

Con el 9 de mayo ya muy cercano —convertido en fiesta nacional en recuerdo de la «Gran Guerra Patria» contra el nazismo, que se conmemora con el vistoso desfile en la Plaza Roja de Moscú— no se vislumbra la certeza de que esa fecha pueda hacerse coincidir con el final victorioso de la «operación militar limitada», como denominó Putin a la invasión de Ucrania.

Lo que resulta seguro es que nada va a seguir igual a lo que era Europa en el ámbito de la paz, la seguridad, la defensa y la democracia antes del 24 de febrero, en que comenzó esa «restringida» operación militar. Han quedado retratados en su absoluto error quienes creyeron que tras el final de la Guerra Fría había llegado “el final de la Historia” con el triunfo de la democracia liberal y la total hegemonía estadounidense. Y son los europeos de la UE los que van a tener que decidir qué quieren ser de mayores, como ya han hecho Suecia y Finlandia, adalides de la paz, la neutralidad y la política friendly, que han sufrido un aterrizaje forzoso en la realidad de que este mundo no es precisamente el paraíso terrenal.

Habrá que ver a Sánchez y sus socios, tan pacifistas y antimilitaristas ellos, duplicando el gasto en defensa. En Francia el domingo se despejará una incógnita decisiva a todos estos efectos.

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