Las tanquetas de Gabriel Rufián

Sergio Fidalgo

Este miércoles un editorial de este medio se preguntaba, con gran acierto, el por qué se han visto tanquetas para disolver las manifestaciones violentas en Cádiz y, en cambio, no aparecieron cuando el separatismo arrasó el centro de Barcelona y de las principales ciudades catalanas tras la sentencia del Tribunal Supremo en el juicio del procés –recuerden que sólo apareció, un ratito, un vehículo con cañón de agua, y ahí se acabó-. Por supuesto, la respuesta es obvia: el secesionismo de ERC, Junts y la CUP tienen carta blanca para hacer lo que deseen en el virreinato que han construido tras cuarenta años de ‘oasis’. Aunque ardan las calles de la capital catalana.

Las únicas tanquetas que veremos en Cataluña son las que Gabriel Rufián pacte en el Congreso con el Gobierno para que el independentismo siga gozando de impunidad absoluta. El primer ‘blindado’ de ERC contra los catalanes no separatistas será la no aplicación de la reciente sentencia del Tribunal Supremo que dicta la obligatoriedad de impartir el 25% de la docencia en español en las escuelas catalanas. Ni sus ojos ni los míos verán que se ejecute, de la misma manera que tampoco hemos visto que se cumplieran otras sentencias en la misma dirección dictadas en el pasado.

La segunda tanqueta que Rufián dirigirá, gracias al Gobierno de Sánchez, contra los millones de catalanes no separatistas será la impunidad de las bandas secesionistas de la porra para que puedan seguir amedrentando a todos aquellos que alcen la voz para defender la Constitución y la unidad de España. Por eso no vemos unidades blindadas policiales para acabar con los violentos que se amparan bajo siglas independentistas.

Por eso la Policía Nacional y la Guardia Civil son maltratados por el Gobierno autonómico –recuerden el vergonzoso episodio de la no vacunación de estos agentes– sin que el Ministerio de Interior haga nada. Por eso los salvajes pueden acosar una y otra vez la Jefatura de Vía Layetana. Por eso hay miles de Mossos d’Esquadra que se manifestaron contra Pere Aragonès y algunos de ellos irán a Madrid a pesar de que los sindicatos se han ‘rajado’. Y agentes de la Guardia Urbana de Barcelona. Porque los separatistas y los antisistema más violentos tienen carta blanca y los agentes de todos los cuerpos policiales se encuentran cada vez más indefensos ante la falta de apoyo político. De la Generalitat, de Ada Colau y de Moncloa.

La tercera tanqueta de Rufián es que el Gobierno de España no ha reaccionado ante la vergonzosa campaña que los partidos separatistas están imponiendo en Cataluña para que el uso social del español recule. Les molesta que los ciudadanos hablen libremente, o rotulen sus comercios o su publicidad, en la lengua común, y han decidido señalar, atacar y estigmatizar a quien no lo haga todo en catalán. Lo de la cuota en catalán de Netflix y otras plataformas es sólo la punta del iceberg. Toca català per collons, y en vez de seducir para promover el uso de este bello idioma que forma parte del patrimonio cultural de España, lo quieren imponer a cualquier precio. Acabarán matándolo, pero de momento asistimos a un deplorable ejercicio de violencia simbólica y coacción sistemática ante la pasividad de quién debería garantizar nuestros derechos.

Toca de una vez que los grandes partidos nacionales, porque ahora la responsabilidad es de Sánchez, pero el PP no es en absoluto inocente en la cuestión del engorde del separatismo desde 1980, se tomen en serio que con el independentismo no se puede pactar. Porque no son fiables, y siempre engañarán porque sólo tienen un objetivo: acabar con la unidad de España para convertir a millones de españoles en extranjeros en su propia tierra.

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