La superioridad inmoral de la izquierda

La superioridad inmoral de la izquierda
La superioridad inmoral de la izquierda

La reacción de los partidos de izquierda ante el caso Oltra pone de manifiesto la superioridad inmoral de la que hace gala la izquierda patria, inmoralidad militante que comparte con el feminismo y el progresismo oficial.

El hecho de que un juez haya llamado a declarar en condición de imputada a la vicepresidenta de un Gobierno autonómico presidido por un dirigente del PSOE por su posible participación en calidad de encubridora de los abusos a una menor no ha producido la más mínima reacción crítica por parte de la izquierda sectaria que gobierna España de la mano de los enemigos jurados -cuando no sanguinarios- de la democracia.

Ni siquiera el agravante de que los abusos que la vicepresidenta supuestamente encubrió fueran cometidos por  su marido (condenado en firme por el delito) mientras la víctima se hallaba “acogida” en una institución de la que la propia Oltra es responsable, ha merecido la menor condena por parte del conglomerado de izquierdas/independentistas/proetarras y populistas de extrema izquierda que dirigen los destinos de nuestro país tras su pacto con el impostor que llegó a la Moncloa para, tomen nota, “limpiar” las instituciones.

Los efectos de la corrupción política son mucho más graves que los que produce la corrupción económica. Y no se me ocurre corrupción política mayor que utilizar las instituciones para proteger a una persona imputada por uno de los delitos más asquerosos entre los más repugnantes. Pero lo repugnante desborda el ámbito de actuación que se le imputa a Oltra. Quien teniendo responsabilidades institucionales calla ante las manifestaciones de soberbia de la imputada se convierte en su cómplice y muestra su indignidad ética y moral, además de lanza un peligroso mensaje a los ciudadanos: si quien abusa –o delinque, o da un golpe de Estado, o roba el dinero público, o justifica los crímenes de ETA…- es aliado de Sánchez,  no pasa nada. Así es como esta izquierda inmoral pervierte la democracia.

Esta exhibición de superioridad inmoral de la izquierda en el caso Oltra no es un caso aislado sino que constituye una norma de comportamiento habitual que comenzó con Zapatero y se consolidó con el asalto al poder de Pedro Sánchez. Sólo una persona que tiene un sentido desmesurado de su propia importancia  y una carencia de empatía con los demás –o sea, un narcisista- es capaz de justificar lo imposible siempre que le venga bien. Y ese es el espectáculo al que llevamos cuatro años asistiendo.

La superioridad inmoral de Sánchez y el PSOE –me fijaré en ellos para poner algún ejemplo, pues al fin y al cabo son quienes dirigen la tropa- hace que se consideren  exentos de rendir cuentas; y por eso cerraron inconstitucionalmente el Parlamento o el impostor proclamó en el Senado que la oposición es un estorbo. Y por eso también –el particular derecho de pernada  al que creen tener derecho- declaran secreto los gastos de sus viajes privados en el Falcon o incumplen en mil doscientas ocasiones la Ley de Transparencia.

Es la superioridad inmoral de que hacen gala Sánchez y los suyos, que les lleva  a proclamar que el PSOE no reconocerá el resultado electoral en Andalucía, que el lunes 20-J volverán a rodear el parlamento si los ciudadanos cometen la osadía de utilizar su libre albedrío y elegir que se queden en la oposición. Es la superioridad inmoral de esta izquierda cavernaria la que  lleva a los socialistas a presumir de sus pactos con filoetarras y golpistas mientras propugnan excluir del juego político y democrático a todo aquel-persona o partido político- a quien no pueden controlar o someter.

Pues bien: esto se acaba. Es la hora llamar a las cosas por su nombre, de señalar a los traidores, a los que envenenan nuestra convivencia, a los que justifican los abusos cuando vienen «de la izquierda» porque se creen superiores y solo lo son en su inmoralidad. Esla hora de trabajar todos los demócratas a una  para desideologizar la defensa de lo obvio, de lo imprescindible, de lo que nos une como españoles, ya sea en Andalucía, en Cataluña o  en cualquier otro rincón de España. Es la hora de dar una respuesta moral y política ante tanto desvarío de esta izquierda sectaria que rige los destinos de la Nación. Frente a la superioridad inmoral de la izquierda, libre albedrío.

Pues eso: a la urna, que ya es hora.

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